COMITÉ DE SELECCIÓN
María del Carmen Farías
EDICIONES
La ciencia para Todos,
es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al que pertenecen
también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Subsecretaría de
Educación Superior e Investigación científica de la
SEP
y del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Impreso en México
NOTA
Al presentar esta serie
de doce volúmenes sobre El
océano y sus recursos se tuvo
el propósito de dirigirlos a los jóvenes estudiantes que cursan las enseñanzas
media-básica y superior, y ofrecer al público en general una información amena
y sencilla sobre el maravilloso mundo que representan los océanos, para así
contribuir a despertar el interés hacia los fenómenos que suceden en la
inmensidad de sus aguas y sobre los recursos que contienen.
En este último volumen
de la serie, el
XII
, se describe la
relación que la humanidad ha tenido con el océano a través de los años, y cómo
los recursos oceánicos influyen en la economía y en la productividad del
hombre; también se reseñan el transporte marítimo, el derecho del mar, la
contaminación de sus aguas y el futuro de la industria pesquera mundial.
Asimismo, se llama la
atención sobre el mal uso que se le está dando a los océanos y la necesidad de
establecer una cooperación internacional para lograr su aprovechamiento
racional.
El océano desempeñará un
importante papel en el futuro de la humanidad, por lo tanto, su conocimiento y
el de sus recursos permitirán administrarlos adecuadamente, para beneficio de
la humanidad.
LOS AUTORES
LA PRIMERA ENCICLOPEDIA OCEANOGRÁFIA MEXICANA
Dice el viejo refrán que
"la primera novia nunca se olvida"; y en mi caso —aunque a veces haya
tenido compañeras— su recuerdo me ha acompañado siempre.
El noviazgo fue precoz.
Mi padre fue originalmente oficial de marina; pero apenas cumplidos los siete
años reglamentarios, pidió licencia ilimitada. De carácter dinámico y clara
inteligencia, marchó por nuevos senderos al obtener el título de ingeniero
civil, primero, y el de abogado, después.
En el fondo, seguía
rindiéndole amoroso culto a su novia de la juventud, "la Mar". No
era, pues, raro que el hijo que escuchaba continuamente vocablos marinos en el
hogar, y pasaba las vacaciones en el puerto de Veracruz tuviera también por
novia a "la Mar".
Ese amor empezó a tomar
orientaciones más precisas cuando, estando en la Preparatoria, mi padre me
regaló un ejemplar del libro del oceanógrafo francés Louis Joubin: La vie dans les océans (1912), verdadera enciclopedia
oceanográfica llena de información; pero escrito en lenguaje claro y preciso.
Devoré ávidamente la obra, que se convirtió en libro de cabecera, y aún hoy
suelo hojearlo. Gracias a Joubin me di cuenta de que la Mar no me fascinaba
tanto por sí misma, sino principalmente como hogar de múltiples animales; entre
ellos los protozoarios, que se convirtieron en mi interés principal. Mi tesis
profesional, que terminé en 1924, tenía por título Protozoarios del Lago de Xochimilco;
por demás mediocre, pues no había nadie en México en aquellos años que se interesara
en ese grupo zoológico, y la bibliografía accesible era en extremo escasa.
Posteriormente tendría
la inesperada ocasión de entablar relaciones epistolares con el sabio francés
para tratar asuntos de la Estación de Biología Marina del Golfo. Ésta marchaba
viento en popa; incluso iniciando un museo, y proyectando un crucero
franco-mexicano en el Golfo.
Tuve la suerte de
comenzar a trabajar en el campo de la biología cuando aún era estudiante, en
1923, como jefe de la Comisión Mixta de Biología Marina, formada por tres
elementos de la Dirección de Estudios Biológicos y tres de la de Pesquerías,
que tuvo que interrumpir sus tareas al poco tiempo de iniciadas por haber
estallado la revolución delahuertista, precisamente en Veracruz. Fundador y
jefe de la Estación de Biología Marina del Golfo (1926-1927) volví a Veracruz;
pero la Estación fue suprimida, cuando estaba en pleno trabajo, por razones de
economía.
Becado por la Fundación
Guggenheim (1931-1933) para hacer estudios de biología marina y protozoología,
obtuve mi grado de doctor en filosofía (protozoología) en la Columbia
University de Nueva York; como fundador y director del Instituto Biotécnico
(1933-1934) incluí en él una Sección de Hidrobiología. En 1933, por encargo del
presidente electo Lázaro Cárdenas, estudié el sistema lagunar de Michoacán, y
proyecté una Estación Limnológica en Pátzcuaro (tarea interrumpida por haberse
segregado el ramo de Pesca de la Secretaría de Agricultura). Fui promotor y
primer maestro de las materias de hidrobiología (60 años) y pesca (70) en la
carrera de ingeniero agrónomo especialista en bosques, de la Escuela Nacional
de Agricultura, y proyecté luego una Comisión Nacional de Pesca (1952) con
objeto de promover la investigación científica en el ramo, que no llegó a tener
vida.
Fungí como promotor y
primer profesor de las cátedras de ecología y conservación —incluyendo pesca—
en la Escuela Normal Superior (1947) y de recursos básicos en la de Ciencias
Biológicas del
IPN
(l951). También fui promotor y director del
Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables (1952), en el que se
incluyeron temas hidrobiológicos.
Hasta la fecha he
publicado los siguientes libros sobre la materia: Bibliografía razonada en
pesca e hidrobiología, 1960; Problemas
de la industria pesquera en México, 1963;Problemas
de caza y pesca deportivas, 1968; Los Crocodylia de México, 1974, yPanorama pesquero nacional,
análisis de tres lustros, 1978.
Como se ve por lo
expuesto en párrafos anteriores, desde 1923 hasta 1974 —largo medio siglo— mi
interés en la hidrobiología se conservó activo en una forma u otra; a partir de
entonces he tenido contactos esporádicos con ella. Así pues, creo que en mi
caso el refrán resulta correcto, y aún sigo pensando con nostalgia en la novia
de la juventud: "la Mar".
Por ello, nada podía
honrarme y complacerme más que la amable invitación de mis estimados colegas:
Juan Luis Cifuentes, Pilar Torres García y Marcela Frías M., para comentar su
excelente obra El
océano y sus recursos, la
primera y muy valiosa aportación que al prestigio científico nacional hacen los
autores dando a luz la que es la primera y erudita enciclopedia oceanográfica
mexicana.
Hacía ya tiempo que
tenía frecuentes pláticas con Juan Luis Cifuentes, a quien conocí en mi cátedra
de zoología en la Escuela Preparatoria y había seguido con el afecto que
siempre he sentido por aquellos de mis alumnos que veo aman la biología y a
ella piensan dedicarse. Tal fue su caso, y no pasó mucho tiempo para que el
estudiante pasara a ser "colega". Y cuando ese colega comenzó a
destacarse como profesor y también investigador, lo seguí con atención. No tuve
que esperar mucho para ver que se convertía en maestro querido y respetado,
siempre dispuesto a ayudar a quienes lo merecían, cuya mayor ambición era tener
un puesto en el Laboratorio de Invertebrados de la Facultad de Ciencias, que él
mismo había formado y que hasta la fecha dirige.
Mi interés creció cuando
me explicaron que la obra proyectada no iba a ser un corto "manual",
sino una amplia aportación a la que habían titulado El océano y sus recursos,nombre
atractivo y adecuado.
El propósito era
publicarla en 12 volúmenes, dentro de la recién creada colección La Ciencia
desde México, en coedición de la Secretaría de Educación Pública, el Fondo de
Cultura Económica y
CONACyT.
Me llenó de satisfacción
el saber que, gracias a sus esfuerzos y a su valiente decisión de emprender la
tarea, pronto dispondríamos de una real obra de consulta, editada en México.
Pero sentí cierto temor
de que la tarea fuera a quedar incompleta. Vino a mi memoria una conversación
sostenida hacía 38 años. En 1946 tuve la oportunidad de concurrir a la
conmemoración del Centenario de Lamarck que se realizó en París. Y una de mis
primeras visitas fue a mi muy querido amigo y colega el profesor Pierre-P.
Grassé, que me habló entusiasmado de la publicación de un gran texto de
zoología que bajo su dirección se iniciaba, escrito por los más destacados
especialistas, predominantemente franceses.
La obra proyectada,
aparte de su interés científico, sería una muestra de que Francia aún ocupaba
lugar prominente en el mundo científico, donde el idioma galo ocupa un sitio de
honor, a pesar de la competencia del inglés. Para lograr tal propósito, la obra
no excedería de 17 volúmenes, y se vendería a un precio moderado para facilitar
su difusión, procurando editarla con la mayor premura posible.
Algo seguí conociendo al
respecto por mi correspondencia con el profesor Grassé. Pero dio la casualidad
de que dos años después se celebró en París el XIII Congreso Internacional de
Zoología, al que llevé la representación de México.
A mi llegada a la Ciudad
Luz, fui de inmediato al laboratorio de Grassé para enterarme de la "gran
obra", y con placer supe que el proyecto era ya realidad y que al año
siguiente saldría a luz el primer volumen, que correspondía al ordinal IX de la
serie. Pero, el "pero" eterno de las grandes empresas, había surgido:
el número de tomos calculado resultó insuficiente; para no variar, se
mantendrían los volúmenes anunciados, y cuando fuera necesario se dividían en
fascículos, algunos con un millar o más de páginas; además, dicho aumento
retardaría el tiempo de publicación; y, por último, el precio a que se
vendería, aunque justificado por el valor del Traité
de Zoologie, distaba mucho de
ser moderado.
Éste fue el primer pero
que encontré para la obra mexicana. Y aún no había terminando de considerar el
ejemplo extranjero, cuando me vino a la memoria otro nacional: lasObras de
Francisco Hernández.
Recordé la noche del año
de 1959 en que los 16 invitados a integrar el Consejo Consultivo nos reunimos
en la oficina del rector Nabor Carrillo para integrar dicho cuerpo colegiado.
Lo presidiría Efrén C. del Pozo, secretario de la
UNAM,
y
Germán Somolinos d'Ardois, uno de los destacados españoles a los que la cuartelada
franquista trasterró, y que desde su llegada al país se sumergió en el estudio
de Francisco Hernández, ocuparía la secretaría. El trabajo comenzó desde luego
y se calculaban plazos razonables. Cambió el Rector y hubo necesidad de
interiorizar al entrante con el proyecto; murió del Pozo, quien le había
prestado todo su apoyo; y falleció también Somolinos, pilar máximo de la
empresa.
Los años pasaban y la
obra no se terminaba. Sólo fue hasta una mañana de julio de 1985 cuando los
miembros de la Comisión Editorial que aún vivíamos recibimos, de manos del
rector Carpizo, el último de los siete volúmenes. El primero ocupaba un sitio
en mi biblioteca desde mediados de julio de 1959... 26 años antes.
Recordando, pues, lo
sucedido con el Traité de
zoologie en Francia, y con
las Obras de Francisco
Hernández en México, seguí de
cerca la marcha de El océano y
sus recursos, en 12 volúmenes
ilustrados... que sí tuvo éxito, y se completó de 1986-1990. Veamos ahora las
características de esta obra e intentemos una sumaria valoración de la misma.
Por las condiciones
geográficas de nuestra República, con costas en los dos mayores océanos del
mundo, debía esperarse que México fuera un país eminentemente pesquero; pero,
como con razón se ha dicho, México ha vivido siempre "de espaldas al
mar".
Ruiz Cortines, de origen
jarocho, anunció en su Programa de Gobierno la "Marcha al mar".
Inclusive me encargó —después desde mis tiempos veracruzanos, cuando estaba en
la Estación de Biología Marina del Golfo, nos conocimos— prepararle un plan de
actividades, encargo que cumplí.... pero que nunca se convirtió en realidad.
Tampoco las aguas
interiores han recibido mayor atención, a pesar de su riqueza en animales
comestibles y de los esfuerzos de Esteban Cházari, que promovió la pesca y el
cultivo de las especies que habitan en ríos y lagunas, publicando: en 1884 un
extenso libro, Piscicultura en
agua dulce, LIX + 821,
México, editado por la Secretaría de Fomento.
Sin embargo, el interés
en la materia fue mínimo en los tres últimos lustros del Porfiriato. Al triunfo
de la Revolución Constitucionalista se dieron los primeros pasos, aún en el
periodo preconstitución, para orientar una política coherente para explotar la
fauna y la flora del país.
La primera Ley de Pesca
se expidió en 1925, un año antes de que se estableciese el primer centro de
investigación hidrobiológica que hubo en México: la Estación de Biología Marina
del Golfo, en el puerto de Veracruz.
Entre los pioneros en
estas actividades pueden señalarse a Antonio García, autodidacta que con el
tiempo se convirtió en un experto en los aspectos prácticos de la pesca al que
frecuentemente se consultaba, y de quien tuve la satisfacción de que colaborara
conmigo en los primeros trabajos en la materia los años de 1923 y 1926; Mauro
Cárdenas, que laboró en muchos campos y se distinguió cuando trabajó en la
Unión Panamericana; Pedro Mercado, que desarrolló en Ensenada la primera
Escuela Superior de Ciencias Marinas y el Instituto de Investigaciones
Oceanológicas; Jorge Carranza, que estableció la Estación de Biología del
Tecnológico de Veracruz y posteriormente tuvo a su cargo la dirección del
Instituto Nacional de Pesca; a su vez, Agustín Ayala Castañares comenzó por
crear un modesto Centro de Ciencias del Mar y Limnología, en el Instituto de
Biología, que actualmente es de la mayor importancia en el ramo; y, junto a
ellos, toda una pléyade de biólogos que han trabajado en los establecimientos
del ramo, que hoy se encuentran en toda la República.
Naturalmente esto motivó
el florecimiento de centros de enseñanza e investigación, varios de ellos, con
prestigiadas publicaciones, que listan ya centenares de títulos. Pero no
existía ninguna obra que pudiera ser libro de consulta para quienes cultivan la
oceanografía en todos sus aspectos. Este honor se hallaba reservado para Juan
Luis Cifuentes, autor, junto con dos jóvenes pero ya destacadas investigadoras:
Pilar Torres García, y Marcela Frías Mondragón, de la enciclopédica obra El océano y sus recursos,excelente
resultado de sus esfuerzos.
Cifuentes, hijo de la
Universidad Nacional Autónoma de México desde la Preparatoria, obtuvo en ella
su título profesional y grado académico; maestro distinguido en el ciclo de
bachillerato, lo fue también en la Facultad de Ciencias, cuya dirección ocupó
en el periodo 1973-1977, al que varias veces he calificado como época de oro de
las ciencias biológicas en el plantel, no atreviéndome a juzgar los otros ramos
que lo integran, aunque de labios de brillantes profesionistas no biólogos he
escuchado juicios semejantes.
Para acompañarlo en la
agotadora tarea de escribir tal obra, invitó a dos de sus discípulas en las
aulas, y colegas en el laboratorio, ambas profesionales destacadas. Han
laborado en el campo de la docencia y la investigación y su producción ha sido
publicada en diversas revistas científicas.
En cuanto al coordinador
de la obra, el maestro Cifuentes Lemus, su nombre es conocido ampliamente en
México, donde ha laborado por largos años en su alma mater, atendiendo cátedras en la Escuela
Nacional Preparatoria desde 1954 y en la Facultad de Ciencias de la
UNAM
desde
1963, ocupando con relevante actuación el cargo de director del plantel.
Pero su prestigio
también se conoce por toda la República, pues convencido de la conveniencia de
la descentralización de la investigación científica, ha promovido y colaborado
en todos los aspectos, dictando cursos en una veintena de centros de docencia e
investigación, en todo el país, preferentemente en los campos de la biología y
la pesca.
Si todo ello no fuera
suficiente para considerarlo como figura señera en esos campos, basta decir que
también ha ocupado cargos científicos administrativos de alto nivel, que
obligaban a decisiones ejecutivas: uno de ellos, como subdirector, general de
Pesca en la Secretaría de Industria y Comercio, (1966-1970) y otro como
director del Programa Internacional de Investigación y Fomento Pesquero México/
PNUD/FAO
(1969-1970, 1979-1980).
No es extraño que, con
ese equipo, la obra El
océano y sus recursos, tanto
en el aspecto científico-biológico como en aplicaciones específicas a problemas
pesqueros en todos sus aspectos, haya hecho aportaciones relevantes.
La presentación de El océano y sus recursos en doce volúmenes parece muy
adecuada, ya que en cada uno se trata un tema determinado, de suficiente
extensión para cubrirlo decorosamente. De esa manera, quien sólo se interese en
uno, dos o tres campos, podrá adquirirlos con modesto desembolso. Mientras que quien
desee enriquecer su biblioteca con una verdadera enciclopedia oceanográfica, no
tendrá sino que adquirir los 12 manejables volúmenes.
La presentación y
distribución del material tiene características individuales, pero presentadas
dentro de un plan uniforme para toda la obra, que también ofrece ilustraciones,
las cuales, por su elección y ejecución, muestran la capacidad pedagógica de
los autores. La inclusión de breves biografías de personas que se han destacado
en alguna de las ramas de ese grueso árbol que es el estudio del océano es
laudable, y será seguramente bien recibida.
Felicito sinceramente a
Juan Luis Cifuentes Lemus, Pilar Torres-García y Marcela Frías Mondragón,
egresados todos de la benemérita Universidad Nacional Autónoma de México.
Como maestro de esta
institución por más de treinta años, y en la actualidad profesor emérito en la
misma, nuevamente felicito a mis tres distinguidos colegas, sincera y
cordialmente, agradeciéndoles me hayan honrado solicitando escribiera estas
líneas, lo que con todo gusto acepté.
ENRIQUE BELTRÁN
I. EL
OCEANO Y LA HUMANIDAD
AUNQUE es posible que los primeros
antepasados biológicos de todos los seres vivos aparecieran en agua salada hace
miles de millones de años, los más antiguos restos de la especie humana se
encontraron lejos del océano, entre los sedimentos de lagos y cavernas
prehistóricos. Quizá en esa época el hombre consideraba al mar y a las
montañas, como dos grandes barreras aparentemente infranqueables.
Se ha estimado que el
hombre ha existido desde hace cerca de 1.5 millones de años, y tomó todo este
tiempo, hasta principios de la era cristiana, para que se alcanzara una
población de 250 millones de habitantes; después, pasaron más de 1 650 años
para que ésta se duplicara, ya que entonces había 500 millones de habitantes;
pero en los últimos siglos, gracias a los descubrimientos en médicina que le
han proporcionado mayor salud y han aumentado sus posibilidades de vida, en
sólo 200 años llegó a los 1 000 millones, y en el último siglo pasaron 30 años
para aumentar a 2 000 millones de personas; después de 57 años la población
mundial llegó a los 5 000 millones, cifra que oficialmente se alcanzó el
domingo 12 de julio de 1987 al nacer un niño en la ciudad yugoslava de Zagrebo.
Se ha calculado que de continuar la tasa de incremento de la población como
hasta ahora, en otros 100 años más el mundo contará con 29 mil millones de
habitantes.
La población mundial
actual presenta una distribución desigual y se sabe que el 28% vive en las
llamadas "regiones desarrolladas" que comprenden Europa, la Unión
Soviética, América del Norte (con excepción de México), Oceanía y Japón, las
cuales controlan el 80% de la riqueza y producen el 90% de la contaminación del
planeta.
Por otro lado, el 72%
restante de la población mundial se localiza en las llamadas regiones "en
desarrollo" o "subdesarrolladas", constituidas por el Lejano
Oriente, con excepción de Japón, el Medio Oriente, África y América Latina, y
cuya economía depende de las naciones desarrolladas.
Con esta distribución de
la riqueza, los países desarrollados se comportan como explotadores de los
subdesarrollados y les aplican su política imperialista y neocolonialista; de
continuar más tiempo las actuales tendencias, el 10% de la población
pertenecerá al "mundo desarrollado", mientras que el 90% pasará a la
categoría de "en desarrollo" debido, principalmente, a la incapacidad
de las clases dirigentes para incorporar con un sentido social el avance tecnológico
y repartir, de manera equitativa, la riqueza.
Uno de los problemas más
graves que se presenta en la actualidad es el hambre, que no es
sólo la necesidad de comer sino que, como lo definen los técnicos en
alimentación y salud, es la "privación continua de alimento suficiente que
impide llevar una vida sana".
Cuando los niños padecen hambre o desnutrición durante su desarrollo,
presentan retraso físico y mental y son más vulnerables a las enfermedades,
presentándose entre ellos frecuentemente muertes por diarrea o por afecciones
de las vías respiratorias. Además, la carencia de vitaminas y minerales trae
como consecuencia que se presenten otros males, como ceguera por falta de la
vitamina A, escorbuto por carencia de la B, anemia por escasez de la D y bocio
por la falta de yodo.
Muchas veces se
considera que el problema más grande es el hambre aguda, que ocasiona la muerte
por inanición; sin embargo, se tiene que recordar que la mayor parte de las
muertes se producen por enfermedades debidas a una mala nutrición. Además la
mala nutrición, cuando se presenta en los adultos, hace que éstos sean débiles,
apáticos, menos creativos e imaginativos; y por lo tanto, que su rendimiento en
el trabajo sea mínimo; de ahí los problemas económicos que se presentan en los
pueblos con hambre.
Según los datos del
Consejo Mundial de la Alimentación, de los 5 000 millones de habitantes que
tiene el planeta; cada año mueren, por causas relacionadas con el hambre, entre
40 y 70 millones; de éstos, 15 millones son niños; lo que significa que cada
día mueren por hambre 40 mil niños.
La Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)calcula que existen en el mundo alrededor de 435 millones de personas con
problemas de desnutrición y que 800 millones están amenazadas temporal o
permanentemente por el hambre; estas personas constituyen el 23% de la
población total de África, el 13% de la de América Latina, el 10% de la del
Cercano Oriente y el 28% de la de Asia.
Los especialistas piensan
que los alimentos que existen serían suficientes, a condición de que se
repartieran equitativamente entre todos los habitantes del planeta, y hasta se
cree que la producción actual de alimentos rebasa en un 10% a las necesidades
nutricionales de la humanidad.
Sin embargo, el hombre
comete una serie de errores que lo están llevando de manera paulatina a cambios
altamente perjudiciales. En primer lugar, son pocos los esfuerzos colectivos
que se hacen para disminuir la tasa de crecimiento demográfico; por ejemplo, en
México, el Consejo Nacional de Población opina que de no aplicarse programas
para controlarlo, la población del país será en el año 2000 de más o menos 130
millones de habitantes, con una tasa de crecimiento de 3.2%, pero que si dichos
programas se llevan a cabo, sólo se incrementará en 1.0%, y la población
alcanzará los 100 millones de habitantes.
Otro error es la falta
de justicia y organización social; con el desarrollo de la tecnología, cada vez
se cierran más fuentes de trabajo y se obliga a que los sueldos de la mayoría
sean más bajos, mientras que los ingresos de las minorías privilegiadas
aumentan; de modo que las posibilidades de adquisición de alimentos por la
mayoría disminuyen y el problema de la desnutrición y el hambre se incrementa.
También el constituir
una sociedad consumista se puede considerar como otro error, debido a que se
están utilizando los recursos naturales, tanto renovables como no renovables,
de manera irracional y no sólo se están agotando, sino que con los desechos se
está contaminando el ambiente a una velocidad mayor que el aumento de la
población; así, en Estados Unidos los desechos industriales aumentan tres veces
más rápidamente que la población. Esto, además de perjudicar la salud del
hombre; destruye el medio adecuado para incrementar dichos recursos.
En un estudio que recientemente realizó la FAO sobre "tierras, alimento y población", se señala que
existen suficientes tierras y recursos aprovechables para el número de
habitantes actual; sin embargo, algunas condiciones adversas pueden disminuir
la producción de alimento; por ejemplo, la sequía producida por la falta o
insuficiencia de lluvias durante períodos prolongados; la deforestación
ocasionada por el hombre al quitar la vegetación nativa, con el fin de sembrar
o de construir sus ciudades, y la erosión causada por el agua y por el viento,
que se acentúa en los lugares donde el hombre ha talado.
En este estudio se
señala que "teniendo en cuenta el conjunto del planeta, existen tierras
suficientes para cultivar"; en la actualidad sólo se aprovecha el 11% de
la superficie total, lo que corresponde a 1 000 millones de hectáreas, y se ha
calculado que fácilmente se podría duplicar esta superficie, es decir, llegar a
utilizar unos 3 000 millones de hectáreas.
Otra de las condiciones
adversas es que en muchos países, sobre todo en vías de desarrollo, la
planeación de la agricultura y la ganadería es deficiente, y las mejores
tierras se dedican al cultivo del algodón, café, tabaco, sorgo y otros
productos de exportación y no para producir alimentos, con lo que sólo las
clases acomodadas se benefician.
En el esfuerzo que la
humanidad tiene que desarrollar para producir alimento, el océano, que ocupa
cerca del 75% de la superficie de la Tierra, ofrece grandes posibilidades, ya
que en él se desarrolla gran número de seres vivos. Pero en la actualidad, no
obstante que se capturan 92 millones de toneladas y que los productos del mar
representan la quinta parte de la proteína que la humanidad consume, apenas se
aprovecha la centésima parte de todas las especies que habitan en el océano.
Los organismos marinos
pueden proporcionar al hombre los elementos nutritivos que su cuerpo necesita,
como son proteínas de gran calidad por lo fácil de su digestión (se ha
calculado que con sólo 250 gramos de pescado se obtiene el total de las
proteínas necesarias para una buena alimentación); los pescados grasos
contribuyen de modo importante a las exigencias calóricas de la dieta, al
contener entre un 10 y 20% de grasas; y sus vísceras, en especial el hígado,
son ricas en vitaminas y minerales, indispensables para la salud.
El hombre primitivo
utilizó al mar como fuente de alimento más que como medio de transporte, y
capturaba a los organismos utilizando arpones, construidos con ramas o huesos,
algunas trampas que confeccionaba con ramas y redes primitivas fabricadas con
cuero. Los moluscos deben de haber abundado en la orilla y sólo se requería de
una piedra para abrirlos.
En la actualidad, se
calcula que participan en la industria pesquera alrededor de 50 millones de
personas, de aproximadamente 100 países con costa; de estas personas, 10
millones realizan la captura y 40 millones se ocupan del procesamiento, la
distribución, el abastecimiento, la reparación y construcción de embarcaciones,
la operación de los puertos, la investigación y la administración.
Los países
subdesarrollados han incrementado su productividad pesquera en los últimos
años, y si para los años 50 su aportación sólo representaba más o menos el 20%
de la captura mundial, en los años 80 ha llegado al 30%; pero todavía esta
cifra es insuficiente para ayudarlos a resolver los problemas de alimentación,
y esto se complica, porque algunos de los productos que obtienen del océano los
dedican a la exportación y, en otros casos, los reducen para producir harina,
en lugar de utilizarlos como alimento; en ocasiones llegan hasta a desechar las
especies que no tienen precio atractivo en el mercado.
Esto se hace más
aparente al analizar el abastecimiento per capita, que en los
países subdesarrollados apenas alcanza los 7 u 8 kg, mientras que en los
desarrollados llega a los 26 kg, como es el caso de Estados Unidos, Europa
Occidental y Unión Soviética; en otros países alcanza hasta los 75 kg, como en
Japón.
Algunos de los
organismos que el hombre captura, como los camarones, gambas y langostas, por
su escasa oferta y gran demanda, así como el atún y pescados de carne blanca,
por la costumbre que tiene la gente para comerlos y por lo costoso de su
producción, han pasado a ser verdaderos artículos de lujo que sólo las clases
poderosas pueden adquirir, y quedan muy lejos de las posibilidades económicas
de la mayoría de la población.
Es indudable que si el hombre quisiera utilizar los recursos vivos del
océano para ayudarse a resolver el problema del hambre, tendría que cambiar la
estructura actual de las pesquerías, de modo que aumentara la utilización de
pescado y mariscos para el consumo humano, y se evitase que miles de toneladas
se conviertan en material de desperdicio o se empleen en la producción de
harina para consumo animal.
Figura 4. Consumo per capita mundial.
Además, es necesario
cuidar que esta explotación de los recursos sea racional y evitar que los
desechos que produce la sociedad de consumo que se ha estructurado, lleguen a
las aguas oceánicas y se conviertan en contaminantes, lo que es altamente
perjudicial para los sistemas acuáticos.
Aparte del alimento que
el océano ofrece a la humanidad, también se deben tomar en cuenta las otras
ventajas que el hombre obtiene de él; por ejemplo, al evaporarse el agua del
mar consume la tercera parte de la radiación solar que llega a la superficie de
la Tierra y, por lo tanto, la acumula y la transforma; esto, sumado a la
circulación de las corrientes marítimas, permite que el océano sea el regulador
del tiempo y del clima y que en él se inicie el ciclo del agua en la Tierra.
Asimismo, en el océano
se encuentra una gran variedad de especies de organismos, que forman diferentes
tramas de alimentación, las que tienen como primer eslabón a los vegetales
microscópicos que constituyen el fitoplancton, los cuales, al realizar la
fotosíntesis y elaborar la materia orgánica que sirve de alimento al resto de
la cadena, desprenden las 3/4 partes del oxígeno que se encuentra en la
atmósfera terrestre y consumen 2/3 partes del bióxido de carbono, manteniendo
un equilibrio que permite a los seres vivos respirar, por lo que a estos
vegetales se les ha llamado el "pulmón del planeta".
Otra de las grandes
ventajas que las características del océano ofrecen a la humanidad, es la
inmensa cantidad de agua que contiene ocupando sus grandes depresiones y que
alcanza los 1 350 millones de kilómetros cúbicos, lo que sirve como medio de
depuración de los desechos que le llegan desde la tierra, por lo que también se
dice que es el "riñón del planeta".
El fondo oceánico, desde
las zonas litorales hasta las grandes profundidades, acumula una serie de
recursos minerales, que son: metales abundantes como hierro, aluminio, cromo,
manganeso y titanio; metales escasos como cobre, plomo, cinc, oro, plata y
uranio; y no metales como cloruro de sodio, fosfatos, nitratos, arena, grava,
combustibles fósiles del tipo del carbón, petróleo y gas natural; además, el
agua.
Los fondos oceánicos,
sobre todo el de la plataforma continental, ya proporcionan una cantidad
considerable de petróleo y de gas natural y cierta parte de metales y
diamantes. Del agua del mar se extraen los elementos y compuestos químicos que
forman parte de ella, como el cloruro de sodio o sal común; también se obtienen
cantidades considerables de agua dulce.
Conforme la humanidad
fue creciendo, tuvo la necesidad de comunicarse y así nacieron las vías de
transporte marítimo que permitieron unir las orillas de los continentes; hoy,
en la segunda mitad del siglo XX, por la gran red de vías marítimas que existe se transporta la séptima
parte de todos los productos que el hombre utiliza y esto hace que se presente
un constante progreso en el comercio y en los puertos marítimos.
Esta comunicación a
través del mar también permitió la interacción cultural, y así los pueblos
pudieron intercambiar sus diferentes costumbres y conocimientos, lo que, en
cierto modo, permitió el desarrollo científico y cultural de la humanidad.
También el comportamiento
activo de las aguas océanicas, que produce el oleaje, las corrientes y las
mareas, está siendo utilizado por el hombre para producir la energía que
necesita y que quizá permitirá sustituir a las peligrosas plantas que utilizan
la energía atómica.
En la actualidad sólo se
está aprovechando la energía de las mareas para mover generadores de
electricidad, y ya se ha alcanzado buen éxito en las plantas mareomotrices de
La Rance en la Bretaña francesa y en la bahía de Kislaya, cerca de Murmansk, en
la Unión Soviética.
También el océano ofrece
una serie de ventajas para la recreación y el esparcimiento del hombre, al
poder realizar en este medio actividades como la natación, la pesca deportiva,
el veleo, el surfing, y el buceo, entre otras.
La nueva tecnología permite
ligar cada vez más a la humanidad con el océano y hace que ésta lo sienta como
una herencia común y que desarrolle el interés por llegar a conocerlo con mayor
profundidad.
Sin embargo, la
importancia económica de sus recursos ha ocasionado que las diferentes naciones
reclamen sus derechos soberanos para explotarlos y después de muchos años de
lucha diplomática se está llegando al acuerdo de que "el mundo necesita un
tratado sobre la ley del mar".
Es importante recalcar
que, si se quiere el beneficio de toda la especie humana, esta nueva
legislación internacional del mar debe garantizar el derecho que todo pueblo
tiene a resolver su problema de alimentación, y a alcanzar el progreso y el
desarrollo económico. La cooperación internacional debe asegurar una
repartición equitativa de la riqueza para todos los pueblos del planeta.
Pero también se tiene
que hacer notar que antes de repartirse las riquezas del océano, se le tiene
que conocer mejor, hacer el inventario de sus recursos, analizar sus
características, conocer sus posibilidades. En la actualidad, esta labor la
realiza una minoría de científicos que pertenece a las naciones poderosas,
aunque los países en vías de desarrollo están haciendo esfuerzos significativos
al respecto; de cualquier modo, se hace indispensable que estos conocimientos
sean compartidos por todas las naciones para así lograr una mejor
administración y aprovechamiento de estas riquezas.
La utilización integral
y racional de los recursos oceánicos y el mantenimiento y restablecimiento de
las características de su ambiente, así como la repartición equitativa de las
ventajas que la utilización de estos recursos producen, deben de ser una de las
metas más significativas que la humanidad se fije, para poder continuar
desarrollándose dentro de un clima de paz y tranquilidad.
Es indispensable que se
gaste más dinero en producir alimento para satisfacer las
necesidades de la población mundial, que en armamento, que
sólo llevará a la destrucción, y también es imprescindible que cada ser humano
se dé cuenta de lo importante que es el cuidar los recursos que lo rodean, para
que las nuevas generaciones los puedan aprovechar.
II. LA ECONOMIA DEL OCEANO
DURANTE miles de años la humanidad sólo
aprovechó una pequeña parte de la riqueza que el océano le podía proporcionar,
representada por los seres vivos de aguas costeras y superficiales y por las
vías de navegación; y no fue sino hasta mediados del presente siglo cuando se
inició una explotación integral de los recursos marinos.
Sin embargo, con excepción
de los recursos pesqueros, se sigue utilizando una parte insignificante de la
riqueza que el océano posee; por esta razón se considera a la economía marina
como la "economía del porvenir", y se espera que en el futuro todos
los países, hasta los que no tienen litoral, se beneficien con esta riqueza.
La economía marina es el
resultado de una serie de actividades que el hombre realiza para explotar los
recursos naturales renovables y no renovables del océano y que aportan
ganancias. La explotación de petróleo y gas, el transporte comercial y la
pesca, son los tres tipos de aprovechamiento que producen el mayor ingreso para
el hombre, quedando después la extracción de minerales, la explotación de
compuestos químicos, la utilización de la energía del oleaje y las mareas, la
obtención del agua dulce, el uso de la energía solar que absorbe, y las
actividades turísticas y recreativas.
Los programas de exploración y prospección para localizar el petróleo y el
gas en los fondos marinos se intensificaron a partir de los años 60, lo que
permitió poder empezar su explotación en la plataforma continental; algunos
países como Estados Unidos, Japón, México, Venezuela y los de Europa Occidental
han aumentado los trabajos de explotación. Se considera que en el año 2000 la
tercera parte del petróleo que la humanidad esté utilizando, será extraída de
los fondos oceánicos.
El transporte marítimo
comercial es uno de los medios más usados para el traslado internacional de
cargas, y más del 80% de las mercancías que se mueven en el mundo lo hacen por
vía marítima. Esta actividad económica es considerada como una de las que más
desarrollo presentará en un futuro, debido a que se construyen barcos de mayor
tamaño y capacidad de bodega, además de que cada día éstos son más veloces y su
diseño es cada vez más especializado, lo que les da mayor eficiencia; asimismo,
se ha incrementado el número de puertos de altura para que puedan atracar
embarcaciones de gran calado y que cuentan con equipos automatizados para
realizar los trabajos de carga y descarga que permiten obtener óptimos
resultados. Con estos adelantos, el transporte marítimo comercial se ha
transformado en una de las ramas más dinámicas de la economía mundial y produce
vínculos entre los países, además de elevar sus posibilidades de desarrollo y
hacer progresar la cooperación internacional.
En los países
desarrollados como Estados Unidos, Japón, Inglaterra, Unión Soviética, Francia
y Alemania, el comercio es de excepcional importancia por utilizar las vías
marítimas, mientras que a los países en vías de desarrollo este medio todavía
no les proporciona beneficios, debido a que siguen siendo compradores de
artículos industriales caros y sólo exportan materias primas baratas y productos
semifacturados.
En un principio el
transporte marítimo comercial marcó una rivalidad entre los mercados mundiales,
pero poco a poco los países han fomentado las relaciones cordiales
estableciendo conferencias y convenios internacionales como la Conferencia de
las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo, con su Comité para la
Navegación; y la Organización Intergubernamental Consultiva Marítima, así como
el Comité Marítimo Internacional, que se encargan de mejorar las condiciones de
la navegación internacional, sobre todo de los países en desarrollo y, con
esto, de intensificar la cooperación universal en dicha actividad. En estas
conferencias sobre las líneas mundiales del transporte marítimo, el principio
básico es evitar la discriminación de los países y sus compañías navieras, así
como cuidar que no se establezcan monopolios en estas líneas y estimular la
cooperación en la navegación marítima mercante.
El desarrollo de la
pesca marítima está viviendo, en la actualidad, una nueva etapa, debido a que
el potencial biológico de los recursos pesqueros tradicionales se está
acercando a la utilización máxima; esto ha originado un incremento en la
colaboración internacional, para tratar de aprovechar esos recursos sin poner
en peligro su existencia, y así resolver la creciente demanda de alimento que
tiene la población mundial.
Esta colaboración entre
los países es indispensable, sobre todo porque algunos recursos, como el
arenque, el bacalao en el Atlántico norte, las anchoas en el sureste del
Pacífico y varias especies de atún, en diferentes áreas de captura, se
encuentran en peligro de agotamiento por sobrepesca; además el problema se ha
complicado por el aumento de la contaminación en el océano.
Es también importante
considerar que, en la actualidad, los países en desarrollo de América Latina,
Asia y África están incrementando sus capturas, lo que les permite utilizar los
recursos pesqueros para alimentar a parte de su población. Asimismo, en la
segunda mitad de los años 70, el establecimiento de las zonas económicas
exclusivas de 200 millas ha sido significativo para la utilización de los
recursos vivos del mar.
Los investigadores han
señalado que la captura anual que se puede obtener del océano, sin poner en
peligro a los recursos tradicionales, es de 130 a 150 millones de toneladas,
pero ésta podría ser mayor si se utilizaran otros organismos que en la
actualidad no se aprovechan, como el krill, los peces de fondo y los peces
pelágicos pequeños; también ayudaría el explotar otras zonas del océano poco utilizadas
para la pesca, así como la reproducción de individuos por medio de las técnicas
de acuicultura.
Para sostener y elevar
la productividad del océano, es indispensable que los países apliquen una serie
de medidas basadas en la investigación conjunta de los recursos biológicos que
se encuentran en ellos, y que permitan aprovecharlos racionalmente, regulando
la captura, protegiendo las áreas de pesca, desarrollando equilibradamente la
industria pesquera de cada uno de ellos con base en las demandas de pescados y
mariscos de la población, y prestando asesoría técnico-científica a aquellos
que la necesiten.
A partir de los años 70,
los convenios multilaterales y los bilaterales para la pesca han originado más
de 100 tratados y convenciones, fundándose cerca de 40 organismos
internacionales. Esta cooperación trata de establecer bases
científico-tecnológicas firmes para utilizar óptimamente los recursos de los
mares y para prestar asesoría a los países en desarrollo que no están, por el
momento, en condiciones de utilizarlos adecuadamente y así evitar la pérdida de
pesca y mariscos debido a la mortalidad natural.
En estos convenios se
debe formalizar el compromiso del intercambio de datos científicos y
estadísticos, y de los resultados de las investigaciones pesqueras, con el fin
de que sean aprovechados por todos los países; también es importante la
formación de los cuadros científico-tecnológicos que se necesiten, sobre todo
en los países en desarrollo, en los cuales también es importante establecer
programas que aumenten la ocupación de la población, la entrada de divisas
extranjeras por la venta de los productos y la transferencia de tecnología.
La conservación y la
utilización racional de los recursos biológicos del océano mundial es una tarea
de nivel internacional que sólo puede ser cumplida si todos los países
pesqueros colaboran de manera eficiente y responsable.
La extracción de
sustancias minerales de los fondos oceánicos, así como la obtención de
compuestos químicos a partir del agua del mar, no han alcanzado el mismo
desarrollo que las actividades anteriores y por el momento se encuentran en la
etapa de investigación: sólo en algunos países desarrollados como Estados
Unidos, Japón, y Unión Soviética se encuentran en las primeras etapas de
utilización industrial; por ejemplo, el aprovechamiento de los nódulos de
ferromanganeso, ricos en níquel, cobre, cobalto y manganeso, localizados en el
fondo oceánico y de los que se espera que en los próximos años representen una
de las industrias más importantes en la economía universal.
En la actualidad, la
utilización de estos minerales y productos químicos del mar se lleva a cabo a
nivel local, por lo que la participación internacional es incipiente; sin
embargo, se están dando los primeros pasos y desde el año de 1980 se elaboró un
proyecto por cerca de 150 países sobre "el régimen jurídico de explotación
de recursos minerales de la zona internacional del fondo marino", dentro
del marco de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar, y
se espera que en un futuro cercano se llegue a los acuerdos que permitan
aprovechar estos recursos en beneficio de la humanidad.
La utilización de la
energía del oleaje y de las mareas, así como el uso de la energía solar que
absorbe el océano y la obtención de agua dulce se encuentran, por el momento,
en la etapa experimental; y los países se están coordinando a través de varios
organismos internacionales, como la Comisión Oceanográfica Intergubernamental y
el Consejo Internacional para la Investigación del Mar, entre otras, para
lograr el éxito en este campo, y los científicos de Unión Soviética, Estados
Unidos, Japón, Inglaterra, Francia, Alemania y Canadá están obteniendo
resultados muy importantes.
Las actividades
turísticas y recreativas relacionadas con el océano se han incrementado
notablemente y son muchos los lugares del mundo en donde existe la
infraestructura para realizar estas actividades, como en el puerto de Acapulco
y Zihuatanejo en Guerrero, y Cancún en Quintana Roo, en México, o la Costa Azul
en Europa. Los cruceros a través de los diferentes mares son cada vez más
numerosos y llamativos; esto también sucede con los deportes, y las
competencias se multiplican, tanto a nivel nacional como internacional.
La inversión en la
infraestructura para atender estas actividades, ha alcanzado cifras enormes; el
dinero aplicado a puertos, hoteles, embarcaciones, restaurantes, tiendas
comerciales, yates, veleros, equipos de buceo, etc., llega a billones de
dólares, y el número de personas que dependen de ellas es muy grande, y día a
día se incrementa. El turismo y la recreación relacionados con el mar presentan
inmejorable futuro.
Figura 6. Puerto de Acapulco.
La economía del océano
cambia cada año de acuerdo con las necesidades de la humanidad, la cual necesita
aprovechar mejor los recursos del océano mundial; para ello estudia más a fondo
estos mares y diseña mejores métodos para utilizar sus riquezas; todos los
estados, independientemente del sistema socioeconómico que desarrollen, están
interesados en la cooperación internacional para lograr que se utilice al
océano y sus recursos de manera razonable, cuidadosa, eficaz y conjunta.
III. LA
POBLACIÓN MUNDIAL Y EL OCEANO
DESDE la aparición de la
especie humana en el planeta, su lugar de vivienda ha sido la tierra firme; sin
embargo, a través de cientos de miles de años, los hombres construyeron sus
moradas cerca de un cuerpo de agua y así, poco a poco, se fueron acercando a
las orillas de los mares, principalmente estimulados por la utilización de los
recursos vivos del océano.
Se ha considerado que en
un principio sólo se aprovechaban aquellos organismos que las características
de las costas y el régimen de mareas ponían a su alcance, pero cuando lograron
dominar las técnicas de navegación, fue aumentando la utilización de los
organismos marinos. En otros casos, la escasez de alimento de origen terrestre,
que se presentaba en la región en donde vivían, los obligó a usar los recursos
marinos; esto sucedió, por ejemplo, con los esquimales que se asentaron en Groenlandia.
Al desarrollarse las
técnicas para la construcción de embarcaciones, así como las de navegación, la
humanidad empezó a darle otro uso al océano: el de transporte marítimo de sus
productos, iniciándose el comercio entre las diferentes naciones, lo que
ocasionó cambios en sus actividades y en su desarrollo económico.
En la actualidad, la
distribución de la humanidad en la orilla del océano mundial está determinada
por esta última razón, y la cantidad de carga que se transporta a través de los
mares, así como las distancias que se cubren con las embarcaciones, crecen en
una tasa más grande que la de la población mundial, debido principalmente a los
cambios que se presentan en la economía de estas poblaciones, al aumentar las
posibilidades económicas y sociales con el incremento de fuentes de trabajo y
de infraestructura industrial, lo que atrae a estas zonas litorales a nuevos
pobladores.
Para alcanzar el estado
actual que presenta la distribución de la población en las orillas del océano,
acontecieron varios sucesos a lo largo de la historia. Las huellas dejadas por
el hombre en sus primeras etapas son básicamente continentales; dependía
principalmente de la recolección de especies vegetales, y posteriormente de la
caza y de la pesca en ríos y lagos. Para realizar estas acciones se desplazaba
en áreas pequeñas, a partir del punto en donde un grupo humano o una tribu
habitaban, describiendo una circunferencia; dependía, por lo tanto, de los
recursos terrestres, y esto se incrementó al cambiar la recolección por la
agricultura y la caza por la domesticación de animales.
Estas características
del comportamiento de la humanidad empezaron a cambiar cuando puso en práctica
técnicas primitivas que le permitieron transportarse a través de los lagos y
ríos, llegando posteriormente a la desembocadura de estos últimos en el mar;
así, empezó a navegar en aguas marítimas.
Posiblemente sus
primeros desplazamientos fueron muy cerca de la costa, debido a lo frágil que
eran sus embarcaciones, y tuvo que pasar un tiempo para que se construyeran
otras, capaces de resistir la fuerza de las marejadas; sin embargo, las
ventajas que el mar les ofrecía en la recolección de alimentos eran superiores
a las que les daba la tierra firme, ya que al bajar la marea lo único que
tenían que hacer era colectarlos, y no perseguirlos como a los animales
terrestres.
Los nuevos asentamientos
humanos en las costas fueron aumentando debido a las ventajas que éstas les
ofrecían en comparación con las áreas continentales, no sólo en la obtención de
su alimento, sino en el desplazamiento que podrían realizar a través de él,
para así conquistar nuevas tierras; primero fueron las islas, después los
archipiélagos y por último nuevos continentes. Estas migraciones resultaron muy
importantes en la formación del ecumene, es decir, la
totalidad de la tierra habitada.
Dependiendo de las
características de las costas y de la presencia de islas y archipiélagos
cercanos a ellas, la atracción que ejercían sobre el hombre era diferente; la
mayor era la de los mares interiores, ya que permitían mejor la navegación por
tener un oleaje y unas corrientes de poca intensidad; esto propició que unas
poblaciones se desarrollaran más que otras. Además, algunas de estas
colectividades humanas lograron dominar los medios de producción de alimento
antes que otras, así como los medios de navegación, lo que hizo que al tener un
desarrollo más acelerado, pudieran incursionar en el océano con fines de
conquista y sometimiento de poblaciones más atrasadas con lo que se empezó a estructurar
una "sociedad clasista".
Otro de los motivos de
atracción fue que el hombre descubrió que las costas le permitían establecer
fortalezas militares que le posibilitaban cuidar los productos que obtenía del
mar y comercializarlos.
Es interesante observar,
en este desarrollo de las comunidades humanas en las costas, la aparición de
los piratas y filibusteros que se establecieron en lugares de difícil acceso
del litoral o en islas, lo que, más que de la leyenda, dependió, de la
aparición del comercio marítimo; de no llevarse a cabo, este tipo de población
no hubiera existido.
Desde el periodo en que
los mares dejan de separar a los pueblos y los unen, permitiendo, inclusive,
que individuos de razas provenientes de climas diferentes y con características
somáticas diferentes, se crucen entre sí, influyen considerablemente en la
formación de nuevos tipos dentro de las "razas humanas", debido a
cruzas genéticas de las características biológicas, por ejemplo los tipos de
transición entre los europoides y los negroides.
Figura 7. Tipos humanos.
Se considera que en el
origen de muchos de los tipos raciales actuales influyó la posibilidad que el
hombre tuvo para emplear el océano como medio de comunicación, y así se piensa
que el pueblo mexicano tuvo como sustrato racial inicial a los europeos y a los
mongoles; y el brasileño a los europeos y a portadores de caracteres de la raza
ecuatorial de África.
Los contactos tempranos
que pudo haber tenido la humanidad a través de los océanos influyeron grandemente
en la formación de tribus, pueblos y naciones, no sólo en sus características
genéticas, sino en las étnicas y en las lingüísticas.
Un ejemplo se puede
observar al estudiar la compleja etnogénesis del pueblo de las islas
británicas, cuyo desarrollo está relacionado con la utilización de las vías
marítimas de migración. Se tienen pruebas históricas de que la población
inicial de estas islas, en la época de la dominación romana, eran diferentes
tribus del grupo lingüístico celta; después penetraron grupos pertenecientes a
los anglos y sajones, de la familia lingüística indoeuropea; después llegaron
los vikingos a varias islas y por último, a través de la Mancha, los normandos.
Otro caso es la
formación del pueblo americano, el cual tuvo como componentes étnicos a los que
llegaron en diferentes etapas de distintos países de Europa, así como a
esclavos traídos por éstos de países africanos. Unos de los europeos poseían
una industria avanzada como Gran Bretaña, Alemania y Holanda; mientras que
otros estaban más atrasados industrialmente y sufrían una crisis agraria, como
España.
A pesar de que conforme
avanza el tiempo, la humanidad va logrando utilizar y dominar algunas
características del océano, todavía su mayor actividad productiva y sus
asentamientos se encuentran en tierra firme y es poco probable la existencia de
una formación políticoestatal exclusivamente marítima.
Los factores que
influyen para la distribución de la población en la costa son: los caracteres
geográficos naturales del lugar, el tipo y cantidad de recursos que existen, y
el desarrollo socioeconómico. De acuerdo con estas características, los
asentamientos pueden ser transitorios o definitivos y cambiar los índices de
densidad, de urbanización y de tipos de actividades relacionadas con el mar.
La distribución
contemporánea de la población humana del planeta ha sido estudiada por gran
cantidad de autores, llegándose a la conclusión de que se pueden localizar los
asentamientos a diferentes distancias de las costas. A la comunidad que vive a
una distancia de 50 kilómetros de la costa, se le puede considerar, sobre todo
con los medios de transporte actuales, población directamente litoral,
y toda su actividad está ligada íntimamente con el mar.
A los núcleos de
población asentados entre 50 y 200 kilómetros de distancia de la costa se les
denomina población industrialmente ligada al litoral, en esta
región la economía no depende totalmente de la actividad oceánica; sin embargo,
la población recibe cierta influencia de la proximidad del mar.
Después se encuentran
las áreas a 500 o 1 000 kilómetros y las de más de 1 000 kilómetros de
distancia, en las que la influencia del océano es decreciente en relación con
su alejamiento de la orilla del mar.
Se ha calculado que, en
la actualidad, la población litoral directa e indirecta representa el 50.3%;
mientras que la que recibe poca influencia del océano es el 49.7% del total
mundial.
La densidad de la
población de las zonas costeras es grande, alcanzando más o menos 80 personas
por km², es decir, 2.5 veces superior al promedio total de la que habita en los
continentes, lo cual indica la tendencia que ha presentado el hombre a
desplazarse hacia estas zonas por las ventajas que representa la riqueza de sus
recursos.
Distribución de la población en los
continentes.
De las 183 ciudades
llamadas "millonarias", por tener un millón o más de habitantes, 91
se localizan en la costa o en zonas próximas a ésta. De las 20 que tienen más
de 5 millones, 13 están en la orilla o cerca del mar.
Distribución de las ciudades millonarias
De acuerdo con las características de las costas y la antigüedad en que
fueron fundadas las ciudades, se puede observar que en Europa, donde las costas
son recortadas y las ciudades viejas, de las 49 que existen se encuentran 30 en
el continente, mientras que en Asia son 35 de un total de 69 y en América
Latina 10 de 18 las ciudades costeras.
Figura 8. Incremento de la población mundial.
Entre las que tienen más
de cinco millones de habitantes, 10 son puertos: Tokio; Shanghai, Calcuta,
Bombay, Jakarta, Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires y Río de Janeiro; a 50
km está Seúl; y 7 se encuentran en el interior: Moseba, París, Pekín, El Cairo,
Chicago, México en su zona metropolitana y Sâo Paulo.
El desplazamiento de las
poblaciones hacia la zona litoral se ha incrementado considerablemente a
principios del presente siglo; se calcula que a menos de 100 km de distancia
del mar vivía aproximadamente el 25% de la población mundial, mientras que en
la actualidad se considera que es el 53%; esto se debe principalmente a que los
países en vías de desarrollo han tenido que buscar los recursos que el océano
les ofrece.
En algunas de estas
áreas de la costa se están llevando a cabo esfuerzos para ganarle terreno al
mar, como en el caso de los Países Bajos, en donde se trabaja sistemáticamente
en la conquista de terrenos costeros en la zona de bajos, o como en Japón, con
los rellenos de tierra que se hacen en la bahía de Tokio; también en México esto
se ha realizado en Campeche.
La estructura
urbanística de las ciudades costeras es muy característica y depende del
relieve y de los contornos de la costa. Generalmente las poblaciones litorales
se localizan en lugares protegidos contra el viento, con aguas de poca
profundidad y con mareas y oleaje poco activos.
Usualmente estas
características del litoral organizan el espacio que ocupa la ciudad,
encontrándose la mayoría de ellas en zonas donde existe una bahía, seguida de
un valle abierto que permita a sus pobladores realizar actividades de
agricultura y ganadería, además de las que llevan a cabo para aprovechar los
recursos marinos.
Por lo común en estas
ciudades existe una primera calle paralela a la costa, que en México recibe el
nombre de "malecón", y de ella parten calles perpendiculares y
paralelas, dando una formación rectangular o radial; cuando la planicie costera
termina y empiezan las elevaciones del terreno, las calles tienen un trazo
curvilíneo, para suavizar las subidas. Las instalaciones portuarias se
establecen cerca de la orilla, junto con las turísticas.
La mayoría de estas
ciudades no se sostienen sólo de la utilización de las riquezas del mar, ya que
también desarrollan actividades agropecuarias y forestales, así como
turísticas, artesanales y comerciales. Para contar con el agua necesaria para
la agricultura, se han establecido cerca de los ríos que desembocan en el mar,
sobre los cuales navegan en pequeñas embarcaciones, y utilizan sus caudales
para bajar las maderas de la zona forestal.
El panorama actual de
los asentamientos de población en las costas permite distinguir varias regiones
en el planeta.
La región circumpolar
tiene una distribución muy característica de su población, la cual es escasa y
vive exclusivamente de los recursos del océano, debido a que la tierra firme es
estéril al estar cubierta por una capa de hielo, como sucede con los esquimales
de Groenlandia. Sin embargo, en esta región circumpolar existen poblaciones que
subsisten de la caza o cría nómada de renos de la tundra o en el bosque-tundra,
como los chukches y los koriakos, pueblos de la Unión Soviética localizados en
Eurasia.
En la región del
noroeste de Europa, los ríos Elba, Weser, Rin y Támesis, que desembocan en el
océano, han permitido el establecimiento de grandes ciudades como Liverpool,
París y Hamburgo, que albergan la mayor población de Europa, y su sostén
depende en mucho de actividades marinas como la pesca, el transporte, el
comercio, el turismo y hasta la utilización de las mareas para la producción de
energía eléctrica.
En la región meridional
de Europa, formada principalmente por las costas del norte de África y todas
las del Mediterráneo, se localizan medianas y pequeñas ciudades, así como
poblaciones rurales que dependen fundamentalmente de los recursos marinos,
aunque, por su clima cálido, también tienen buenos cultivos principalmente de
cítricos, vid, legumbres, etc., que refuerzan la economía de estas poblaciones
litorales.
En las regiones de las
costas oriental y occidental de América del Norte, se localizan franjas
urbanizadas de gran densidad humana, como es la llamada "megalópolis"
formada por las grandes poblaciones de Nueva York, Filadelfia, Boston,
Baltimore y Washington, D.C., en la costa oriental; y la franja que va desde
San Diego, California, hasta San Francisco en la costa occidental de Estados
Unidos.
En estas dos franjas,
que llegan a ocupar más de 1 000 km de longitud, existen multitud de puertos de
diferentes dimensiones, en donde se establece la industria pesquera, la
comercial y la de transporte marítimo; entre estos puertos se encuentran playas
en donde se construyen hoteles, centros deportivos, casas de verano, etc.; en
todas estas actividades se desarrollan fuentes de trabajo que hacen que cada
vez más población se desplace hacia estas zonas.
En América del Sur
destacan las poblaciones costeras que forman la región oriental en Brasil y
Argentina, en donde se localizan desde los pequeños puertos hasta los grandes
industrializados. En estos países la llanura costera es grande, por lo que las
actividades agropecuarias tienen mayor intensidad que las pesqueras. En Chile,
por razones geográficas, todas las ciudades importantes, con excepción de
Santiago, están en la costa del mar, como Valparaíso y Antofagasta o en la
ribera de los ríos, como Concepción y Valdivia.
La región de las islas
japonesas es una de las más pobladas del mundo, y las 4/5 partes de su
población viven en zonas ribereñas, en donde dependen de los recursos marinos y
del cultivo de peces y de arroz en las zonas inundadas. En sus grandes ciudades
como Tokio, Yokohama, Kawasaki, Osaka, Kyoto, etc., se encuentran grandes y
medianos puertos, que pueden ser industriales, pesqueros o combinados, así como
numerosas zonas turísticas.
En la región oriental
del continente asiático se concentra la mayor parte de la población de China,
pero como sus llanuras entre la costa y sus montañas son más extensas, depende
fundamentalmente de actividades agropecuarias y del cultivo de especies
acuáticas, aunque en la región de los esteros se localizan grandes grupos
humanos formando puertos, como en Tanga y Xinganga.
Las islas de Indonesia
representan otra región densamente poblada, como es el caso de la isla de Java,
considerada como una de las de mayor población en el mundo; estas poblaciones
se valen principalmente de los recursos del mar, empleando métodos
rudimentarios; algunas de ellas tienen plantaciones.
En la península de
Indostán, entre el cauce de dos grandes ríos, el Ganges y el Brahmaputra, se
establece una de las concentraciones más grandes de población que viven del
cultivo del arroz, y que se extiende hasta la costa de Malabar poblando una
zona entre el Mar Arábigo y los montes Ghates occidentales, en donde la
agricultura y el desarrollo industrial son mínimos, lo que propicia que los
habitantes tengan que depender casi exclusivamente de los recursos marinos.
En los litorales de
África se pueden distinguir dos regiones, además de la que forma parte de la
cuenca del Mediterráneo, y que son la costa oriental de África, que se extiende
hacia el sur del ecuador, donde destacan los importantes puertos de Mombasa,
Dar-es-Salam y Zanzíbar, y otros más pequeños corno Linde y Tanga, y en la
costa occidental de África, en donde la densidad de población es mayor, se han
fundado puertos como: Dakar, Freetown, Monrovia, Takoradi, Puerto Novo, Puerto
Gentil, Luanda, Puerto Alejandro y Puerto Nolloth, entre otros.
La población que habita
estas zonas costeras tiene características especiales: la gran mayoría se
encuentra sólo temporalmente en las ciudades realizando actividades que les
permiten aprovechar los recursos océanicos; la minoría son gente que al nacer
en la zona costera se establece de manera definitiva.
Esta mayoría de la
población, en donde domina la edad "apta para el trabajo", se encuentra
generalmente vinculada con la tierra firme, donde tiene su habitación
permanente y el lugar donde se abastece, y se puede dividir según sus
actividades en: tripulación de los buques mercantes, personal de los barcos
pesqueros y de otras industrias; tripulaciones de los buques de guerra,
tripulación y personal científico y técnico de los buques de investigación,
contingentes de viajeros, turistas, y tripulaciones y usuarios de aviones que
tocan puerto durante sus travesías en los océanos.
Sin embargo, la
tendencia histórica de la distribución de la "población ligada al
océano", indica que cada día un mayor número de seres humanos se desplazan
a las zonas costeras, con la esperanza de aprovechar los recursos que los mares
les ofrecen. ¡Esperemos que estén conscientes de lo importante que es hacer que
esta utilización sea racional!
IV.
PRODUCTIVIDAD HUMANA EN LAS COSTAS
DESDE hace mucho tiempo, la población
mundial ha sido atraída hacia las costas debido a que su actividad económica
siempre va en aumento gracias a la explotación de los recursos que el océano
ofrece; todo ello trae como consecuencia el establecimiento de grandes
complejos industriales en todos los litorales.
En estos complejos, que
cada día se modernizan más gracias al avance científico y tecnológico, se
localizan las instalaciones que permiten atender el transporte marítimo, las
construcciones y reparaciones navales, el manejo de los productos pesqueros, el
tratamiento de metales y la refinación del petróleo, el manejo de la producción
agropecuaria y su transformación en "productos exportables", así como
las que hacen posible el movimiento de las cargas de importación y su
distribución por el país, como grúas, bodegas, la red ferroviaria, las
carreteras, las vías fluviales, los oleoductos, etcétera.
Entre los complejos
portuarios industriales destacan los que cuentan con la infraestructura para la
transformación del petróleo, ya que cerca del 80% del crudo que se extrae en el
planeta se transporta por vía marítima, utilizando los buques cisterna y los
"superpetroleros" de más de 300 mil toneladas; esto aumenta cada vez
más con el ascenso de la extracción de energéticos en la plataforma
continental.
Otra de las razones por
las que los puertos petroleros se han incrementado, son las medidas que los
países están implementando para proteger el medio de áreas interiores
densamente pobladas, por lo que la construcción de grandes refinerías se ha
desplazado hacia los litorales, como las construidas en islas artificiales en
la desembocadura del Támesis y del Elba en Europa occidental.
La industria minera también se está desplazando hacia la costa, debido a
que en algunos países se ha iniciado la extracción de los minerales del fondo
oceánico, y otros tienen que importar grandes cantidades de estos minerales,
como Japón con la "mena de hierro", que en un 100% le llega de otros
países por vía marítima. Como ejemplo de estos enormes complejos metalúrgicos
se encuentran los localizados en Francia en Dunkerque al norte y en
Marsella-Fos al sur. Además, la transportación de estos minerales por medio de
barcos resulta cada vez más económica en comparación con la que se hace por vía
terrestre.
Figura 9. Desarrollo industrial en la zona costera.
Ligado con la
explotación de estas materias primas minerales está el manejo de productos
semimanufacturados y la explotación de los ya terminados, por lo que se están
estableciendo cada vez más plantas en estas zonas, como la fábrica de montaje
de automóviles Volkswagen en el puerto de Emden, Alemania Federal, o las fábricas
de automóviles de marcas norteamericanas en Amberes, Bélgica y El Havre,
Francia.
También en las costas
crece el número de centrales nucleoeléctricas (CEN), por necesitar grandes cantidades de agua marina para el enfriamiento de
las pilas de los reactores que utilizan, como es el caso de la central que se
construyó en Laguna Verde, Veracruz, México, para producir 674 500 kilovatios
en 24 horas y casi 6 millones de kilovatios/hora en un año.
En Estados Unidos,
Suecia, Alemania Federal y Francia se está construyendo en las zonas ribereñas
la mayoría de las centrales nucleoeléctricas, y se calcula que para el año 2000
el 57% de todas las CEN se encontrará en
el litoral. Esto se observa en la Unión Soviética, en donde la de Leningrado,
considerada como una de las más potentes, está en la costa del Golfo de
Finlandia.
Los programas de
acuicultura son otros factores que están atrayendo a la población mundial hacia
la costa, incrementándose cada vez más para ayudar al desarrollo pesquero de
los países. Para realizar estos programas se ha establecido una infraestructura
especializada y preparado a los técnicos que la atiendan.
También se observa, en
la actualidad, que zonas enteras de las costas se convierten en complejos
turísticos, como en el caso de la Riviera francesa, las costas de España, de
Italia, de las islas Canarias y las Baleares; del litoral de la Unión
Soviética, Rumania y Bulgaria en el Mar Negro; las de Yugoslavia en el
Adriático; las de Florida, México, Brasil y Argentina en el Atlántico; las de
California, México, Colombia y Chile en el Pacífico, y los nuevos balnearios
del norte de África. A todas estas zonas turísticas acuden cada año miles de
vacacionistas buscando las delicias del mar.
Este desplazamiento de
la humanidad hacia la costa está produciendo, en algunos lugares, graves
problemas de urbanización, llegándose a formar grandes ciudades o megalópolis,
como Los Ángeles en Estados Unidos o Río de Janeiro en Brasil.
Con toda la
infraestructura que el hombre ha llevado a las costas y de acuerdo con el
desenvolvimiento socioeconómico de cada lugar, se han establecido en los países
desarrollados zonas industriales portuarias multifuncionales, en
donde se localiza una industria de transformación diversificada, así como la
infraestructura necesaria para la comercialización de los productos tanto al
interior como al exterior; por ejemplo, San Francisco y Nueva York en Estados
Unidos y Leningrado y Vladivostok en la Unión Soviética. Estos complejos
industriales portuarios en los países en vías de desarrollo son incompletos,
aunque en la actualidad se realizan esfuerzos para complementarlos y en algunos
países de América Latina, Asia y África ya se localizan grandes puertos de
exportación e importación, como el de Buenos Aires en Argentina y Valparaíso en
Chile.
Se ha observado que
estos complejos se concentran más en los litorales del Atlántico, que
constituyen las 3/4 partes del total de los puertos del planeta, principalmente
los de Estados Unidos y Europa; en ellos se maneja el 70% de las cargas que se
transportan entre América del Norte y Europa, consistentes en carbón, granos y
productos terminados; los puertos del Golfo de México y Mar Caribe envían
petróleo hacia Europa; de las ricas regiones pesqueras del Mar del Norte y del
Golfo de México se mueven productos a todo el mundo, y en estas zonas se
encuentran dos de los centros más importantes de recreo y turismo, como son los
litorales del Méditerráneo, y de Florida.
Destacan en el Atlántico
como grandes complejos portuarios, los que se localizan en la costa atlántica
de Estados Unidos, en la franja costera que va desde Boston hasta Baltimore y
Washington, donde están las zonas portuarias de Nueva York, Delaware y
Filadelfia y que contienen la mayor industria de transformación del país y del
mundo, lo que ha traído como consecuencia que en esta zona se encuentre una de
las mayores concentraciones de población y se realicen las más grandes
operaciones del comercio y de la banca nacional e internacional.
En la costa atlántica de
América Latina destacan los complejos portuarios de Río de Janeiro y Santos, en
Brasil, y de Buenos Aires, en Argentina, en donde se concentran las industrias
dedicadas a la transformación de materias primas, principalmente de productos
agropecuarios y mineros, y a la explotación de los productos terminados.
En el resto de los
países de América y del Caribe, se están haciendo esfuerzos por desarrollar sus
fuerzas productivas a lo largo de los litorales, y México y Venezuela han
logrado, grandes avances con base en el envío de petróleo y sus derivados a
Estados Unidos, Canadá y otras regiones del planeta; Cuba se está superando
gracias a una diversificación de su economía.
En el litoral del
Atlántico de Europa Occidental se encuentran países como Inglaterra, Portugal,
España, Francia y los Países Bajos, que tradicionalmente han sido potencias
marítimas, y en ellos existen seis puertos de grandes dimensiones: Rotterdam,
Amberes, El Havre, Londres, Marsella-Fos y Génova, en donde se localizan vías
de navegación europeas de gran importancia en el transporte internacional, así
como poderosos y diversificados complejos industriales.
Tradicionalmente los
países escandinavos han estado estrechamente relacionados con el mar, y en los
litorales existen centenares de puertos; muchos de ellos son las capitales de
estos países. Sus instalaciones para construcción naval, sus flotas mercantes y
el movimiento de productos pesqueros son de los más importantes en el mundo.
Entre sus complejos portuarios más importantes se encuentra el finlandés Helsinki
y Kotka, que presenta la mayor concentración de población e industria.
En las costas del Mar
Mediterráneo los complejos industriales portuarios presentan menores
proporciones, por lo que el desarrollo de las zonas litorales fundamentalmente
se basa en el turismo, extendiéndose una franja continua de balnearios y playas
a lo largo de la Riviera italiana y francesa; la Costa Brava y la Costa Dorada
en España; así como las Islas Baleares y el Sur de Grecia, en donde cientos de
miles de turistas se divierten y descansan durante el verano.
En el continente
africano sólo se encuentran desarrollados los puertos de la costa del Mar
Mediterráneo, pertenecientes a Libia, la RAE y los países del Magreb, en donde
se manejan el petróleo, el gas licuado, la metalurgia y la industria química,
siendo Dakar uno de sus complejos portuarios más importantes. El resto de los
puertos de África apenas mueve el 7% de las cargas de tráfico marítimo mundial.
Los complejos portuarios
marítimos en las costas del Océano Pacífico son menos complejos y ramificados
que los del Atlántico, encontrándose los más desarrollados en las costas de
Estados Unidos y Japón. En los puertos de este litoral se maneja el 26% del
tráfico de cargas marítimas.
En la costa oeste de Estados Unidos destaca el complejo portuario que se
extiende desde San Diego hasta San Francisco, en donde la concentración de
industria y población constituye una megalópolis de gran potencial económico, y
en ella se encuentran localizadas instalaciones petroleras y de industria
aeronáutica, maderera y electrónica; también destacan en esta zona las
instalaciones de investigación científica y tecnológica.
Figura 10. Los puertos principales del mundo. 1) Singapur (república de
Singapur) 2. Kobe, 3) Tokio y 4) Osaka (Japón); 5) Vancouver (Canadá); 6) Nueva
York, 7) San Francisco y 8) Nueva Orleans (EUA); 9) Ensenada, 10) Tampico, 11) Veracruz y
12) Acapulco (México); 13) Willemstand (Curazao); 14) Puerto Cabello
(Venezuela); 15) El Callao (Perú); 16) Río de Janeiro (Brasil); 17) Valparaíso
(Chile); 18) Buenos Aires (Argentina); 19) Londres (Inglaterra); 20) Hamburgo
(Alemania); 21) Rotterdam (Holanda); 22) El Havre y 23) Marsella (Francia); 24)
Génova (Italia); 25) Barcelona (España); 26) Mena al Almadi (Kuwait); 27)
Jeddah (Arabia Saudita); 28) Djibuti (Somalia).
Más al norte de esta
costa se encuentra el puerto de Seattle, en el estado de Washington, base de
una importante flota pesquera y que cuenta con gran infraestructura para
atender el comercio de los productos que ésta captura.
En la costa de Canadá,
en el Pacífico, destaca el complejo portuario de Vancouver, que cuenta con
instalaciones para la construcción de maquinaria de transporte, para la
industria maderera y para la industrialización de conservas de pescados.
En América Latina se han
desarrollado dos complejos portuarios importantes, en Chile la zona de
Valparaíso-Santiago y en Perú la de Lima-Callao, en donde se localiza
importante industria transformadora y por los cuales se exportan materias
primas minerales y agropecuarias. En el litoral del Pacífico de México se
localizan puertos importantes para la industria pesquera como Ensenada en Baja
California, Guaymas en Sonora y Mazatlán en Sinaloa; para el turismo están
Acapulco en Guerrero, Manzanillo en Colima, el propio Mazatlán en Sinaloa y La
Paz en Baja California Sur.
El sistema de complejos
portuarios de Japón, que ha sido llamado "cinturón del Pacífico
japonés", es uno de los más importantes del mundo y en él se encuentran la
mayor parte de la población y de la economía de este país. Su industria tiene
grandes plantas siderúrgicas, otras para la refinación del petróleo, la
petroquímica y las construcciones mecánicas.
Japón depende del océano
no sólo porque sus centros industriales, se localizan en los litorales, sino
porque necesitan importar gran cantidad de las materias primas que utilizan,
además de su alimento, que en su mayor parte proviene de la pesca. Esto ha
producido que en los grandes puertos de Kobe, Tiba y Yokohama, se encuentre una
de las más importantes industrias de construcciones navales y que este país
tenga la marina mercante y la flota pesquera más grande del mundo.
En Australia, los
puertos de Sydney y Melbourne presentan complejos industriales relacionados con
la extracción de carbón de piedra, siderúrgica y refinación de petróleo, así
como la fabricación de automóviles. En Nueva Zelanda el complejo portuario de
Oakland tiene industria que procesa materia prima importada, dedicada a la
fundición de acero y la refinación de petróleo, y por su puerto de Wellington
realiza exportaciones de productos agropecuarios como lana, mantequilla, queso,
carne, etcétera.
En los países con costa
al Océano Índico, el desarrollo portuario se ha basado en la explotación del
petróleo, aunque en los últimos años se han creado industrias e
infraestructuras que permiten mover importantes cargas, como en el caso del
puerto de Ras Tannurah en Arabia Saudita o el puerto iraní de Kharg. En esta
región del Océano Índico el mayor desarrollo de complejos portuarios se encuentra
en la República de Sudáfrica y en la India.
Los Emiratos Árabes
Unidos, que abarcan siete territorios, han construido puertos importantes donde
se localiza la planta para desalazón de agua de mar más grande del mundo;
además de zonas de hoteles de lujo y centros turísticos.
El desarrollo de
complejos industriales portuarios que permiten incrementar la productividad de
la especie humana con el aprovechamiento de los recursos que el mar le ofrece,
avanza a un ritmo intenso y sólo cabe esperar que se realice de una forma
racional y equitativa que permita establecer mayores vínculos entre los
diferentes países.
V.
TRANSPORTE MARÍTIMO MUNDIAL
EL OCÉANO mundial, como espacio único y
cerrado, permite que las embarcaciones circulen libremente desde cualquier parte
del mundo, siguiendo diferentes direcciones, por lo que se ha establecido una
gran cantidad de rutas marítimas.
La distribución de estas
rutas, su extensión y la intensidad con que son utilizadas depende de varios
factores, entre los que se encuentran las características de la línea de costa
de los continentes; las condiciones oceanográficas como las corrientes, el
oleaje y las mareas; la existencia de pasos naturales o artificiales:
estrechos, canales, etcétera; la distancia entre los puertos que envían o que
reciben las cargas; las características de los puertos en que operan las
embarcaciones y, sobre todo, del desarrollo económico de los países.
Las rutas marítimas
mundiales presentan modificaciones de acuerdo con el descubrimiento de nuevas
fuentes de materias primas, y el agotamiento de otras.
Los países que se
encuentran en vías de desarrollo están iniciando el proceso en el avance de la
ciencia y la tecnología del transporte marítimo y de la construcción de
puertos, con buques de mayores dimensiones y velocidad, con instalaciones
portuarias cada vez más complejas y especializadas, que han hecho que se
mejoren las posibilidades del transporte a través de los océanos.
Sin embargo, el aumento
de calado de las embarcaciones ha ocasionado ciertos problemas, debido a que
las zonas de más intensa navegación, como el Paso de Calais en Francia, los
estrechos daneses y el Estrecho de Malaca en Sumatra, así como los canales
artificiales como el de Suez y el de Panamá, presentan poca profundidad, lo
cual ha obligado a cambiar los itinerarios de las rutas marítimas o a seguir
utilizando buques de poco calado.
Entre las principales
rutas marítimas se encuentran las que comunican a los países de Europa con los
del norte de América y que se inician en Inglaterra y terminan en el litoral
Atlántico de Estados Unidos y Canadá, y otras que lo hacen en sentido contrario
navegando entre los 40 y 65 grados de latitud norte, cubriendo distancias de
entre 5 000 y 9 000 km. En esta zona del Atlántico Norte se localiza el mayor número
de rutas marítimas, ya que también llegan cargas que proceden de los océanos
Pacífico e Índico.
Las rutas que comunican
a Europa con América Central y del Sur pasan a través del Canal de la Mancha, y
presentan una extensión de más de 11 000 km. También por este canal pasan las
rutas que unen a Europa con África occidental y meridional y con el Océano
Índico, con una extensión de 9 000 kilómetros.
América se comunica con
los puertos del Mediterráneo a través de rutas que pasan por el Estrecho de
Gibraltar y se ramifican hacia el norte y el sur en las aguas que rodean la
isla de Madeira, cubriendo recorridos de 9 000 a 11 000 kilómetros.
En la zona norte del Atlántico destacan las rutas que Unión Soviética ha
establecido para conectarse con el Océano Pacífico, pasando por los estrechos
de Zembla y de Bering y recorriendo desde Leningrado hasta el Extremo Oriente.
Esta ruta tiene gran importancia para Alaska, ya que le permite mover sus
minerales.
También en el Atlántico
se localizan las rutas marítimas que Estados Unidos ha establecido para
comunicarse con América Central y del Sur, pasando por la Cuenca del Caribe,
con un recorrido de 4 000 a 11 000 km; la que va de Nueva York hasta el Cabo de
Buena Esperanza en Sudáfrica es una de las más largas.
De puertos de América
del Sur, como Montevideo y Río de Janeiro, salen rutas que van hacia puertos
del Océano Índico pasando por el sur de África, con un recorrido de 6 500
kilómetros.
En el Océano Pacífico el
número de rutas marítimas es menor; entre ellas, las más importantes son las
que unen a Estados Unidos y Canadá con Japón, las islas Hawai y las Filipinas,
recorriendo cerca de 9 000 kilómetros. Otras rutas de navegación importantes
para el Pacífico son las que comunican los puertos de América del Sur con
Australia y las que lo hacen entre Asia, Australia y Nueva Zelanda con Japón a
través de los estrechos de Malaca, Makasar y Lombok.
En el Océano Índico, la
mayor parte de las rutas sólo lo atraviesan, y únicamente están las que
comunican los puertos del Golfo Pérsico con los de Europa y América del Norte
para transportar materias primas; las más importantes son las que conectan los
de Australia con el Golfo Pérsico, Mar Rojo y los del sur de África, sobre todo
por las embarcaciones petroleras que ahí se mueven.
Las rutas marítimas que
se localizan en el Mar Mediterráneo establecen comunicación entre los puertos
del norte de África y del sur de Europa con los otros continentes, y con la
existencia del Canal de Suez se ha intensificado el transporte de cargas y de
petróleo.
En esta navegación a
través de los océanos, desempeñan un importante papel los estrechos naturales,
como el Estrecho de la Mancha que une al Mar del Norte con el Atlántico, que se
considera el más transitado; se calcula que lo navegan más de mil buques al
día; o el Estrecho de Gibraltar por el que se estima que transitan diariamente
400 embarcaciones; a los estrechos daneses que unidos al Canal de Kiel
comunican el mar Báltico con el Océano Atlántico. También son importantes los
estrechos turcos del Bósforo y de Dardanelos, por donde la flota soviética
navega para llevar carga a los puertos de Hungría, Bulgaria y Rumania.
Además de estos
estrechos naturales, existen tres canales artificiales de navegación que han
permitido conectar los diferentes continentes a través de los océanos. El Canal
de Suez, inaugurado en 1869, es el de mayor tráfico; le sigue el Canal de
Panamá, terminado de construir en 1914 y, por último, está el de Kiel, que se
puso en operación en 1985.
El transporte de cargas
que mueve la marina mercante mundial representa el 80% del comercio
internacional, siendo para algunos países de Europa, por ejemplo Gran Bretaña,
Grecia y España, mayor este porcentaje. Este transporte permite que los
gobiernos establezcan programas de desarrollo, con base en el comercio
exterior, para llegar a diversos mercados, así como lanzarse a la conquista de
nuevos.
El transporte de cargas
líquidas como petróleo y sus derivados, alcohol, aceite, agua dulce y
vinos, que se lleva a cabo en buques cisternas, cada vez se incrementa más,
siendo más intenso que el de las cargas a granel; esto se debe al aumento de
explotación del petróleo y sus derivados, ya que se entrega por vía marítima
más del 60% del crudo que se consume. Los países que más importan petróleo son
los de Europa Occidental, Estados Unidos y Japón.
Las cargas a
granel que se transportan por mar son: la mena, el carbón, los granos,
y algunas sustancias químicas como los fosfatos. Las cargas generales son
aquellas que se transportan empaquetadas, como productos industriales
terminados: coches, maquinaria, materias primas, cauchos; algodón, lana y
productos agropecuarios como mantequilla, carne, verduras, frutas, etcétera.
En el transporte
marítimo mundial son de gran importancia las características de los puertos y
su conexión con la infraestructura que tienen los países para la distribución
de estas cargas; el transporte a través de los puertos del planeta alcanza
cerca de los 10 mil millones de toneladas y se ha estimado que para el año 2000
puede alcanzar casi 20 mil millones de toneladas, por lo que se tendrán que
realizar modificaciones técnicas en muchos de los puertos actuales, para poder
atender esta demanda.
Los puertos que mueven
el mayor tonelaje de carga son, en Europa: Rotterdam, en los Países Bajos;
Marsella, Fos y El Havre, en Francia; Amberes, en Bélgica; Hamburgo, en
Alemania; Londres, Liverpool y Hartlepool, en Gran Bretaña, y Génova y Trieste
en Italia.
En Norteamérica: Nueva
Orleans, Nueva York, Houston, Baltimore, San Francisco y Long Beach, en Estados
Unidos; Seven Islands y Vancouver, en Canadá; Willemstand en Curazao; y
Ensenada, Tampico y Veracruz, en México.
En Sudamérica: Tubarao,
San Sebastián, Río de Janeiro y Victoria, en Brasil; Puerto Miranda y Amuay, en
Venezuela; Buenos Aires, en Argentina; Valparaíso, en Chile y Callao en Perú.
En Asia: Kobe, Yokohama,
Nagoya, Kawasaki, Tokio y Osaka, en Japón; Singapur; y Damay, en Indonesia. En
el Medio Oriente: Rastannurah, en Arabia Saudita; Kharg y Bandar Mashur en
Irán; Mena al Almadi, en Kuwait; Diebel Dhana, en los Emiratos Árabes Unidos y
Fao, en Irak. Además, están Port Hedland y Dampier, en Australia.
El transporte marítimo representa
un medio para unir a los diferentes países del mundo. Además de las cargas
comerciales que se intercambian, es importante señalar que también ha sido
posible establecer relaciones culturales a través de muchos años gracias a este
tipo de transporte.
Cabe esperar que todas
estas posibilidades que representan las vías marítimas, la humanidad las
aproveche en beneficio colectivo y que no sólo sean utilizadas por los
poderosos para seguir esclavizando comercialmente a los países de menor
desarrollo.
Y, sobre todo, es
importante esperar que la marina mercante sea la que se desarrolle en número y
en características técnicas, en lugar de la marina con fines bélicos, la marina
de guerra, que debería desaparecer hasta donde fuese posible.
VI.
INFRAESTRUCTURA PARA LA NAVEGACIÓN MARÍTIMA
PARA poder realizar una navegación segura
a través de las aguas océanicas, es necesario contar con una serie de
características, tanto de la embarcación como de las condiciones del medio. Por
esto, es indispensable disponer de equipo especializado a bordo, en el propio
mar y en tierra, que permita alcanzar el máximo de esta seguridad.
El equipo de seguridad
para la navegación más antiguo que se conoce es el faro; los
primeros que existieron en la historia son el faro de Alejandría, en la
desembocadura del Nilo, y el Coloso de Rodas, en la isla de Rodas: fueron
construidos 300 años antes de Cristo.
Durante los siglos XVII y XVIII se establecieron en Europa faros que todavía prestan servicio en la
actualidad, como el Eddistone, en Inglaterra; el de Cordonan en Francia, y el
de la desembocadura del río Don en Unión Soviética.
En América, el primer
reporte que se conoce de un faro es el de la entrada del puerto de Boston,
construido en 1715, pero algunos investigadores consideran que las pirámides
que edificaron los mayas en las costas, como las de Tulum en Quintana Roo, eran
utilizadas como señalamientos marítimos.
A través, del tiempo,
los faros han ido evolucionando con la aplicación de nuevas tecnologías y en la
actualidad la mayoría de ellos funciona con potentes fuentes de energía
eléctrica autónoma, capaces de enviar señales a 30 millas de distancia, y que
se operan desde centros de control o por medio de celdas fotoeléctricas que
encienden el faro cuando oscurece o se presenta niebla.
Estos faros modernos
también están equipados con sistemas de radio que emiten señales específicas a
determinadas horas; también cuentan con señales sonoras que funcionan para
prevenir a las embarcaciones durante la niebla.
De los 10 000 faros que
se ha calculado que existen en las costas mundiales, 15% son operados por
personal de servicio que vive en ellos, y 85% son automáticos.
En un principio cada
país tenía su propio sistema de señales producidas por faros, pero en 1889, en
la Conferencia Internacional del Mar celebrada en Washington, Estados Unidos,
se acordó la necesidad de establecer un solo sistema de señales y así, dentro
del seno del Comité de Seguridad de la Navegación perteneciente a la
Organización Intergubernamental Marítima Consultiva de las Naciones
Unidas (IMCO), a partir de 1977 se
establecieron dos sistemas de aviso de peligros del mar, para sustituir los
diversos que estaban vigentes y que poco a poco las naciones han ido
incorporando.
Además de estos grandes
faros, en muchas de las costas existen otros sistemas de aviso menos potentes,
que generalmente tienen visibilidad hasta de 4 a 10 millas de distancia y
pueden estar instalados en torres de hormigón armado o en edificios de la
orilla. En aguas de poca profundidad, las vías de navegación pueden estar
marcadas por boyas y balizas de diferente diseño y calor.
Las boyas modernas, que a veces llegan a alcanzar hasta 30 toneladas,
poseen además de la fuente de luz sirenas neumáticas o campanas y algunas
llevan reflectores pasivos de radar, para facilitar su localización por el
radar de los barcos.
La tecnología ha
empezado a utilizar la energía atómica para operar los aparatos de algunos
faros, siendo el primero el del Faro de Tallín, en el Mediterráneo.
La radionavegación es
otro de los métodos que se ha utilizado para asegurar la operación de las
embarcaciones. Este método se inició colocando aparatos para emitir señales a
determinadas horas del día en los faros, las cuales eran recibidas por el
aparato receptor del buque. El alcance de estos radiofaros es de un máximo de
200 millas y generalmente se unen varios para transmitir en una sola
frecuencia.
La radionavegación se
desarrolló a partir de la segunda Guerra Mundial, cuando entraron en función
los potentes radiofaros tipo Consol, con alcance hasta de 600 millas.
Posteriormente han aparecido diversos sistemas de radionavegación como son el
sistema inglés "Decca", con una potencia de 240 millas; y el "Loran",
con una distancia de hasta 900 millas y un error máximo de 2 a 5 millas.
Como el alcance de los
sistemas Decca y Loran es limitado, los investigadores, principalmente de
Estados Unidos, después de trabajar alrededor de 20 años, diseñaron el sistema
global de onda superlarga, "Omega", que llega a más de tres mil
millas de distancia. En este sistema intervienen 8 emisoras costeras
localizadas en diferentes lugares del mundo y por lo relativamente barato de
los aparatos que utiliza, es el más económico y accesible de los sistemas
actuales.
Los sistemas de
navegación operados desde los satélites van tomando mejor impulso cada día y en
la actualidad se está trabajando para establecer un "sistema cósmico
internacional" para atender a los buques de todos los países; como este
sistema es muy costoso, los gastos se han dividido entre ellos.
Uno de los sistemas de
navegación por satélite que ya usan las embarcaciones, es el norteamericano
llamado "Transit", que da servicio a la flota naval y a los buques de
investigación de Estados Unidos y de otros países. Como el costo de este
sistema se ha ido reduciendo en últimas fechas, también lo están utilizando las
embarcaciones mercantes y pesqueras.
Con el desarrollo de los
sistemas de navegación marítima, también han evolucionado los aparatos
complementarios como las brújulas, las correderas, los pilotos automáticos, las
ecosondas, los radares, etc., muchos de los cuales se asocian con computadoras
electrónicas.
En el presente existe
gran cantidad de radiofaros marítimos de largo alcance, en los cuales se
manejan los sistemas Decca, Loran A, Loran C y Omega; perteneciendo 1100 al
litoral del Océano Atlántico, 420 al del Océano Pacífico y 170 al de Índico;
los principales se encuentran en Lugo, España; Plonéis, en Francia; Bushmills, en
Inglaterra; Anne y Bkorne, en Noruega; y Kanin, Pankrátiev y Posiet en Unión
Soviética.
En cuanto a los otros
sistemas de radionavegación, el Decca es utilizado en casi todas las costas del
mundo, y se calcula que existen alrededor de 185 estaciones integrantes de 49
cadenas del sistema.
El sistema Loran C, que
ofrece seguridad para la navegación oceánica, el acceso a la costa y la entrada
al puerto, está más desarrollado en Estados Unidos y sus fuerzas navales tienen
13 cadenas, de las cuales 7 se localizan en el Océano Atlántico y 6 en el
Pacífico.
En la organización del
sistema de radionavegación Omega han participado Estados Unidos, Argentina,
Liberia, Francia, Noruega, Japón y Australia, y han logrado un eficiente
servicio que permite determinar el lugar donde se encuentre una embarcación en
el océano, utilizando la ayuda de tres estaciones, con lo que se obtiene mayor
exactitud.
No obstante el continuo
mejoramiento de las técnicas para la seguridad, se han hecho importantes
esfuerzos, así como gastos significativos, para la regulación de las
embarcaciones en el mar, como sucede en Londres, El Havre, San Francisco,
Rotterdam, Leningrado e Ilichovsk.
Desde 1946, con la
Conferencia Internacional para los Medios Radiotécnicos, celebrada en Londres,
se elaboran las demandas internacionales para mejorar y coordinar los sistemas
de radionavegación.
Las normas que
regulan a los barcos cuando están navegando fueron establecidas por el Primer
Reglamento Internacional para Prevenir las Colisiones en el Mar, que fue
adoptado en 1889; este reglamento fue actualizado en 1948 y en 1960; sin
embargo, en la actualidad resulta inoperante, por las grandes modificaciones
que se han presentado en los sistemas de navegación, en las características de
las embarcaciones y en el manejo de los puertos.
A pesar de todo, los
navegantes cuentan con "manuales" y "guías" de navegación
que describen las características del océano mundial, y en los cuales se
destacan la geografía física y la hidrometeorología de las rutas de navegación;
que son la base de las cartas marítimas de navegación indispensables
para reducir costos y para aumentar la seguridad en el desplazamiento de las
embarcaciones.
Estas cartas son el
resultado del trabajo de navegantes y geógrafos a lo largo de varios siglos, y
solamente las grandes potencias marítimas han logrado poseer colecciones
mundiales de estas cartas, por lo caro que resultan, como Estados Unidos, Unión
Soviética y Gran Bretaña.
Como el estado del
tiempo en el océano presenta constantes cambios los países han
establecido servicios hidrográficos que se encargan de
comunicar a los navegantes el estado del tiempo, ya sea a través de boletines
que se publican a diario, cada semana o al mes, o por medio de transmisiones de
radio en diferentes horas del día.
Entre los datos que
contiene esta información están: la dirección y velocidad del viento, el grado
de agitación del mar, las velocidades y las direcciones de las corrientes, la
nubosidad, las precipitaciones, las mareas, las temperaturas del aire y el agua,
y la posibilidad de encontrarse en la ruta con huracanes y tifones.
Además de contar con los
servicios hidrometeorológicos nacionales, 130 países son miembros de la
Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas, que persigue el fin
de dar uniformidad a los métodos empleados en estos servicios y mayor valor y
coordinación a la información que manejan.
Para hacer más eficiente
la navegación mundial, los países han establecido en sus puertos sistemas
de bases de suministros de combustibles, lubricantes y agua, de los
que las embarcaciones se surten, en el periodo en que efectúan las operaciones
de carga y descarga.
Además existen puertos,
generalmente en islas localizadas en las rutas marítimas, cuya única función es
la de abastecer estos suministros, como Hilo en las islas Hawai, Cebú en
Filipinas, y Surva en el archipiélago Fidji, entre otras.
También son importantes
las bases para la reparación de barcos, y las hay de dos
tipos: las primeras hacen su trabajo impidiendo que el buque pueda seguir
prestando sus servicios, y las otras lo reparan sin que éste detenga sus
actividades. Entre las principales bases se pueden mencionar las que poseen
superdiques, como las de Lisboa en Portugal, Hamburgo en Alemania y Nagasaki en
Japón.
Por último, como un
complemento para la seguridad de la navegación oceánica, se cuenta con servicios
de socorro y salvamento, que son utilizados durante accidentes. Se ha
calculado que en todos los mares del mundo se accidenta del 25 al 30% del total
de la flota, muriendo alrededor de 2 000 personas al año en estos accidentes.
En la actualidad, este tipo de socorro y salvamento funciona en más de 100
países, en los que se cuenta con potentes estaciones de radio, aviones y
helicópteros, grúas flotantes y otros medios de salvamento, además de personal
capacitado para ese fin.
La red más grande de
socorro y salvamento se encuentra en el noroeste del Atlántico, sobre todo en
los mares Báltico, del Norte y Mediterráneo, que tienen intensa navegación,
como sucede con los centros de Vasa y Marianhamina en Finlandia; Bodo y Tromso
en Noruega; isla de Mallorca en España; la Valleta en Malta; y Cagliari en
Italia.
También son abundantes
en los litorales de América del Norte y Centro, como en Santo Domingo en
República Dominicana, Puerto Cortés en Honduras, Kingston en Jamaica, Panamá en
Panamá, Miami y Corpus Christi en Estados Unidos y Halifax en Canadá.
Los países del Lejano
Oriente también tienen bases de socorro y salvamento como Kitakyushu, Tokio y
Naha en el Japón, Manila en Filipinas, Labwan en Malasia y Honk Kong, Singapur
y Osan en Corea del Sur.
En los últimos años, la
infraestructura para la navegación marítima se ha incrementado
considerablemente, por lo que cada vez el número de ciudades que se unen por
los océanos es mayor, lo que debe traer como consecuencia un intercambio más
intenso entre las diferentes culturas de la humanidad, esperando que esto sea
en beneficio de todas ellas.
VII.
DERECHO DEL MAR. MAR TERRITORIAL Y MAR PATRIMONIAL
EL DERECHO del mar es una de las ramas más
importantes del derecho internacional, y permite resolver las reclamaciones que
los Estados hacen, de acuerdo con sus intereses nacionales, sobre la
utilización de los recursos del océano.
El derecho internacional
del mar no sólo ha sido utilizado durante las épocas de guerra, por los
bloqueos y por las flotas de guerra, sino que ha sido de gran provecho en
tiempos de paz, para resolver los intereses de las flotas mercantes y
principalmente de la industria pesquera.
Algunos de los temas de
gran importancia para la humanidad tratados por el derecho del mar, son los
relacionados con la exploración y explotación de los recursos en la zona
marítima internacional, considerada como patrimonio común de la humanidad; los
del mar territorial y la zona contigua; los de la plataforma continental; los
de la zona económica exclusiva o mar patrimonial; los de pesca y conservación
de los recursos vivos del mar; los relacionados con la preservación del medio
marino, y los referentes a la investigación científica de los océanos.
La importancia de esta
temática ha propiciado que el derecho del mar evolucione a pasos agigantados,
sea la base para el desarrollo socioeconómico de los estados ribereños y norme
el aprovechamiento racional de los recursos oceánicos en beneficio de la
humanidad; por esto, se puede observar que en su desarrollo participan tanto
los países industrializados, verdaderas potencias marítimas, como aquéllos en
vías de desarrollo, sin importar su organización políticosocial.
La "libertad de los
mares", por ser extensiones que no se pueden limitar con una cerca, así
como la propiedad común de los recursos que en ellos se encuentran, fueron
conceptos que la humanidad aceptó durante muchos años; pero al intensificarse
la explotación de estos recursos se empezaron a presentar problemas entre los
pueblos, reclamándose el derecho soberano de los estados costeros sobre sus
aguas limítrofes, así como sobre sus recursos, lo cual propició el nacimiento
de lo que en la actualidad se denomina derecho del mar y cuyo origen, según
algunos estudiosos, "se pierde en la noche de los tiempos".
Los primeros reportes de
la historia sobre el uso del océano y sus recursos por el hombre, aparecen casi
300 años a.C., cuando los egipcios establecieron la primera industria para
construir barcos empleando maderas transportadas en balsas desde Líbano y
Siria. Estas embarcaciones fueron principalmente utilizadas en el Nilo, pero
hicieron también incursiones en el Mediterráneo.
Los fenicios fueron los
iniciadores del comercio a través del océano, intercambiando mercancías con la
India y con los pueblos localizados en el noroeste de España. Fundaron su
principal puerto en Cartago, ciudad que establecieron, en la costa de África
para dominar las rutas comerciales a través del Mediterráneo. Fue tan
importante la navegación, para el pueblo fenicio, que estableció reglas sobre
los barcos y la navegación, consideradas por algunos historiadores como las
primeras que existieron y que posteriormente fueron utilizadas por griegos y
romanos.
Estas reglas, que
debieron ser muy simples, las establecieron en la colonia que tenían en la isla
de Rodas, por lo que a su conjunto se le llamó "ley rodense", y se
reporta que consideraban los castigos que se aplicaban cuando un marinero
golpeaba a otro, estipulaban cuándo podían las tripulaciones dejar el barco
para dormir en tierra y qué pasaba cuando, en caso de mal tiempo, se tenían que
arrojar al mar partes de la embarcación.
Estas reglas iniciaron
lo que actualmente se conoce como "derecho marítimo", y no sólo
fueron importantes los textos de estas normas, sino que al adoptarlas otros
países, se estableció su carácter internacional, al acostumbrar a los hombres a
considerar la naturaleza universal del océano.
Además del comercio
marítimo, los fenicios seguramente realizaron la pesca comercial; los peces
deben de haber sido tan importantes para ellos que a una de sus principales
ciudades la llamaron Sidón, que significa pez, y a otra Tiro, considerado como
el inventor de la pesca. Para cuidar sus intereses comerciales durante las
travesías que hacían en el mar, crearon lo que se ha interpretado como la
primera marina de guerra; esta medida, además de defender sus pertenencias,
fundamentaba "su propiedad del mar" en la capacidad de proteger a sus
barcos y a sus puertos.
En Roma, los grandes
juristas se interesaron por las leyes que gobernaban la actividad en los mares
y estudiaron varias formas para clasificar al mar y las costas. En el Instituta de
Justiniano, durante el año 533 de nuestra era, se escribió un compendio de
derecho romano donde se señalaba "que la mayoría de las cosas pertenecen a
los individuos... Así pues, las siguientes son, por ley natural, comunes a
todos: el aire, las corrientes de agua, el mar y, consecuentemente, la
costa".
Con base en esto
sostuvieron dos principios en relación con los recursos del mar, los que
pertenecen a todos, res communis, y los que no son de
nadie, res nullius, que todavía son utilizados por los
abogados en la actualidad para argumentar, dentro del derecho del mar, la
libertad de los mares.
A pesar de este modo de
pensar de los romanos, cuando empezaron a explotar los recursos del
Mediterráneo tuvieron que desarrollar una poderosa marina de guerra, para
competir con los fenicios y, después de controlarlos, extender su imperio para
llegar a llamar a este mar mare nostrum, es decir,
"nuestro mar".
Cuando el poder de los
romanos disminuyó, el Mediterráneo fue dominado por los bizantinos y
posteriormente por los musulmanes. A principios de la Edad Media, los países de
Europa sólo se conectaban por vía terrestre, ya que los viajes en barco eran
peligrosos y el derecho del hombre sobre los mares se imponía por la fuerza,
provocando que algunos reyes ingleses se llamaran a sí mismos "gobernantes
del mar", como Eduardo III, que obligaba a sus súbditos a saludar a sus
naves porque él era "rey de los mares".
La idea que se
desarrolló durante la Edad Media en relación con la propiedad del océano y sus
recursos, fue de que el mar próximo a las costas de un país, pertenecía a éste.
En los siglos XV y XVI, época en que se realizaron gran cantidad de descubrimientos, se presentaron
muchas reclamaciones sobre la propiedad de ciertas regiones de los océanos,
siendo una de las más conocidas la presentada ante el papa Alejandro VI, en el
año de 1493, sobre la división de las recién descubiertas áreas del Atlántico,
del Pacífico y del Índico.
En el Mar Mediterráneo,
Venecia alegó ser dueña del Mar Adriático y Génova del Mar de Liguria; España y
Portugal, dos grandes naciones de navegantes de esa época, alegaron el control
completo de las zonas que descubrieron, con derecho de excluir de ellas a los
extranjeros. Los países escandinavos llegaron a reclamar áreas oceánicas tan
apartadas como Groenlandia.
A finales del
siglo XV, los españoles y los
portugueses, por medio de una "bula papal", se dividieron los
océanos: Portugal controlaba las costas de África y el Océano Índico, y España
manejaba las lagunas costeras de las Américas.
Sin embargo, estas bulas
papales que trataron de establecer una legislación sobre el océano y sus
recursos, no eran respetadas por los ingleses, quienes atacaban los barcos
españoles y portugueses, sosteniendo el criterio de libertad de los mares
apoyado por la reina Isabel I.
En pleno siglo XVII, en 1609, aparece el libro Mare Liberum, escrito por el
jurisconsulto holandés Hugo Grocio, que se considera como la obra que establece
las bases del derecho internacional del mar.
El principio de libertad
de los mares fue pronto discutido por las grandes potencias navales durante
todo el siglo XVII y muchas de ellas
rechazaron la doctrina de Grocio de que el "uso del mar y del aire es
común a todos", y apareció, en 1635, la obra del inglés John Selden, Mare
Clausum, en las que señalaba que "el mar, por mandato de las
naciones no es común a todos los hombres, sino susceptible del dominio privado
o propiedad particular, como lo es la tierra".
Estos dos principios, el
de la libertad de los mares y el de la limitación de una parte de ellos, han
sido a través del tiempo la principal polémica del derecho del mar y fueron
establecidos en el siglo XVIII, cuando se considera la libertad de los mares como una "ley
sagrada", y al mismo tiempo, se permite a los estados ribereños tener
poder sobre una franja estrecha continua a sus costas, que fue llamada mar
territorial.
La anchura del mar
territorial se convirtió en el centro de la discusión del derecho del mar;
algunos juristas, como el holandés Cornelius van Bynkershoek en 1703,
propusieron que fuera la distancia recorrida por un tiro de cañón; mientras que
los escandinavos pusieron la "legua marítima", que algunos estados
interpretan como cuatro millas y otras como tres.
Uno de los países que
más defiende la anchura de tres millas es Estados Unidos, y a finales del
siglo XIX impone su
criterio, por lo que la mayoría de los Estados aceptan "la soberanía sobre
sus aguas territoriales con una anchura de tres millas", pero éste no fue
un acuerdo universal.
El principio básico del
derecho del mar sobre el mar territorial fue, por mucho tiempo, que una faja de
agua debía quedar bajo la soberanía exclusiva del Estado ribereño, por
considerarlo una extensión del territorio nacional; algunos países respetaban 3
millas náuticas a partir de la línea de costa y defendían que la alta mar, más
allá de ese límite, debería de ser libre. Inicialmente, este principio tendía a
satisfacer las exigencias de la seguridad nacional y conciliarlas con la
libertad de comercio y la navegación, pero se aplicaba a todas las actividades
desarrolladas en ambas zonas y, consiguientemente, definía la estructura
jurídica dentro de la que se realizaba la actividad pesquera.
En el siglo XIX se formula una serie de tratados sobre las actividades pesqueras y
sobre aranceles de aduana, en los que se toma como base el límite de tres
millas, como por ejemplo el establecido en 1893 entre Gran Bretaña y Estados
Unidos sobre los "osos marinos" del Mar de Bering.
En el presente siglo el
derecho del mar inició su evolución definitiva, y el primer esfuerzo que hacen
las naciones en conjunto es la "Conferencia de La Haya en 1930",
convocada por la Sociedad de Naciones, con el tema de mar territorial. En esta
conferencia algunos países se pronuncian por un mar territorial de 12 millas.
Después de la segunda
Guerra Mundial, en 1945, el presidente Truman de Estados Unidos declara el
derecho exclusivo que tiene su país para explotar los recursos naturales de su
plataforma continental, más allá de los límites del mar territorial.
Esta declaración, que se
basa en que la importancia del mar está en el aprovechamiento de los recursos y
no en la navegación, produjo un gran efecto en el derecho del mar y trajo como
consecuencia que algunos países empezaran a proponer el criterio de las 200
millas, el cual toma fuerza en 1952, con la llamada "Declaración de
Santiago", efectuada en Santiago de Chile y presentada por Chile, Ecuador
y Perú.
Con estas inquietudes y
decisiones políticas internacionales, se inicia una nueva etapa en el derecho
del mar y así, bajo el patrocinio de las Naciones Unidas, se llevaron a cabo
dos conferencias en Ginebra sobre este tema. En la primera, en 1958, se
adoptaron cuatro convenciones sobre el mar territorial y zona contigua, sobre
alta mar, sobre pesca y conservación de los recursos biológicos en alta mar, y
sobre la plataforma continental. La segunda conferencia, realizada en 1960,
concluyó en un rotundo fracaso, dejando a criterio de los Estados el fijar la
anchura del mar territorial y las zonas de pesca, debido a la presión de las grandes
potencias marítimas.
Esto trajo como
consecuencia que algunos países dejaran el criterio de tres millas y adoptaran
el de doce. México tomó esta decisión en 1969, estableciendo convenios a corto
plazo con países que pescaban en sus aguas, como Estados Unidos y Japón, con el
fin de obtener el reconocimiento a la nueva dimensión de sus aguas
territoriales.
En 1967, el
representante permanente de Malta en las Naciones Unidas, doctor Arvid Pardo,
solicitó ante este organismo que se estableciera un acuerdo sobre la libertad
del derecho del mar y del fondo oceánico más allá de los límites de la
jurisdicción nacional, que éste quedara reservado para fines pacíficos, y que
su exploración y explotación fueran en beneficio de la humanidad.
Esto trajo como consecuencia
que las Naciones Unidas convocaran a la Tercera Conferencia sobre Derecho del
Mar (CONFEMAR) en Ginebra, Suiza, en 1973, con la participación de 86 países, incluyendo a
México, cuya delegación tuvo una actuación muy meritoria, llevada por uno de
los diplomáticos más brillantes y experimentados, el embajador Jorge Castañeda.
La CONFEMAR tuvo como objetivo principal formular un nuevo
orden legal para los mares y océanos del mundo; después de varias sesiones se
elaboró el "Texto Integrado Oficioso para Fines de Negociación",
llamado también "Texto consolidado". El 10 de diciembre de 1982, se
suscribió el convenio "Concertación de las Naciones Unidas sobre el
Derecho del Mar", en la ciudad de Montego Bay, Jamaica, el cual ha sido considerado
como el tratado internacional más extenso y ambicioso; en él se establece un
nuevo orden jurídico que toma en cuenta los intereses y necesidades de todos
los pueblos del planeta, en relación con el océano y sus recursos.
Debe señalarse que una
de las piezas jurídicas clave más innovadora que se incorporó al nuevo derecho
del mar, fue la "zona económica exclusiva", nacida en América Latina
bajo la denominación de "mar patrimonial".
Esta zona
económica exclusiva de 200 millas náuticas como la llamaron los
juristas africanos, ganó adeptos en la llamada Declaración de Santiago suscrita
por Chile, Ecuador y Perú, en donde se presentaron las bases de los juristas
latinoamericanos apoyadas por científicos, técnicos y académicos de la región.
Posteriormente, México, Colombia y Venezuela presentaron una de las primeras
propuestas ante la Comisión de los Fondos Marinos y Oceánicos de las Naciones
Unidas; en la que ya se encuentran rasgos distintivos de la zona económica
exclusiva.
El establecimiento de
esta zona tiene un significado múltiple: representa uno de los logros más
grandes de la diplomacia de los países del Tercer Mundo, es un concepto
innovador en derecho del mar que rompe con los principios tradicionales
establecidos por las grandes potencias navales que les aseguraban la explotación
de los recursos sin tomar en cuenta las grandes necesidades de los países
subdesarrollados y en vías de desarrollo, lo cual hace más justo el derecho del
mar. Por último, es uno de los instrumentos que podrán esgrimirse en foros
bilaterales, regionales y multilaterales para aprovechar más equitativamente
los recursos.
El 6 de junio de 1976
entró en vigor en México el decreto que establece, a lo largo de los 11 000
kilómetros de su litoral, una zona económica exclusiva fuera del mar
territorial y adyacente a éste de 188 millas náuticas, o sea, 370.40
kilómetros, que resultan de sumar las 12 millas náuticas, es decir, 22.22
kilómetros del mar territorial, anchura establecida desde 1969, con las 188
millas adicionales o 348.18 kilómetros, tanto en el Océano Pacífico como en el
Golfo de México y el Mar Caribe, salvo en aquellos casos en que esa extensión
produzca superposición con las zonas económicas exclusivas de otros países,
como Cuba, Estados Unidos y Guatemala. En esta zona se ejercen derechos soberanos
sobre los recursos marinos que se encuentran en la columna de agua, en el lecho
y en el subsuelo océanico, sean o no renovables.
Uno de los primeros resultados ventajosos al adoptarse este decreto, es que
el Golfo de California, en su totalidad queda como un mar interior exclusivo de
México y la exploración, el aprovechamiento y la explotación de todos los
recursos, sean pesqueros, minerales o mineros, han quedado reservados al Estado
mexicano y a sus nacionales.
Otros países en vías de
desarrollo que han establecido la zona económica exclusiva o mar patrimonial
antes que México son: Costa Rica, en 1972; Chile, que desde 1952 había
declarado 200 millas de mar territorial, cambió por 200 millas de mar patrimonial
en 1974, y Nicaragua, en 1965, en América Latina; y Bangladesh en 1974,
Islandia en 1975, Sierra Leona en 1971 y Somalia en 1972, en otros lugares del
mundo. Además, debe señalarse que en la actualidad siete países
latinoamericanos: Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador, Panamá, Perú y
Uruguay, cuentan con espacios marítimos de 200 millas náuticas frente a sus
costas, calificados como mar territorial, hecho que no debe ser confundido con
el decreto de la zona económica exclusiva.
México ha participado activamente
en varios foros sobre derecho internacional del mar, entre ellos se pueden
destacar: la Convención Internacional para la Unificación de Reglas
Relacionadas con la Inmunidad de Barcos, en 1926; la Convención y Estatuto
sobre el Régimen Internacional de Puertos Marítimos, en 1934; la Convención
Internacional para la Regulación de Ballenas, en 1949; la Convención
Internacional para la Preservación de la Contaminación del Mar por Petróleo, en
1956; la Convención sobre el Mar Territorial y la Zona contigua, en 1966; en
las diferentes convenciones de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar,
llegando hasta la de 1982, que se llevó a cabo en Montego Bay, Jamaica. También
México ha intervenido en los foros internacionales organizados por laFAO y la UNESCO, en relación con el océano y sus recursos.
Esta experiencia sobre
derecho del mar permitió a los juristas mexicanos fundar, en julio de 1981, la
Academia Internacional de Derecho Pesquero, A. C., que preside Carlos J. Sierra
de México; sus vicepresidentes son: Rafael Ibarra, del consejo de México, José
Luis Meseguer, de España, y su secretario Raúl Cervantes, de México. Los
vocales de la Academia son Stig Wenker, de Suecia; Isaac Higa, de Perú; Gunnar
Schram, de Islandia; Rudolf Illing, de Alemania; Jean Quegniner, de Francia;
Tullio Treves, de Italia; Ram Prakash, de India, y Jayme Soares, de Brasil.
La evolución que desde
tiempo inmemorial ha presentado el derecho del mar, para ser útil a la
humanidad tiene que garantizar los más importantes derechos soberanos de los
pueblos, que son los de progreso y desarrollo económico.
VIII. EL
FUTURO DE LA INDUSTRIA PESQUERA MUNDIAL
LAS pesquerías, como muchas otras
actividades de la humanidad, viven una etapa de cambios acelerados. Esta
situación obedece a la necesidad de contar cada día con mayores volúmenes de
alimento para la subsistencia del género humano.
Para llevar a cabo este
proceso se ha incrementado el número de embarcaciones, equipos e industrias,
lográndose una gran versatilidad y eficiencia. Con estas acciones se ha
alcanzado en la industria pesquera un ambiente altamente competitivo, que
evoluciona y se hace cada vez más complejo, por lo que estas actividades han
dejado de ser un arte para incorporarse a la "ciencia pesquera".
Las condiciones específicas
que rigen a un sistema pesquero, sobre todo aquellas que se relacionan con los
imponderables que presentan los factores naturales, exigen que los industriales
que deseen intervenir en estos sistemas, tengan una iniciativa propia y una
lógica bien desarrolladas, pero para lograr esto, es necesario contar con la
información y conocimientos sólidos sobre los componentes que rigen a un
sistema pesquero.
El desarrollo
pesquero se define como aquellos cambios de orden cualitativo que se
presentan en la industria; por lo tanto, este proceso de desarrollo tiene que
contemplar la incorporación a las pesquerías de nuevos recursos, de las
técnicas para capturarlos, de la elaboración de productos novedosos y de la
apertura de mercados diferentes a los utilizados de manera tradicional; así
como de las modificaciones en la estructura y modo de operación de algunos de
los componentes físicos de la industria. Todos estos cambios deben producir
como resultado un incremento en la productividad.
Como crecimiento
pesquero se entiende a los cambios de orden cuantitativo, los cuales
no incluyen una modificación de estructura u organización, por lo que
únicamente se refieren al incremento del número de unidades, tanto de
embarcaciones, como de artes de captura, plantas, etcétera, conservándose las
características que presentan las que se encuentran en operación.
Como se observa,
"crecimiento" y "desarrollo" difieren en sus
características. Mientras el primero sólo depende de la disponibilidad de
financiamiento, para el segundo es necesario que se incluyan innovaciones en
las pesquerías, las cuales únicamente se pueden producir si se cuenta con los
resultados obtenidos por la investigación científica y tecnológica.
Para poder establecer
programas de desarrollo y crecimiento pesqueros, son indispensables las
siguientes condiciones: disponibilidad de recursos, ya sean explotados o
parcialmente utilizados, así como la existencia de una demanda potencial a un
nivel económico adecuado por los nuevos productos que se obtengan.
A pesar de la antigua
relación del hombre con la pesca, en varias partes del mundo el verdadero
desarrollo de las pesquerías sólo existe desde hace poco tiempo, y sólo hasta
1800 se inicia la pesca de altura, aplicándose métodos diferentes de acuerdo
con el carácter de las especies que se trata de capturar.
La base de este
desarrollo radicó en la pesca comercial de Europa, que se extendió por el resto
del planeta. Su crecimiento dependió de la evolución de una compleja
tecnología, pero conforme se fue logrando dominar el aumento de la pesca, se
volvió significativo.
La producción mundial de
pescado y marisco ha aumentado más de diez veces en los últimos 70 años, y se
calcula que en 1986 fue de 91 millones de toneladas. El mayor incremento se
presentó a partir de 1965, pero en 1970 la producción se duplicó debido a una
explosiva expansión de las pesquerías de alta mar en todas las aguas oceánicas.
Casi un 70% de la pesca
mundial se compone de especies pelágicas, es decir, las que viven cerca de las
superficies, tales como la anchoveta, el arenque, los atunes y la caballa; las
especies demersales o de fondo, como el bacalao, el pargo y el lenguado,
constituyen el resto, junto con una pequeña porción, inferior a un 8%, de
invertebrados como moluscos y crustáceos, por ejemplo, camarones, bogavantes y
cangrejos; por último, la acuicultura también ha proporcionado una cantidad
pequeña en la producción pesquera mundial, y la pesca industrializada aporta la
mayor parte de esta captura mundial.
La industria pesquera de
los países desarrollados y de algunos países en vías de desarrollo ha ido
aprovechando las ventajas que ofrece la evolución de una nueva tecnología, así
como el uso de una serie de materiales que han innovado los métodos de pesca,
sobre todo en años recientes, y que permiten mayores capturas al perfeccionarse
las técnicas de detección de los peces; el uso de hilos sintéticos ha ayudado a
la confección de redes grandes, sólidas y más eficientes.
Los adelantos que se han
presentado en la maquinaria de cubierta y en la del procesamiento de la captura
en el mismo barco, hacen posible que una pequeña tripulación pueda ocuparse de
las capturas y de las redes, además de contar con métodos de conservación de
los productos que permiten alargar el tiempo de pesca; si el regreso a puerto
es rápido aplican el hielo, la salmuera refrigerada y la congelación, pero si
se tardan más, usan la salazón y el escabeche. Los grandes barcos-factoría
elaboran hasta el último fragmento de las capturas, sin desperdiciar nada, lo
que hace que estos barcos puedan trabajar durante meses muy alejados de sus
puertos.
A pesar del progreso tan
grande que ha tenido la industria pesquera moderna, aún tiene mucho en común
con la del pasado, ya que continúa utilizando como único sistema significativo
la persecución y la cosecha de organismos empleados por el hombre durante mucho
tiempo, explotando únicamente las existencias silvestres de unos cientos de
especies marinas y muy pocas de aguas continentales.
Sin embargo, un hecho
que es totalmente diferente a la situación pesquera de hace un siglo, es el
estado de explotación en que se encuentran las poblaciones de los recursos
vivos del mar, ya que algunas de ellas han sido explotadas casi hasta su total
extinción, sobre todo en aquellos casos que, por su lenta reproducción, los
organismos se convierten en más vulnerables ante el esfuerzo pesquero, como la
ballena azul.
En tiempos anteriores, al disminuir un recurso, las flotas pesqueras se
trasladaban a nuevas regiones sin explotar pero, en la actualidad, esto ya no
es posible porque la pesca mundial de los productos convencionales, es decir,
de los que tienen fácil aceptación en el mercado, se está aproximando a un
momento en que sólo se mantendrá la producción si se reglamenta adecuadamente
su explotación y en muy pocos casos podrá aumentar a partir del aprovechamiento
de nuevas áreas de pesca.
También se están
presentando modificaciones radicales en las leyes que rigen la explotación de
los recursos marinos. Cada día un número mayor de países amplía las zonas de su
mar territorial para aprovechar los recursos marinos que viven en su
jurisdicción. No obstante, el solo hecho de ampliar los límites nacionales no
constituye una garantía de que estos recursos sean explotados adecuadamente.
Para el momento en que
la comunidad mundial realice un esfuerzo pesquero mayor, hasta el extremo de
impedir la capacidad de recuperación de las reservas naturales, la práctica
administrativa y las reglamentaciones, así como el propio sistema industrial de
las pesquerías, requerirán de pronósticos preparados por los científicos
pesqueros qué permitan cosechar hasta un nivel óptimo los recursos del mar y al
mismo tiempo conservar para siempre estos recursos vivientes.
En las principales zonas
donde viven los recursos pesqueros de los océanos, se conoce y se sabe cuál es
su abundancia, para cada estación del año. Este conocimiento ha sido recopilado
durante siglos por la comunidad de pescadores que entendían muy poco sobre las
causas que determinaban que un recurso apareciera en una región dada. El
conocimiento fue personal, fruto de la experiencia de cada pescador y de sus
antepasados, y a menudo fue considerado como "secreto de oficio"
entre colegas.
Sin embargo, los
detalles que exige el conocimiento específico sobre un recurso no han sido
reunidos todavía para muchas de las pesquerías bien establecidas, a pesar de la
intervención de la investigación científica, que se ha venido realizando
también durante varios años.
En la actualidad, los
pescadores deben explorar las zonas oceánicas con base en su experiencia
pasada, para poder encontrar las concentraciones de peces que su equipo puede
capturar; aunque a veces sufren el desengaño de estar "encima de los
peces" un día y "lejos" al día siguiente. Este procedimiento
resulta poco eficiente cuando lo lleva a cabo cada pescador guardando el
secreto.
En las pesquerías muy
competitivas, donde el esfuerzo es grande y la pesca relativamente escasa, los
pescadores son a menudo renuentes a cooperar y a revelar información a los
demás; por esto, en algunas pesquerías se han elaborado complicados sistemas de
código para pasar información a amigos privilegiados. En otras pesquerías,
generalmente de países industrializados, los patrones de las embarcaciones
intercambian información sobre las capturas, la ubicación y la estrategia
pesquera.
Un problema importante
que se tiene que resolver en el futuro de la pesca mundial, es el que está
relacionado con las fluctuaciones de la disponibilidad y abundancia de los
recursos. Ni los pescadores ni los dueños de las plantas industrializadoras
pueden programar adecuadamente sus operaciones cuando se presentan grandes
variaciones en el abastecimiento de pescados y mariscos.
Por lo anterior, para
una adecuada administración de la industria pesquera y para su conservación
habrá que considerar que se dan buenos y malos años de reproducción de los
organismos y, por lo tanto, de producción, y con esto las condiciones de la
operación pesquera podrán ajustarse a las condiciones cambiantes de los
recursos de la pesquería. En la actualidad ya no se debe aplicar a cada especie
una pauta exclusiva, se tiene que contar con datos suficientes sobre todas las
existencias de organismos del mar, para poder indicar cuándo será el momento
adecuado para cambiar de una especie a otra, según la abundancia de sus
poblaciones y el interés de la industria.
Las fluctuaciones de las
poblaciones pesqueras se presentan debido a varias causas; una de las más
importantes es que las existencias de una especie han sido exigidas en exceso,
ya sea por la presión pesquera o del ambiente, o por ambas; por lo tanto, los
pronósticos que deben llegar a la industria comprenderán el conocimiento de
estos factores y, con las predicciones que se deriven de conclusiones científicas,
los directores podrán decidir la organización adecuada de las pesquerías.
La comunidad pesquera
mundial y sus organismos reguladores requieren de dos clases de pronósticos:
los de largo plazo y los de corto plazo, así como los servicios de información.
Además, cada uno de estos pronósticos tiene dos componentes básicos: el
biológico y el cuadro ambiental. Estas características están íntimamente
ligadas, destacándose las tendencias propias del recurso y su alimentación en
relación con su ambiente. Además de estos componentes, cada sistema de
pronósticos requiere de datos sociológicos y económicos, que dependen de las
necesidades sociales de cada población en particular.
La industria pesquera
mundial requiere con premura de información que le permita programar su
operación, sobre todo, le es indispensable contar con pronósticos a largo
plazo, de modo que le sea posible elaborar adecuadamente sus proyectos de
desarrollo y crecimiento.
Las pesquerías de alta
mar, por requerir enormes inversiones de capital, deben conocer con exactitud
qué rendimiento puede dar una cierta existencia de peces durante varios años,
para así evaluar si es rentable o no; por ejemplo, si se puede mantener la
producción anual de atún barrilete en el Océano Pacífico a un nivel de 100 mil,
200 mil o 500 mil toneladas; cuáles serán sus niveles de producción en una de
las estaciones del año en particular si serán peces grandes o pequeños, en fin,
lo que afecta grandemente a la totalidad de la industria pesquera. El objetivo
final de estos pronósticos a largo plazo es el de permitir
mejores planes para las operaciones, llegar a establecer acuerdos y convenios,
y tomar adecuadamente medidas de administración y reglamentación para
aprovechar racionalmente los recursos.
La utilización de
los pronósticos a corto plazo es mas práctica, gracias a los
adelantos en las comunicaciones y en la tecnología de la computación, que
proporcionan los medios para un contacto permanente con los eventos diarios que
se presentan en el océano a una escala mundial. Estos pronósticos de corto
plazo proporcionan, por ahora, el mayor número de resultados de la ciencia
pesquera. Un ejemplo de ellos es el pronóstico que han elaborado los
científicos de La Jolla en California sobre el atún aleta azul y la albácora
durante los últimos nueve años, que ha permitido la captura de estas especies
por la industria, al lograr programar la operación de la flota atunera para
encontrar concentraciones pescables durante todo el año.
La información
representa el punto de partida para la utilización racional de todo recurso
natural del océano, por ello, el Departamento de Pesca de la FAO confeccionó, a partir de 1972, un atlas de los recursos vivos del
mar, en el que se presentó una primera alarma con respecto a la disminución de
las poblaciones y otros peligros que amenazan la producción de las especies que
de manera tradicional se han explotado, hasta ahora, en el océano.
Posteriormente lo ha seguido publicando con el objetivo de informar a la
industria y a los científicos sobre el estado en el que se encuentran los
recursos, para que ellos adopten las medidas para su manejo adecuado.
Otro aspecto que se debe
vigilar para el desarrollo futuro de la pesca mundial es el registro
estadístico de la producción, en el que es necesario señalar la importancia que
tienen los productos pesqueros en los mercados de los países, en especial, de
aquellos que se inician en esta industria. Para ello, la FAO publica anualmente las estadísticas pesqueras mundiales en cuatro
idiomas: español, inglés, francés y árabe.
Dentro de los programas
para el desarrollo futuro de las pesquerías mundiales, y tomando en cuenta al
nuevo derecho internacional del mar, debe considerarse como un objetivo de la
pesca que los países en vías de desarrollo se beneficien con la captura frente
a sus costas, bien participando directamente en ella u otorgando permisos por
tiempo limitado.
Para ello, estos países
tendrán que incrementar el tamaño y autonomía de sus flotas con barcos
pesqueros de mayor calado, más potentes y con mayor autonomía, y como esto
implica inversiones grandes, necesitan contar con créditos bancarios, ya sea de
su banca nacional o de la internacional. También deben establecer programas de
coinversión entre los países desarrollados poseedores del dinero pero en condiciones
equitativas para ambos.
En los últimos 10 años,
las capturas mundiales de las llamadas especies convencionales, es decir, las
que el público conoce y, por lo tanto, acepta dentro de su alimentación, se han
estabilizado en torno a los 80 millones de toneladas; aunque algunos
científicos creen que la producción se está acercando a su límite natural, las
investigaciones sobre los recursos muestran que en lugar de una explotación
excesiva, la subexplotación está privando al mundo de suministros vitales de
pescado; por ejemplo en aguas de Europa Occidental, intensamente explotadas,
las poblaciones de bacaladilla, a las que en la actualidad apenas se hace caso,
podrían producir hasta 2 millones de toneladas por año.
Sin embargo, el uso de
nuevos productos tiene que ser precedido por una serie de ensayos para ver si
encuentran aceptación entre los consumidores; en algunos casos puede suceder
que se trate de la primera vez en que coman pescado.
Por esto, la FAO ha estimado que el potencial pesquero mundial es de 370 millones de
toneladas formadas por 80 millones de recursos convencionales, que ya se
explotan, y 290 millones de no convencionales con posibilidades de
aprovechamiento; con base en estos cálculos, ha propuesto que para el año 2000
los países tendrán que incrementar la captura hasta 130 millones de toneladas
para evitar que se agrave el problema de la falta de alimento.
Es necesario considerar, además, a la acuicultura, que sin
estar propiamente desarrollada, podría aportar anualmente a la producción de
pescado 6 millones más de toneladas. La acuicultura en los países en
desarrollo, incluidos los que no tienen costa, como Nepal, por ejemplo, resulta
un medio eficiente y simple para aumentar el suministro de proteínas.
En la actualidad, se
está trabajando en la mayoría de los países para hacer más efectivas las
técnicas acuícolas y en algunos se ha logrado dominar el cultivo de diversas
especies, por ejemplo, en Japón, México, España, Australia y Francia en el caso
del ostión; otros, como China, han desarrollado las técnicas de piscicultura al
máximo.
Sin embargo, los
objetivos son llegar a un total dominio de la tecnología que permita, de manera
costeable, el cultivo de especies dulceacuícolas y de aguas salobres para el
aprovechamiento de las lagunas litorales, y por último, las marinas; para dejar
de ser únicamente cazadores y llegar a manejar las cepas genéticas de los
organismos marinos para realizar los cultivos en una verdadera escala oceánica.
La FAO ha considerado que para alcanzar el objetivo de 130
millones de toneladas de productos del mar en el año 2000, será necesario
invertir muchos millones de dólares en barcos, instalaciones portuarias y
sistemas de acuicultura; varios más habrán de dedicarse a plantas de
elaboración, incluidas instalaciones para preparar el pescado, que hoy se
destina a la fabricación de harina, para el consumo humano y, por último, otros
tantos millones de dólares para capacitar personal y encontrar la manera de
reducir los despilfarros y las pérdidas en las pesquerías.
Esto será necesario, ya
que el mismo organismo internacional estima que el consumo individual promedio
de productos del mar en el mundo deberá aumentar de 10.5 kg en 1960, a 16.5 kg
para el año 2000, y esta demanda se incrementará, sobre todo, en los países en
desarrollo.
Será posible todo esto
si la gente empieza a comer nuevos productos pesqueros, porque los que
actualmente existen en el mercado, cada día resulta más difícil adquirirlos por
lo elevado de su costo y sólo representan una pequeña fracción de las especies
comestibles que viven en el océano.
También es indispensable
lograr que las especies que se reducen para producir harina de pescado se
consuman de manera directa y así se incrementen las posibilidades de alimento,
ya que en la actualidad se desperdician: para producir un kilogramo de harina
se queman siete de pescado fresco.
Asimismo, es necesario
aplicar nuevas técnicas y capacitar a los pescadores en ellas, para evitar las
pérdidas que se presentan después de la captura, por el mal manejo del
producto.
Si se consigue el
objetivo de pescar 130 millones de toneladas, será posible resolver los
problemas nutricionales de la humanidad gracias al aumento de los suministros,
y serán las personas necesitadas de alimentos las que podrán consumir pescado y
beneficiarse de su elevado contenido proteico, dado que el pescado puede
producir de 3 a 30 veces más proteínas animales que los productos agrícolas,
con menor costo de energía.
El desarrollo futuro del
mundo de la pesca requiere de metas a largo plazo. Para lograrlas es necesario
el esfuerzo colectivo de los Estados ribereños, ricos y pobres, y el
fortalecimiento del flujo de fondos por parte de los gobiernos, sobre todo de
los países en vías de desarrollo, para solucionar problemas de alimentación y
lograr un cambio de las condiciones socioeconómicas de grandes núcleos de su
población y así lograr un reparto equitativo y justo de la riqueza.
IX. EL MAL USO DEL OCEANO. CONTAMINACION DEL MAR
SE CONSIDERA que el agua tiene importancia
fundamental en el desarrollo de las actividades humanas, y su uso se puede
aplicar en los siguientes ámbitos: doméstico, agrícola, industrial, pesquero,
recreativo y de transporte; por lo tanto, se hace indispensable que el agua
tenga calidad y que sea utilizada racionalmente.
Sin embargo, el hombre
ha tomado, desde los tiempos más remotos y debido a su ignorancia, las aguas de
nuestro planeta como el lugar natural para arrojar en ellas los desechos
inútiles. Hasta fecha muy reciente esto se consideró como un problema sin
importancia, si se exceptúan algunas áreas localizadas próximas a grandes
puertos o donde se realizan actividades mineras o bien los ríos que pasan cerca
de ciudades con población abundante.
En la actualidad, se
reconoce universalmente la gravedad de la contaminación de los
arroyos, ríos y lagos, e incluso de los mares, que cada día se ven amenazados
debido a los grandes centros de población e industrias emplazadas en sus costas
y al volumen, cada vez mayor, de transporte marítimo. Además, muchos
contaminantes industriales son acarreados a grandes distancias por la
atmósfera, lo que hace que las actividades tecnológicas del hombre tengan una
repercusión directa en la totalidad de los océanos, pese a que éstos cubren el
70% de la superficie del globo.
Se debe destacar que las
aguas naturales presentan un grado de pureza variable, que va desde la claridad
de las aguas que se producen con la fundición de la nieve o de los glaciares,
hasta las aguas pantanosas cargadas de materia orgánica. Además, se tiene que
considerar que el agua químicamente pura no es favorable para el desarrollo de
los seres vivos.
Por lo anterior, la
noción de contaminación no se refiere a la "pureza" de las aguas,
sino a las modificaciones de sus características, tanto por factores naturales
como por la influencia del hombre; por ello se dice, de manera general, que
contaminación es la adición de algún material o cualquier acción o condición
que interfiera, degrade o impida alguna propiedad útil de la atmósfera o del
agua, perjudicando a los organismos que las habitan.
El término
contaminación, que algunos llaman "polución", ha sido definido de
diferentes formas. Por ejemplo, en un seminario de expertos europeos reunidos
en Ginebra en el año de 1961, se consideró que "un curso de agua está
sometido a una contaminación cuando la composición o el estado de sus aguas
están, directa o indirectamente, modificados por la acción del hombre, en tal
medida que éstas se prestan menos fácilmente a toda o algunas de las
utilizaciones para las que podrían servir en su estado natural".
La Organización de las
Naciones Unidas ha dado, para la contaminación marina, la siguiente definición:
"es la introducción por el hombre en el medio marino, de sustancias o
energías que puedan ocasionar consecuencias nefastas, tales como daño a los
recursos biológicos y por consiguiente a la salud humana, trabas a las
actividades marítimas, incluyendo la pesca, disminución en la calidad del agua
del mar desde el punto de vista de su utilización, y reducción de las
posibilidades ofrecidas para el descanso."
Estas definiciones hacen
únicamente responsable al hombre y no toman en cuenta la contaminación natural
que se puede presentar en el medio oceánico, que indudablemente existe y cuya
importancia en algunas ocasiones es mayor; por ejemplo, se estima que la
contaminación por hidrocarburos difundidos en forma natural es tres veces mayor
que la producida por actividad del hombre.
Por lo anterior, es
indispensable que los encargados de prevenir y controlar la contaminación del
medio oceánico tomen en cuenta todas las causas: planetarias y cósmicas,
animales y vegetales, y humanas.
Sin embargo, en la
actualidad la contaminación producida por las actividades humanas está
aumentando de manera considerable y este rápido aumento guarda relación con
cuatro problemas de alcance mundial que deben ser evaluados, y a su debido
tiempo dominados, si se quiere tener éxito en la lucha contra la contaminación.
Estos problemas son: el incremento de la población mundial, combinado con su
concentración en algunas regiones y con las grandes diferencias de tipo
económico que existen entre las distintas clases sociales humanas; la creciente
demanda de bienes materiales por parte de la sociedad que está organizada como
una "sociedad de consumo"; el carácter limitado de los recursos
naturales renovables; y el egoísmo del hombre que, en su carrera de dominio,
utiliza los mares para probar armas, principalmente nucleares, y estrategias de
guerra.
En los primeros tiempos
de la existencia del hombre, el crecimiento demográfico era lento y el plazo de
duplicación de la humanidad fue de mil a 5 mil años. Con el descubrimiento y
colonización del continente americano por los europeos, y la revolución
industrial que se presentó a continuación, la disponibilidad de nuevos espacios
para vivir y de nuevos objetos de consumo produjo un crecimiento demográfico
explosivo; después del descubrimiento del Nuevo Mundo en el siglo XV la población se duplicó aproximadamente cada 200 años.
Hacia 1930, la población
mundial llegó a 1 000 millones de personas, y 30 años después, en 1960, alcanzó
3 000 millones; en 1987 se calculó el número de seres humanos en 5 000 millones
y sigue aumentando con rapidez. Se ha estimado que para el año 2 000 la
población sea de 6 500 millones de personas aproximadamente.
Entre los factores que han contribuido al crecimiento de la población
humana, se encuentra el hecho de que dentro de los últimos 100 años, la
medicina ha tenido un proceso que ha permitido ampliar en gran proporción las
perspectivas de vida del individuo.
También se ha controlado
la mortalidad por epidemias, que antiguamente diezmaban a las poblaciones. No
obstante que muchos seres humanos siguen padeciendo de mal nutrición, las
muertes producidas por esta causa han disminuido en los últimos años.
Gracias a los avances
tecnológicos que se han incorporado a las comunicaciones y a las medidas de
alarma previa, se ha reducido la mortalidad causada por catástrofes naturales
como huracanes, ciclones, maremotos y terremotos. Estas medidas deberán ser
complementadas con la debida atención al esfuerzo para lograr estabilizar la tasa
de nacimiento, con un control adecuado según las características de los
diferentes grupos de población.
Cada individuo utiliza
un número mayor de bienes materiales, lo que aumenta la producción de desechos
y agrava el problema de la contaminación. Se ha calculado que una persona
nacida hoy en Estados Unidos, perteneciente a la clase media, utiliza durante
su vida un volumen 50 veces mayor de bienes materiales que otra nacida en un
país en vías de desarrollo.
La mayoría de estos
materiales no se consumen totalmente, sino que sus desechos se vuelven a
distribuir en el medio; por ejemplo, el hierro empleado en la fabricación de un
automóvil sigue siendo hierro cuando se oxida o cuando es desmantelado, pasando
de un recurso natural concentrado en un lugar determinado a ser un material de
desecho diseminado por toda la superficie del mundo. En otros casos, los
recursos naturales que se usan como bienes de consumo, se convierten en
elementos totalmente diferentes. Cuando se quema gas, petróleo o carbón, el material
se transforma en energía que se utiliza por poco tiempo, antes de que escape
como calor residual el bióxido de carbono y se incorpore al medio.
La existencia limitada
de los recursos naturales, tanto los no renovables como los renovables, ha
cambiado la idea que se tenía en el siglo XIX de que los recursos del planeta eran inagotables, por
lo que se usaban y desechaban con toda tranquilidad.
Ahora se comprende que
la Tierra y sus recursos naturales son finitos y no es posible seguir
utilizándolos con tanta facilidad; aunque las reservas de esos recursos se
midan en decenios, y otras en siglos, se tiene que entender que esos límites de
tiempo son insignificantes, si la especie humana quiere seguir sobreviviendo
durante milenios.
Pero no sólo este
consumo de bienes materiales ha agravado la contaminación, lo peor es que en su
carrera por el dominio, el hombre ha iniciado las pruebas de armas nucleares,
por lo que la concentración de los materiales radiactivos en la atmósfera y en
el océano ha ido en aumento. Cuando la explosión se hace en la atmósfera, estos
materiales se introducen en sus niveles más altos y son distribuidos
globalmente en un tiempo relativamente breve; las partículas más grandes
regresan con rapidez a unos pocos kilómetros de la explosión en forma de
"lluvia", pero los materiales más finos pueden ser transportados
alrededor de la Tierra y permanecer en el aire durante varios años,
detectándose su presencia en todas las aguas continentales y en las
superficiales del mar.
En sus estrategias de
guerra, las grandes, potencias han dirigido su esfuerzo hacia el diseño de
submarinos atómicos, navíos movidos por energía nuclear que se han diseñado con
cuidado para evitar la contaminación radiactiva del medio; sin embargo, la
operación de un número grande de ellos causará grandes problemas para la vida
en el océano.
El hombre produce una
gran diversidad de contaminantes que llegan al medio acuático directa o
indirectamente; algunos de ellos, como los de origen orgánico, se desintegran
debido a procesos biológicos normales, pero otros, como los plaguicidas basados
en hidrocarburos clorados, resisten la descomposición y subsisten durante largo
tiempo en el ambiente, llegando inevitablemente al océano arrastrados por los
ríos.
Al encontrarse en los
océanos, se acumulan en el agua, en los sedimentos del fondo o en el cuerpo de
organismos, ocasionando diferentes efectos sobre los seres acuáticos y la
pesca. Los contaminantes pueden estimular el crecimiento de los vegetales, lo
que puede ser benéfico si se regula adecuadamente; otros son tóxicos y llegan a
destruir a los organismos o los hacen inadecuados para el consumo humano y, por
último, existen los que son inocuos y tienen escaso o ningún efecto en el
ecosistema acuático.
Efectos de la contaminación sobre los
seres acuáticos y la pesca
EFECTOS NOCIVOS
Efectos biológicos
Cambios en las migraciones. Peces anádromos: salmón, y peces catádromos: anguila.
Cambios en el comportamiento. Reacciones por la alimentación y la
reproducción.
Incidencia de enfermedades. Aumento de virus, bacterias, protozoos y otros
parásitos.
Cambios en el ciclo vital. Larvas/adultos.
Alteraciones en los procesos fisiológicos. Fotosíntesis, respiración, reproducción, etcétera.
Desequilibrio en las cadenas de alimentación.
Efectos genéticos. Mutaciones: mutagénesis, carcinogénesis.
Cambios en la morfología por concentración de
sustancias toxicas.
Efectos ecológicos
Modificación de los ecosistemas: esteros, región
intermareal, arrecife, etcétera.
POSIBLES EFECTOS BENÉFICOS
Piscicultura. Aprovechamiento de desechos orgánicos.
Aprovechamiento de efluentes termales.
|
Entre los principales
contaminantes que pueden derivarse de actividades marinas, de las que se llevan
a cabo en tierra y de la relación océano-atmósfera se encuentran: las aguas
residuales domésticas y los desechos agrícolas; los detergentes; los plaguicidas,
el petróleo y sus derivados; las sustancias químicas; los materiales
radiactivos; el calor residual y los desechos sólidos.
Se han propuesto muchas
clasificaciones de las sustancias contaminantes, así como sistemas para medir
su efecto nocivo. Una de las más aceptadas es la propuesta por el Grupo
Unificado de Expertos para los Aspectos Científicos de la Contaminación del Mar(GESAMP), convocado por las Naciones Unidas, en la
que utilizan el 0 (cero) cuando no hay datos alarmantes; el 1 (uno) para el peligro
determinado; el 2 (dos) para peligro indeterminado; el 3 (tres) para el
considerable y el 4 (cuatro) para el grande.
|
||||
Contaminante
|
Daño a
recursos
vivosdel océano |
Peligro
para lasalud humana
|
Alteraciones
en lasactividades marinas
|
Efectos
antiestéticos |
|
||||
Maeriales
radioactivos
|
0
|
3
|
0
|
0
|
Materiales
pesados (mercurio)
|
4
|
4
|
0
|
0
|
Sustancias
inorgánicas
|
2-3
|
0-2
|
0-3
|
0-2
|
Desechos
sólidos
|
2
|
0
|
4
|
4
|
Pesticidas
y herbicidas
|
3-4
|
2-4
|
0
|
0
|
Productos
Químicos orgánicos
|
0-4
|
0-3
|
0-3
|
0-4
|
Aguas de
alcantarillado
|
4
|
4
|
2
|
4
|
Detergente
|
1
|
0
|
0
|
2
|
Desechos
de la industria bélica
|
1
|
1
|
0
|
0
|
Restos de
roca y desechos inertes
|
3
|
0
|
2
|
3
|
|
En los últimos años, la
principal preocupación sobre la contaminación ocasionada por las aguas
residuales y los desechos agrícolas la constituían los problemas de protección
de la salud y de conservación de las características estéticas del medio, pero
en la actualidad lo que más preocupa a los técnicos es la llamada
"eutroficación de las aguas", que consiste en que cuando llegan los desechos
domésticos y agrícolas al medio acuático, son rápidamente desdoblados
químicamente por las bacterias, dando origen a sustancias inorgánicas del tipo
de las nitrogenadas, a las que llamarnos "nutrientes", que son
tomados por las algas y otros vegetales, produciéndose un incremento excesivo
de las poblaciones, lo cual ocasiona serios problemas; cuando esto ocurre en
extensiones limitadas de agua como lagos, esteros y bahías, donde la
circulación del agua es restringida, el daño es mayor al disminuir el oxígeno.
Las especies de algas
que más crecen son las "verdeazules", que en su mayor parte no son
útiles para la alimentación de los animales y por lo tanto modifican las
cadenas de alimentación y el propio ecosistema.
Esta eutroficación
constituye ya un problema grave en los países desarrollados y en algunos
cuerpos de agua de los que están en vías de desarrollo, y amenaza con
extenderse a los estuarios y a la faja costera.
Las aguas residuales de
las poblaciones costeras llevan gran cantidad de bacterias, algunas de ellas
patógenas para el hombre, como las bacterias coliformes que producen
enfermedades intestinales cuando se ingieren los productos acuáticos. Este tipo
de contaminación es común en los moluscos, como el ostión y la almeja, que
viven en los estuarios.
En los últimos decenios se han puesto en operación diversos procesos para
el tratamiento de las aguas residuales, suprimiendo el contenido bacterial y
los nutrientes nitrogenados para preservar la salud, mantener la belleza de
estas áreas acuáticas y evitar la eutroficación.
Los
"detergentes" comerciales de uso industrial o doméstico, que
actualmente se utilizan, son ricos en fósforo y algunos de ellos llevan enzimas
para lograr la mejor limpieza de los objetos tratados. La composición de los
detergentes comerciales está formada por un "producto base" o
principio activo que llega a formar el 30% del producto y el resto lo
constituyen sales alcalinas, reforzadores para aumentar la espuma, aditivo para
el blanqueado, antisépticos, colorantes y perfumes para darles mejor
presentación.
La contaminación que los
detergentes producen, se debe a que el fósforo hace que disminuya el nitrógeno
en el medio y como los vegetales acuáticos necesitan nitrógeno, también
desciende la cantidad de estas plantas y, por lo tanto, de los animales. El
fósforo en cantidades excesivas produce un crecimiento inconveniente de algas
azules y bacterias, eutroficando el agua, lo que trae como consecuencia su
decoloración, un mal olor característico y la disminución de la producción
primaria.
El problema de
contaminación por detergentes se presenta fundamentalmente en ríos y lagos, y
resulta mínima en el mar, ya que es excepcional que éstos sean deliberadamente
vertidos en él. Sólo se observa con cierta preocupación que se ha incrementado
este tipo de contaminación en la desembocadura de algunos ríos y en los
desechos que llegan al mar a través del sistema de alcantarillados de grandes
ciudades litorales.
También se han
depositado detergentes en los océanos, con la finalidad de combatir el petróleo
y sus derivados, que por algún motivo se han derramado en un área determinada;
tal fue el caso del naufragio del buque petrolero Torrey-Canyon en
las costas inglesas.
En la actualidad se ha
logrado la incorporación de detergentes "biodegradables", es decir,
aquellos que, gracias a la acción de bacterias y de las enzimas producidas por
estos organismos, se degradan hasta perder su toxicidad. Aún no se ha evaluado
en forma adecuada la reciente introducción de enzimas activas en los productos
para lavar, su excesiva concentración en las aguas residuales podría dificultar
los procesos biológicos. Se pretende que estas enzimas se deterioren
rápidamente en el agua antes de que lleguen a producir más daño, pero son necesarias
nuevas investigaciones para conocer su acción.
Entre los plaguicidas,
el DDT y otros a base de
hidrocarburos clorados como el Dieldrin, se han venido utilizando en gran
escala desde mediados del decenio en 1940, aumentando en un 8% al año; en 1980
se produjeron millón y medio de toneladas de plaguicidas sintéticos. El DDT y sus subproductos se han distribuido por todo el mundo y han
ejercido efectos biológicos profundos ya que no, se conocen bacterias u otros
organismos que los descompongan rápidamente, por lo que persisten en el medio
durante largos periodos, causando diferentes tipos de daño.
Los beneficios a corto
plazo del uso del DDT son indiscutibles;
se ha eliminado prácticamente el paludismo de algunas regiones del planeta, al
matar a los mosquitos anofeles que transmiten la enfermedad. También han sido
espectaculares los resultados de la lucha contra las plagas de insectos en los
cultivos comerciales, permitiendo que la agricultura se incremente. Sin
embargo, como el DDT no se degrada sino
que, por el contrario, se acumula en el ambiente y en los organismos, los daños
que causa cada día provocan una mayor preocupación, sobre todo en el medio
marino, que es el desagüe final de este plaguicida, que es transportado hacia
él por los vientos o por los ríos.
Al llegar a los océanos,
su primera acción negativa es la destrucción del fitoplancton, lo que ocasiona
que baje la productividad de la materia orgánica que alimenta a los organismos
marinos; posteriormente, se acumula en los tejidos con grasa de los carnívoros
de más alto nivel, peces y aves, produciendo alteraciones en funciones tales
como su reproducción y de ahí puede llegar al hombre.
Ya se conocen áreas del
océano en que la contaminación por estos plaguicidas es alarmante; por ejemplo
el Mar del Norte, en donde se encuentra la industria que produce el Dieldrin, y
la costa de California meridional con el DDT: en esta última se han encontrado colonias de pelícanos, sobre todo los
que viven en las islas Anacapa, cuyos huevos contenían 2 500 ppm de DDT, por lo que estaban totalmente descalcificados, esto causó un dramático
aumento en la mortalidad. En 1969, de 1 200 tentativas de nidificaciones,
solamente nacieron 5 pelícanos.
También están altamente
contaminados por plaguicidas el Mar Báltico, mar interior europeo, que mide 386
mil kilómetros cuadrados y tiene un promedio de profundidad de 71 metros; está
rodeado por siete países desarrollados: República Democrática de Alemania,
Dinamarca; Polonia, Unión Soviética, Finlandia, Suecia y la República Federal
de Alemania; en sus litorales habitan aproximadamente 20 millones de personas.
Su contaminación ha ocasionado que la rarísima "águila de mar" o
"pigargo" se encuentre en vías de extinción.
Los hidrocarburos como
el petróleo se han convertido rápidamente en uno de los contaminantes más
extendidos en el océano; se calcula que cada año entran en este último,
procedentes de diversas fuentes, de una a 10 millones de toneladas de esas
sustancias. La mayor parte de dichos hidrocarburos se localiza en las regiones
costeras, pero también se han observado manchas en pleno Atlántico, en el
centro del Mediterráneo y en otras regiones de alta mar. Así, resulta evidente
que la contaminación petrolífera de los océanos ha llegado a ser un problema de
gran importancia para las pesquerías del mundo entero.
El petróleo crudo
contiene elementos que son tóxicos para los organismos marinos; algunos de
ellos son solubles en el agua, otros se evaporan en la superficie, otros más
forman manchas extensas y desparramadas y algunos caen al fondo atravesando
grandes cantidades de arena y formando glóbulos.
Cuando el petróleo se
derrama cerca de la costa o una mancha petrolífera deriva a la zona intermedia
de las mareas y a las playas, se produce una mortalidad en gran escala de
organismos marinos, algunos de ellos de valor comercial. La muerte de grandes
cantidades de aves marinas constituye uno de los efectos primarios y más
aparentes de los derrames de petróleo, como el ocurrido en marzo de 1989, al
encallar el buque cisterna Exxon Valdez en el arrecife de
Bligh en Alaska, que derramó 40 millones de litros de crudo, amenazando a la
fauna existente en esa área, sobre todo a 10 millones de aves que habitan allí.
Aunque los derrames
accidentales de petróleo son sucesos espectaculares que atraen una gran
atención del público, como el del Ixtoc en el Golfo de México, que derramó 535
000 toneladas de petróleo en el océano, o el del superpetrolero griego World
Prodigy, de 170 metros de eslora, que chocó contra una roca en junio
de 1989, al sur de Newport, Estados Unidos, en el arrecife de Brenton,
provocando una gran mancha de aceite de 8 kilómetros de diámetro en el Océano
Atlántico, sólo son responsables de un 10% del volumen total de petróleo que se
encuentra en el medio marino; el 90% restante de la contaminación petrolífera
se origina en las operaciones normales de los buques cisterna, los barcos
mercantes y de guerra, la producción petrolera emplazada en las costas, las
operaciones de las refinerías y la eliminación de los materiales petrolíferos
de desechos.
Según el investigador
J.C. Mourlon, si en un año los derrames de petróleo alcanzaran de 2 a 3
millones de toneladas, éstas procederían como sigue:
Accidentes
en el mar
|
200 000
|
tons.
|
Vertidas
de las bodegas de los buques
|
50 000
|
"
|
Limpieza
de cisternas de los petroleros
|
700000
|
"
|
Vertidos
de terminales petrolíferas
|
100000
|
"
|
Vertidos
por la explotación en el mar
|
150 000
|
"
|
Vertidos
por la explotación en tierra
|
900 000
|
"
|
Aportes
atmosféricos
|
300 000
|
"
|
Total
|
2 400 000
|
"
|
Figura 22. Ixtoc, Golfo de México.
El hecho de que las
aguas costeras no estén desprovistas de vida marina, aun después de decenios de
contaminación petrolífera, indica que el mar es capaz de recuperarse. Sin
embargo, no se sabe qué volumen de petróleo podría aceptar el océano sin dejar
de recuperarse de sus efectos, por lo que el hombre está obligado a tomar todas
las precauciones para evitar que el daño sea cada vez mayor, sobre todo en la
explotación de los mantos costeros.
Existen varios millones
de sustancias químicas, orgánicas e inorgánicas, creadas por la industria o
elaboradas como subproductos de procesos industriales, que llegan diariamente
al medio acuático, como es el caso de los metales pesados, los ácidos y el
cloro, que estropean el sabor de los organismos o bien son carcinogénicos y
pueden acumularse en los productos acuáticos y llegar así al hombre.
Las sustancias de
desecho de las fábricas de papel o de fertilizantes se eliminan depositándolas
en los ríos, y son transportadas de allí hasta el medio marino, ocasionando una
gran cantidad de problemas, como el que el agua de los sistemas municipales
deje de ser potable, que los peces y otras formas de vida acuática mueran y que
las aguas de los ríos o las que rodean a las playas queden contaminadas de
materiales aceitosos, viscosos, coloreados y malolientes, haciéndolas impropias
para las actividades recreativas.
La contaminación del
medio acuático por materiales radiactivos plantea serios problemas, ya que
estas sustancias no sólo pueden producir efectos inmediatos en los organismos
vivientes, sino que producen mutaciones del material genético con graves
consecuencias para generaciones posteriores. La radiactividad puede llegar al
medio por dos fuentes principales: la de origen natural, debido a los rayos
cósmicos, y la de origen artificial que está ligada con el uso de la energía
atómica, a través de las pruebas de armas atómicas, las centrales de energía
nuclear, y el uso de radioisótopos en experimentos de laboratorio y en
medicina.
El calor residual es un subproducto de muchos procesos industriales,
especialmente de la producción de energía eléctrica y del uso de combustibles
fósiles como el carbón. Este calor pasa a la atmósfera y llega al medio
acuático en donde altera las variaciones estacionales de la temperatura del
agua, lo que hasta ahora no ha representado un problema grave, excepto en zonas
muy localizadas, en donde cambia el ciclo reproductivo de los organismos,
haciendo que se produzca una cantidad mayor de individuos que de alimento, lo
que ocasiona su muerte. También puede aumentar la temperatura hasta llegar a
los límites vitales. Como cada vez es mayor la necesidad de energía, la
eliminación de calor va en aumento, y será necesario aplicar medidas
pertinentes para evitar que se convierta en un problema grave.
La eliminación en el mar
de los desechos sólidos, que son desperdicios comerciales y domésticos tales
como papel, botellas y latas, se ha convertido en uno de los problemas más
urgentes y difíciles de los centros urbanos congestionados. Los automóviles
constituyen una de las fuentes de desechos sólidos más considerables: sus
neumáticos y partes se desechan varias veces y, en un momento dado, también el
vehículo es desechado. Se ha visto que estos desechos causan destrucción en los
ecosistemas, por lo que se hace indispensable investigar cómo eliminarlos,
antes de emprender el depósito, a gran escala, de los mismos en el medio
oceánico.
Todos estos
contaminantes afectan la dinámica del océano y sus recursos y, en especial,
producen cambios en la pesca, la cual puede disminuir tanto en las aguas
continentales como en las marinas, lo que hace que las posibilidades de
conseguir alimento, que cada día se necesita más, disminuyan.
El volumen y la calidad
de las capturas y los desembarques de organismos acuáticos de valor comercial,
incluidos los vegetales, pueden estar afectados directa o indirectamente por la
contaminación. Sus efectos en este ámbito pueden ser: la reducción de las
existencias con una mortalidad en masa espectacular, el declive o cambios en
las características ambientales, la aparición de un mayor número de
enfermedades tanto en los organismos acuáticos como en el hombre, y la
adquisición de cierto grado de toxicidad de los productos acuáticos.
En los últimos años el
hombre ha encontrado la posibilidad de sustituir algunos bienes de consumo para
evitar despilfarro de recursos y contaminación del medio; por ejemplo, se ha
logrado el empleo de "energía solar" para uso industrial y no sólo en
el ciclo biológico.
La potencia atómica puede, en último término, proporcionar una fuente de
energía prácticamente ilimitada, pero ello creará nuevos problemas de
contaminación de alcance probablemente mayor que los actuales, que aún no
podemos resolver.
Figura 24. Contaminación / Pesca.
Los productos plásticos
y otros materiales artificiales pueden remplazar a algunos materiales de
consumo, pero también su producción crea nuevos problemas de contaminación,
sobre todo si se imponen los criterios puramente comerciales. Los químicos y
los industriales del campo de los plásticos están empezando a tener en cuenta
las consideraciones ecológicas y hay que esperar que se mantenga esta
tendencia.
Es indispensable que la
comunidad mundial evalúe el problema en su conjunto, pensando no sólo en el
momento actual, sino en las generaciones futuras, con el objetivo de que el
desarrollo y el progreso sean armónicos y se utilicen, de manera racional, los
"recursos y su ambiente". Cabe esperar que con un esfuerzo adecuado
de las poblaciones y de los gobiernos del mundo, se tomen las medidas adecuadas
para evitar el mal uso del océano.
X. LA
COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL USO DEL OCEÁNO
EL USO del océano se inició con el
aprovechamiento particular que cada país hacía de sus recursos, pero conforme
se fueron ampliando las posibilidades, las naciones empezaron a utilizar, de
manera cooperativa, algunos de los recursos, sobre todo los vivos que por sus
migraciones han sido considerados como propiedad común.
La necesidad de conocer
estos recursos que se desplazan por diferentes regiones del océano, hizo que la
investigación científica sobre el mar, que en un principio tuvo una base
nacional, en los últimos años desarrollara una serie de programas de carácter
internacional. Para lograr el progreso en el conocimiento del océano de manera
más efectiva, se ha observado que es mejor realizar la investigación con
programas basados en la cooperación internacional, ya que los recursos y los
medios con los que cuenta un solo país, aun uno de los poderosos, son menores
que aquellos con los que se cuenta cuando varios países colaboran para realizar
la investigación, misma que avanzará más rápidamente que cuando una sola nación
la lleva a cabo.
La colaboración
internacional en la investigación oceanográfica en amplia escala no es nueva:
lleva más de 87 años, ya que desde 1902 un grupo de notables expertos europeos
en ciencias marinas, bajo el patrocinio del rey de Suecia, fundó el Consejo
Internacional para la Exploración de los Mares, con el fin de proveer la
información esencial para el uso racional de los mares y sus recursos; o sea,
aprovechar los recursos marinos que mayor beneficio presenten sin perjuicio del
futuro.
El trabajo del Consejo
Internacional en todos estos años ha corroborado ampliamente la visión de
aquellos primeros científicos marinos y hoy no sería fácil mejorar los
objetivos que ellos se fijaron.
Además de sus
actividades para coordinar los programas de las naciones, este consejo ha
patrocinado a lo largo de los años gran cantidad de proyectos combinados o
específicos, entre los que se encuentran los famosos estudios internacionales
de hidrografía y del plancton entre 1904 y 1919; las contribuciones del Año
Geofísico Internacional en 1957; y los tres estudios sucesivos del Consejo sobre
el "frente oceánico" del Atlántico nordeste de 1960, con la operación
conjunta de nueve buques de cinco países.
Otras de las actividades
importantes del Consejo comprenden los censos de las existencias de peces en
distintas áreas de la región del nordeste del Atlántico, así como los
pronósticos de los resultados de los distintos programas de reglamentación de
las pesquerías.
El ejemplo del Consejo
Internacional fue seguido por otros países y así se establecieron nuevos
organismos regionales que tienen como objetivo el reglamentar las capturas,
como es el caso de la Comisión para las Pesquerías del Pacífico Norte, que tomó
a su cargo uno de los estudios biológicos internacionales más completo, que
abarca la pesca experimental y la búsqueda, en gran escala, de las principales
poblaciones del salmón del Pacífico, junto con los estudios de las condiciones
ambientales, según las cuales las diversas existencias de estos organismos
viajan y se abren paso hacia sus ríos de origen.
Otro caso es el de la
Comisión Internacional para Pesquerías del Atlántico Norte, que emprendió
varios censos sobre las existencias de peces regionales y el mayor estudio
sobre el ambiente oceánico, que se extendió desde Terranova hasta Groenlandia e
Islandia con buques de siete países.
El Consejo para la
Exploración del Mar siguió trabajando y, en 1911, celebró una convención para
la conservación y protección de los "lobos marinos finos" y
"nutrias marinas" en las aguas de la zona norte del Océano Pacífico,
debido a que las poblaciones de estos recursos eran explotadas sin ningún
control.
Los objetivos de esta
reunión se ampliaron, por lo que se planteó la necesidad de enfocar el problema
de la sobrexplotación de recursos de una manera, global y la de llegar a un
acuerdo lo más amplio posible que, resolviendo la gran diversidad de problemas
biológicos, económicos y políticos que se presentan en las diferentes regiones
pesqueras, llegara a resoluciones que permitieran el manejo adecuado de las
pesquerías y la conservación de los recursos.
Como resultado, se
instituyó la Sociedad o "Liga" de las Naciones que, entre otros
acuerdos, estableció una convención multilateral entre Gran Bretaña, Estados
Unidos, Unión Soviética y Japón para conservar los "lobos marinos
finos". Según esta convención, Unión Soviética y Estados Unidos son los
administradores del recurso y funcionan como agentes de las partes firmantes.
Los lobos marinos finos no pueden cazarse en alta mar, por resultar su captura
ineficiente, y sólo se les atrapa en las islas donde se reproducen, por lo que
si no se regula el esfuerzo de captura la población puede ser perjudicada de
manera irreversible.
El procedimiento que se
estableció para proteger este recurso consiste en que Estados Unidos y Unión
Soviética intervengan en la captura hasta lograr el "máximo rendimiento
sostenible" de las poblaciones de lobos finos en sus respectivas islas,
entonces las utilidades se dividen con las otras naciones signatarias del
convenio, a las cuales se les paga, en cierto sentido, por ceder sus derechos
de cazar lobos marinos en aguas internacionales. Este sistema ofrece la ventaja
económica de producir rendimiento permisible al costo más bajo posible, y
además impide una competencia que causaría un despilfarro inútil. Sin embargo,
esta clase de arreglo es único y no existe ningún otro tratado sobre pesca que
otorgue derechos absolutos de explotación a una sola entidad.
La mayoría de los
tratados que se establecieron en esta época fueron para regular las pesquerías
y muy pocos para el conocimiento del medio marino. Aunque en los convenios
pesqueros se realizaron estudios e investigaciones científicas, su principal
objetivo estaba relacionado con la conservación de las especies o con los
derechos de pesca.
Otro tipo de tratados se
derivó cuando los Estados empezaron a reclamar diversos derechos sobre sus
aguas costeras y sobre la posición del llamado "mar territorial",
para que una extensión del continente hacia el mar se convirtiera en un derecho
formal, y sobre ella se mantuviera la soberanía del Estado.
Cuando las dimensiones que debería tener este mar territorial se estudiaron
en una conferencia convocada por la Liga de las Naciones, en 1930, se llegó a
la conclusión de que la mayoría de los países eran partidarios de las tres
millas a partir de las líneas de costa, lo que fue acordado en principio y que,
posteriormente, ha cambiado al criterio de las 12 millas, que actualmente se
acepta.
ÁREAS DELIMITADAS:
1) CARPAS (Comisión Asesora
Regional de Pesca Para el Atlántico Sudoccidental). 2) CPACO (Comité de Pesca para el Atlántico Centro-Oriental). 3) CPCA(Comité de Pesca Continental para África). 4) CAEPC (Comisión Asesora Europea sólo de Pesca
Continental). 5) CGPM (Consejo General
de Pesca del Mediterráneo). 6) CPOI(Comisión de Pesca para el Océano Índico). 7) CIPP (Consejo del Indo-Pacífico para Pesquerías.). 8) WECAF (Comisión de Pesca para el Atlántico
Centro-Occidental).
ORGANIZACIONES
INDEPENDIENTES: 9) IBSFC (Comisión Internacional de Pesquerías del Mar Atlántico). 10) CIPAN (Comisión Internacional de Pesquerías del Atlántico
del Noroeste). 11) CIPASO (Comisión Internacional de Pesquerías del Atlántico Sudoriental). 12) CIPNP (Comisión Internacional de Pesca del Norte del Pacífico). 13) JKFC (Comisión Conjunta Nipocoreana de Pesquerías).
14) JSFC (Comisión
Niposoviética de Pesquerías del Pacífico Noroeste). 15) MCMBSF (Comisión Mixta para las Pesquerías del Mar Negro).
16)CPANE (Comisión de Pesca de Noroeste del
Atlántico). 17) PCSP (Comisión Permanente de la Conferencia sobre la Explotación y Conservación
de las Riquezas Marítimas del Sur del Pacífico).
ÁREAS NO DELIMITADAS:
18) BSSSC (Comité Coordinador del Salmón del
Mar Báltico). 19) CIAT (Comisión
Interamericana del Atún Tropical). 20) CICAA (Comisión Internacional para la Conservación del Atún del Atlántico).
21) IPHC (Comisión Internacional de Pesquerías del
Hipogloso del Pacífico). 22) IPSFC (Comisión Internacional de Pesquerías del Salmón del Pacífico). 23) CBI
(Comisión Ballenera Internacional). 24) NPFPPS(Comisión sobre las Focas de Peletería del Pacífico Septentrional).
25) SCNEA (Comisión sobre las Focas del Atlántico Nororiental). 26) SCSK (Comisión sobre Mariscos para Saguerrak-Kattegat).
El año de 1945 marca un
momento trascendental en la historia de la cooperación internacional para el
uso del océano, al fundarse la Organización de las Naciones Unidas(ONU), formada por la "Asamblea General, la cual está integrada por todos
los países participantes; el Consejo de Seguridad; la Corte Internacional de
Justicia; el Consejo Económico, y Social, y los Organismos Especializados.
Entre estos organismos
especializados se encuentran algunos directamente relacionados con el uso del
océano y sus recursos, como la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación, FAO; la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura, UNESCO; la Organización
Mundial de la Salud, OMS; la Organización
Meteorológica Mundial, OMM, y la Organización
Consultiva Marítima Intergubernamental, OCMI.
La FAO es uno de los organismos especializados autónomos de las: Naciones
Unidas, que a través de su Departamento de Pesca, se ocupa, en mayor
proporción, de establecer la cooperación internacional para el conocimiento y
uso de los recursos oceánicos.
Esta organización se
constituyó de manera definitiva en octubre de 1945, en Quebec, Canadá, y desde
1951 tiene su sede en Roma, Italia; está formada por 144 Estados miembros;
tiene como objetivos elevar los niveles de nutrición y de vida de los pueblos,
mejorar la producción y la distribución de todos los alimentos y mejorar la
condición de las poblaciones rurales, contribuyendo así a una economía mundial
en expansión y liberando a la humanidad de la amenaza del hambre; las
publicaciones que produce sobre estos temas son fundamentales para establecer
los programas de desarrollo de los diferentes países.
Aunque el Departamento
de Pesca de la FAO cuenta con un grupo de
investigadores de alto nivel en los diferentes campos de la pesca, el cual es
permanente, su labor principal no es realizar investigaciones ya que tiene la
pesada tarea de ayudar a los países en desarrollo a obtener el alimento que
necesitan con suma urgencia, de las proteínas de pescado de buena calidad,
aprovechando de manera racional los recursos del mar.
Las actividades de estos
investigadores en pesquerías de la FAO consisten en: concentrar la información científica y técnica de las
distintas organizaciones de investigación nacionales e internacionales;
participar, a veces, en sus trabajos y brindar asesoría donde es posible, con
la aplicación de sus conocimientos del mar y sus recursos. De este modo, las
instituciones de investigación de países desarrollados pueden, a través de
la FAO,ayudar a otras naciones
en vías de desarrollo, obteniendo ganancias al aprovechar actividades de
alcance mundial, como elaboración de estadísticas, bibliografías, simposios
sobre problemas básicos del mar, etcétera, que realiza la FAO.
Una de las actividades
que más interesa a este organismo es reunir todos los datos y la información
concernientes a las aguas y a sus habitantes, para lograr el máximo
conocimiento y utilización de los recursos, hasta llegar a convenir acuerdos
válidos en el plano internacional, si se desea explotar las existencias de
organismos marinos con la máxima eficiencia. Un ejemplo de esto se puede
observar en los resultados publicados en cinco volúmenes, de la Conferencia Científica
Mundial de la FAO sobre Biología y
Cultivo de Camarones y Gambas celebrada en México en junio de 1967.
Por la naturaleza de los
problemas marítimos, la colaboración científica a través de las fronteras
nacionales ha sido más común en la oceanografía física y en la oceanografía
química que en cualquier otro campo de la investigación de las ciencias del
mar.
Sin embargo, existen
varios grupos de científicos internacionales en otros campos dentro del Consejo
Internacional de Asociaciones Científicas, especialmente interesados en el
campo de las ciencias marinas, como son: la Asociación Internacional para las
Ciencias Físicas del Océano, la Asociación Internacional para la Oceanografía
Biológica y la Comisión de Geología Marina. El principal apoyo de cada uno de
estos grupos proviene de las distintas academias científicas nacionales, así
como de las universidades.
De la colaboración
dedicada a los aspectos marinos del Año Geofísico Internacional, surgió el
Comité Científico para la Investigación del Océano, SCOR, principal organismo de enlace y de cooperación entre los oceanógrafos de
todos los países. Su logro mayor ha sido la iniciación de la Expedición
Internacional del Océano Índico, en la cual colaboraron expertos de 23 países,
utilizando 21 barcos exploradores pertenecientes a 13 naciones.
La Comisión
Oceanográfica Intergubernamental, IOC, es un organismo que la UNESCOfundó en 1961 y que actualmente cuenta con 80 Estados miembros, estando su
presidencia a cargo de un distinguido investigador mexicano, el doctor Agustín
Ayala-Castañares. Su principal función es promover y coordinar el estudio de la
oceanografía en todo el mundo.
La comisión ha iniciado
su tarea hace relativamente poco tiempo, pero ya ha organizado y coordinado
varias investigaciones internacionales, entre las que destacan las
Investigaciones Cooperativas Internacionales del Atlántico Tropical, que
estudiaron la oceanografía biológica y física de las aguas ecuatoriales; el
estudio cooperativo de la Región del Kuroshivo en el Pacífico; y en 1968 se
iniciaron las Investigaciones Cooperativas del Mar Caribe y Regiones
Adyacentes, en las que participaron 18 países con interés en el área,
realizando trabajos de oceanografía física, química, geológica y biológica y
sobre pesquerías, correspondiendo a Holanda la coordinación general, y a México
la de pesquerías.
La Comisión
Oceanográfica Intergubernamental tiene otras funciones de coordinación que
comprenden el intercambio de datos oceanográficos y de información, y la
promoción de asistencia en el campo de la investigación. En su tarea, la
comisión ha recibido asesoramiento del SCOR, abarcando así la totalidad de la oceanografía académica y también de
otro grupo de científicos que constituyen la Comisión Asesora para la
Investigación de Recursos Marítimos, ACMRR, de la FAO, para los aspectos de
la oceanografía aplicada a las pesquerías. Es digno de destacar que tanto
el SCOR como la ACMRR están compuestos
por investigadores designados por su capacidad personal y que en esta última
comisión, México ha tenido dos investigadores nacionales dentro de los 14 que
la integran.
En 1966, la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó una resolución para exhortar a la FAO, a la UNESCO y a la Organización Meteorológica Mundial a
coordinar todos sus esfuerzos en realizar actividades mundiales relativas a
ciencias y tecnologías del mar. Desde entonces se ha elaborado una serie de
programas coordinados, y uno de ellos es la organización de la Década
Internacional de la Expedición Oceánica, propuesta como un programa ampliado de
las Naciones Unidas.
Actualmente existen más
de treinta organismos regionales en funciones, relacionados con el océano;
algunos están interesados tanto en la oceanografía como en la investigación
para las pesquerías; otros sólo en la regulación de las pesquerías, y muy pocos
en los recursos minerales del mar. Cabe preguntar si se necesitan todavía más
organizaciones o éstas son suficientes; sin embargo, en el actual conocimiento
de los océanos y sus recursos existen grandes brechas y algunas
superposiciones, por esto se debe revisar si la organización actual es la
adecuada o no para las necesidades mundiales.
Antes de 1945, las zonas
pesqueras constituían el más importante de los recursos marinos que se tomaban
en cuenta en los casos relacionados con el derecho internacional del mar, o en
los tratados internacionales para el conocimiento de los océanos. Era raro que
se mencionaran los derechos de explotación de los minerales que hay en los
mismos, probablemente porque su utilización era menos frecuente. El primer
convenio internacional sobre minerales fue el Tratado Anglo-Venezolano en 1942,
por el cual los dos países convinieron en establecer una línea que separa sus
depósitos submarinos de petróleo en el Golfo de Paria.
En los últimos años, la
Organización de las Naciones Unidas ha realizado esfuerzos para establecer un
consorcio mundial con el objeto de restringir la extracción de la riqueza
mineral existente bajo el lecho de los mares profundos, y espera tener
resultados en un futuro próximo.
Uno de los problemas que
más preocupan en la cooperación internacional para el uso del océano, es la
complejidad que las investigaciones presentan, haciéndolas caras y largas, en
contra de los rápidos programas de eficiencia con que han evolucionado las
pesquerías y los pasos acelerados de la tecnología para el aprovechamiento de
los recursos minerales del mar. Los gobiernos deben estar conscientes de la
importancia de estas investigaciones y proporcionar los fondos adecuados para
ellas y asegurar que sus científicos y técnicos estén presentes y activos en
todos los programas de investigación cooperativa; y además, de que estos
programas tengan objetivos claros para conseguir que los beneficios que el
océano ofrece sean para toda la humanidad y no para unos cuantos.
XI. EL
OCEANO Y EL FUTURO DE LA HUMANIDAD
El hombre
deberá entender que el océano es sumamente importante para el futuro de la
humanidad.
|
HACE diez años, los
científicos no soñaban que las ciencias del mar pudieran alcanzar, en un
pe-riodo tan corto, el desarrollo que han logrado hasta el momento actual.
Cuando se considera el futuro del estudio de los océanos, se debe pensar en la
ciencia y la tecnología en conjunto, ya que la primera ha alcanzado logros que
el hombre no imaginaba, como el haber descendido a las partes más profundas del
océano, atravesar el Océano Ártico por debajo y a través del hielo polar, y
vivir durante semanas bajo el mar, intentando extraer minerales del lecho
oceánico. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer, sobre todo en el campo de
la tecnología, cuyo estudio casi queda todo para el futuro.
Para las ciencias del
mar, la década de los sesenta representó la transición entre el sistema de
observación y descripción del "explorador", o del
"naturalista", al del ámbito más preciso del "investigador
científico", ya fuera geólogo, físico, químico o biólogo. En épocas
pasadas cada expedición tenía como objetivo principal el presentar como
resultado el descubrimiento de una nueva montaña submarina, la identificación
de una nueva especie de organismo marino o el rastreo de otra corriente
oceánica.
Actualmente, en la
investigación de las ciencias del mar se presentan teorías, se establecen
preguntas fundamentales sobre la dinámica de los océanos y se buscan las
respuestas mensurables que establezcan nuevos conocimientos básicos de estas
ciencias.
Los científicos cada día
dedican más energía e ingenio para lograr que los océanos se utilicen en la
forma más sabia posible, administrando adecuadamente sus recursos. En los
últimos años, los estudiosos de los océanos han logrado avances significativos
en la oceanografía geológica, física, química y biológica, presentando sus
resultados a la comunidad mundial con el fin de discutirlos y así poderlos
aprovechar en beneficio de la especie humana.
En el campo de la geología y
de la geofísica marina se han presentado teorías que forman
apasionantes ideas nuevas capaces de estimular el desarrollo de una rama de la
ciencia, como por ejemplo, la de la expansión del fondo del mar, que señala que
ésta llega a ser hasta de 10 o 12 centímetros por año en el dorsal Atlántico.
Durante siglos, el hombre había supuesto que la masa de la Tierra que está en
los fondos oceánicos le era inaccesible para siempre. La tecnología moderna ha
cambiado toda esta interpretación, y hoy los geólogos marinos están
desarrollando nuevos temas de investigación en este campo con velocidad
espectacular. El programa de sondeo en aguas profundas del barco
oceanográfico Glomar Challenger, es precursor de la
exploración del océano profundo.
En el campo de la oceanografía
física, la propiedad natural del agua de transmitir velozmente el
sonido, hace de ella el mejor medio para las comunicaciones subacuáticas de
largo alcance. El conocimiento cada vez más profundo de esta propiedad, la ha
transformado en una importante herramienta para estudiar varios de los
fenómenos que se presentan en el océano, como las características topográficas
del fondo, la distribución de los organismos en el mar, la localización de
zonas minerales, entre otras acciones; a toda esta actividad estará colaborando
en un futuro no muy lejano, la aplicación de los rayos láser.
En la oceanografía
química, la conquista que se puede considerar más importante es el
desarrollo de técnicas analíticas de gran precisión para obtener el análisis
tanto cualitativo como cuantitativo del agua de mar, habiéndose demostrado que
ciertos productos químicos en soluciones tan diluidas como por un billón y aun
menos, son significativas en el ciclo de la vida marina.
Muchas de las nociones
químicas del pasado están siendo corregidas a fondo, lo cual hace posible
comprender y pronosticar mejor la distribución de la materia orgánica en los
océanos. En este momento, se necesita con toda urgencia entender detalladamente
lo que sucede en el mar cuando se arrojan en él desechos de todas clases. En el
futuro se dependerá fundamentalmente de los químicos para que expliquen cómo
evitar el envenenamiento del mar por los productos de desecho de las ciudades
que tan rápidamente crecen y, sobre todo, de sus industrias.
En la oceanografía
biológica es importante continuar con los estudios actuales de
ecología marina, pero en el futuro, éstos se encontrarán integrados dentro de
una investigación general del ciclo de la materia orgánica en el mar. El
objetivo práctico final de estos estudios es la comprensión total de la
producción, la distribución y la utilización de los alimentos que se obtienen
de los océanos del mundo.
En la biología
marina se desarrollan cada vez más los estudios sobre el cultivo de
organismos oceánicos, especialmente los de las regiones litorales. Este nuevo
interés en la acuicultura marina dará un impulso notable a muchas
investigaciones biológicas básicas. A medida que los biólogos estudian el
problema de cultivar, producir y cosechar los productos del mar, se ligan cada
vez más a los aspectos fundamentales de la genética, la patología, la nutrición
y el comportamiento de los organismos marinos. También avanza de manera
paralela la investigación en los diseños y procedimientos tecnológicos para la
actividad de las instalaciones de acuicultura.
Los adelantos que han
propiciado los descubrimientos científicos recientes, permiten interrelacionar
a las ciencias del mar, como sucede en los estudios sobre el comportamiento de
los animales marinos, en los que es indispensable aplicar conocimientos de la
química de los mares para saber la importancia de sustancias químicas en
soluciones muy diluidas que atraen o alejan a los organismos. La investigación
en este nuevo campo de la "quimiotaxia" está permitiendo entender los
principios aplicados por el salmón, por un tipo de arenque, y por otros peces
para volver a sus arroyos natales.
Ya está demostrado que
ciertas sustancias químicas encontradas en las ostras, aun en disoluciones
inferiores a uno por mil millones, atraen a la depredadora estrella de mar y
que las cadenas de los hidrocarburos del keroseno lo hacen con las langostas,
por lo que a veces los pescadores de langostas utilizan como carnada ladrillos
empapados de keroseno. En el cultivo de ostión, las tejas para colectar sus
larvas se preparan bañándolas en una solución de calcio que estimula una mayor
fijación de ellos, obteniendo mejores resultados.
Durante siglos, el uso
del mar por parte del hombre estuvo limitado a su superficie o a la parte más
próxima de ella; hasta los oceanógrafos que han manifestado un interés
constante en las zonas profundas del océano y que siempre desearon contar con
una mayor capacidad para estudiarlas, tuvieron que contentarse con manejar sus
instrumentos y sus extractores de muestras con largos cables desde la
superficie, lo que limitó el pensamiento de los investigadores. Siempre se ha
pensado en los océanos de la misma forma: desde la superficie hasta abajo, y no
desde el fondo hacia arriba. Pero en la actualidad algunos sumergibles de
investigación, como el Alvin, permiten descender en los mares,
fotografiar el fondo, recoger muestras con su brazo mecánico y hasta barrenar
el fondo, y se ha comenzado a pensar en los océanos desde abajo, con lo que se
está descubriendo un mundo nuevo.
Esta concepción del
estudio del océano partiendo del fondo para llegar a su superficie, está
llevando a los técnicos a imaginar fácilmente estaciones de trabajo para
hombres rana sobre las plataformas continentales a profundidades de más de 300
metros.
Ha sido posible
establecer alojamientos y laboratorios para largos estadios a una presión
ambiental de 30 atmósferas. Un ascensor con mecanismos compensadores de presión
lleva al personal rápidamente, sin el peligro de la descompensación, hasta la
superficie donde una plataforma estable, que consiste en un gran cilindro
vertical, podrá tener las cámaras y todo el otro equipamiento vital necesario.
Los investigadores pueden contar con sumergibles perfeccionados, que extenderán
su alcance más allá de los límites de natación.
Algunos investigadores
han pensado en el buceo totalmente autónomo, tal vez con los pulmones llenos de
agua y provisión endovenosa de oxígeno, pero éstas no parecen soluciones
probables en un futuro previsible: si se desea bajar al océano profundo es
necesario proteger al investigador contra las grandes presiones de las
profundidades.
También se puede
imaginar un laboratorio con espacios habitables a una profundidad de 6
kilómetros, con sistemas de comunicación capaces de resistir grandes presiones
para conectar al laboratorio del fondo con el buque de apoyo en la superficie.
Además los investigadores necesitarán embarcaciones de trabajo que puedan
explorar y funcionar a cualquier profundidad y entrar al laboratorio a través
de un sistema de compuertas.
Así, para la
investigación de los grandes fondos será necesario desarrollar tecnologías
enfocadas a la extracción de los recursos minerales oceánicos. Actualmente la
explotación de los recursos minerales marinos se limita a la plataforma
continental, de donde se extraen, como los productos más valiosos, el petróleo
y el gas. Sin embargo, queda una gran parte de la plataforma sin explotar, por
lo cual se debe dar prioridad a una total exploración futura, para obtener la
información sobre la abundancia, la composición y la distribución de los
depósitos en el mar profundo, con el fin de evaluar su utilidad y establecer
una base razonable para las decisiones administrativas y legales.
El diseño y elaboración
de los perfiles del lecho oceánico y el reconocimiento geológico del fondo del
mar proporcionan la base para que la industria emprenda el estudio intensivo y
la explotación posterior de los recursos minerales.
Hasta ahora los
depósitos de minerales del océano de utilización más común, aparte del
petróleo, el gas y el azufre, son la arena, la grava y las conchillas. Desde el
punto de vista del tonelaje, éstos son sin duda los elementos minerales
explotados más importantes del mundo, ya que alcanzan un valor de alrededor de
2 000 millones de dólares; indudablemente, en el futuro será mayor la
eficiencia de las técnicas de extracción para estos recursos.
La investigación ha
revelado que existen otros recursos minerales oceánicos que se extraen en
pequeñas cantidades, por ejemplo, en Malasia, Tailandia e Indonesia, operan
dragas en los yacimientos de estaño fuera de la costa. Se está explotando
mineral de hierro frente a Japón y a lo largo de la costa de Terranova. Los
valles fluviales submarinos tienen cuantiosos depósitos de oro, platino y
estaño. En las aguas de las Bahamas se está explotando carbonato de calcio de
gran pureza, y se han encontrado diamantes frente a la desembocadura del río
Orange, en la costa de Sudáfrica.
En las profundidades del
océano la concentración de minerales sobre el lecho del mar se presenta en
forma de nódulos de manganeso, curiosidades químicas que contienen manganeso,
níquel, cobalto y cobre. No se conoce su origen ni el porqué de su distribución
tan amplia en el océano; no hay duda de que en un futuro no muy lejano estos
nódulos serán explotados en cantidades comerciales.
Sin embargo, el
petróleo, el gas y el azufre combinados seguirán siendo los recursos minerales
más utilizados de los que se localizan en la costa, en un futuro previsible.
El agua dulce es otro
recurso importante que se obtendrá del mar. Es probable que para el año 2000
aproximadamente un tercio de los habitantes del mundo vivan en comunidades que,
por razones de proximidad, deban considerar al océano como su fuente principal
de agua dulce. Se tendrán que desarrollar tecnologías más eficientes para
obtener agua dulce que satisfaga esa creciente demanda.
Los aspectos menos
tangibles del potencial económico de los océanos y de la forma en que el hombre
lo utiliza para su bienestar general, no deben pasarse por alto al analizar el
futuro de la tecnología marina. Técnicamente es posible una revolución en el
transporte marítimo. Algunos de los problemas de la navegación, como el diseño
de los buques y su relación con las olas superficiales: están directamente
vinculados con problemas de tecnología, aún pendientes en solución.
Los nuevos sistemas para
transferencia de cargas, la maniobra más eficiente de los grandes buques, la
mejor preparación de cargas, el diseño de puertos, la manera de desviar los
aluviones o evitar la contaminación, dependen de contar con mejores
conocimientos de las características propias de la dinámica de los océanos.
Se sabe que una buena parte de las características de la atmósfera proviene
de las del mar, debido a la acción recíproca entre hidrosfera y atmósfera. Su
mayor conocimiento permitirá contar con pronósticos del tiempo más exactos y de
largo alcance, al conocerse las principales corrientes marinas y la variación
de su temperatura y salinidad, así como de un mejor entendimiento de los
efectos del viento y del Sol sobre el agua. Entre más confiables sean los
pronósticos meteorológicos más se podrán evitar los daños ocasionados por los
fenómenos atmosféricos originados en el océano.
Finalmente, el recurso
oceánico del que tenemos mayor necesidad y del que más se habla es el alimento.
Los alimentos procedentes del mar pueden constituir una importante fuente de
proteínas de bajo precio, necesarias para impedir la desnutrición. Como antes
se ha dicho, se ha calculado que más de la mitad de la población mundial sufre
desnutrición; un factor principal es la deficiencia en los aminoácidos
esenciales que normalmente se ingieren en una dieta adecuada de carne animal.
El concentrado de
proteína de pescado proporciona una forma de proteína animal de poco precio,
que podrá suprimir los efectos debilitantes de las carencias nutricionales. El
hombre deberá conocer cada día más sobre la biología de los recursos vivos del
océano para conservar racionalmente los que ya se están explotando y aprovechar
nuevos, y tendrá que resolver problemas técnicos y de distribución equitativa
de esta riqueza, que serán los más difíciles.
Es importante realizar investigaciones
que mejoren el conocimiento de los índices de dispersión que en los océanos
presentan los residuos de la utilización de los combustibles, del "veneno
orgánico" que contienen los insecticidas, y del material radiactivo de la
fisión nuclear, contaminantes que pueden llegar a ser un gran peligro para las
especies marinas y que podrán ocasionar cambios muy graves en el equilibrio de
la relación océano-atmósfera.
Las suspensiones sólidas
y el bióxido de carbono cambian la transparencia de la atmósfera, lo que altera
el equilibrio térmico de la Tierra. Los sólidos reflejan la radiación
incidente, el bióxido de carbono absorbe la radiación infrarroja saliente. Por
ahora no hay seguridad sobre cuál de los efectos es mayor: si prevalecen las
suspensiones, la Tierra se enfriará; si el bióxido de carbono se acumula, la
Tierra se calentará; por lo que es indispensable un conocimiento minucioso de
hasta dónde el hombre puede contaminar el océano.
La investigación
científica que la humanidad necesita para entender que el océano es sumamente
importante para su futuro puede ofrecer muchas oportunidades concretas para
servir a los intereses comunes del hombre, y dar la esperanza de que tales
estudios ayuden a cubrir el abismo que separa a los países ricos de los pobres.
El aprovechamiento
pacífico de los diversos recursos del océano requerirá de un esfuerzo
científico por parte de muchas naciones que trabajen en armonía. Esta clase de
investigaciones desafiará a los mejores oceanógrafos futuros.
El conocimiento de los
océanos será la base de nuestro futuro y, seguramente, obligará a llevar a cabo
una administración inteligente de los recursos oceánicos para beneficio de la
humanidad.
APENDICE
Las dependencias de esta
secretaría que trabajan sobre problemas relacionados con el océano y sus
recursos son:
La Subsecretaría de Planeación, responsable de la administración y de
la mejor utilización de las aguas lóticas y lénticas, así como las del
subsuelo, lagunas costeras y esteros del país.
De ésta dependen el
Departamento de Mejoramiento de la Calidad del Agua en Estuarios y Zonas
Costeras; el Departamento de Control de la Calidad del Agua; el Departamento de
Estudios y Monitoreo de la Calidad del Agua; y el Departamento de Certificación
de la Calidad del Agua en Zonas de Exploración de Recursos Marinos y Lacustres.
Cuenta con tres centros
de investigación: el Centro de Estudios Limnológicos de San Pedro de
Tlaquepaque, Jalisco; el Centro de Estudios Ecológicos de Acapulco, Guerrero; y
el Centro de Estudios de Aguas Litorales de La Paz, Baja California Sur.
Además pertenece a la
SARH
la
Dirección General del Servicio Meteorológico Nacional, que es la encargada de
elaborar diariamente los pronósticos meteorológicos para el país y de darles la
difusión adecuada.
Esta secretaría cuenta
con dos direcciones generales relacionadas con el océano y sus recursos, que
son: la Dirección General de Prevención y Control de la Contaminación Ambiental
y la Dirección General de Conservación Ecológica de los Recursos Naturales.
La primera establece las
disposiciones y criterios básicos para la determinación de los procesos a los
que deben sujetarse la conducción, tratamiento de depuración y descarga de
aguas residuales en las redes colectoras, cuencas, cauces, vasos y aguas
marinas.
También desarrolla
programas enfocados a mejorar la calidad de la atmósfera, y de las aguas del
medio marino, cuyo grado de contaminación se considere peligroso para la salud,
la flora, la fauna y los ecosistemas.
La segunda dirección
general realiza estudios básicos para elaborar programas de las áreas naturales
protegidas y para la conservación, recuperación, reproducción y repoblamiento
de especies de flora y fauna, silvestres y acuáticas, tomando en cuenta su
grado de perturbación, belleza escénica, relevancia ecológica y su diversidad
biológica.
Esta dependencia también
otorga permisos para el aprovechamiento, exploración, explotación y extracción
de recursos naturales. Asimismo, formula y vigila los lineamientos para la
reproducción, propagación, siembra, reintroducción de especies de flora y fauna
silvestres y acuáticas. Además, formula y actualiza el catálogo de especies
raras, endémicas, amenazadas o en peligro de extinción.
La Subsecretaría de
Marina Mercante se encarga de los aspectos marinos en las direcciones generales
de Marina Mercante, de Obras Marítimas, de Operación Portuaria, de Dragado y de
Señalamienlo Marítimo.
Para la formación de los
oficiales de la Marina Mercante Mexicana existen las Escuelas Náuticas de
Mazatlán, Tampico y Veracruz, así como el buque escuela Náuticas de México.
Para atender el nivel
medio básico, la
SEP
cuenta con 32 escuelas secundarias técnicas
a lo largo de los litorales que dependen de la Dirección General de Educación
Secundaria Técnica, en las que se imparten las especialidades de pesca,
motores, acuicultura, conservación de productos pesqueros y máquinas náuticas;
tienen 37 embarcaciones, de las cuales 27 son de ferrocemento y 10 de fibra de
vidrio.
Para atender el nivel
medio superior y el superior existe la Dirección General de Ciencia y
Tecnología del Mar, que cuenta con 24 Centros de Estudios Tecnológicos del Mar
y dos institutos de nivel superior, cuya finalidad es preparar a los
profesionales para la explotación de los recursos marinos.
Las carreras
profesionales que se desarrollan en los institutos de Veracruz, Veracruz y
Mazatlán, Sinaloa, son: ingeniería pesquera en métodos y artes de pesca,
ingeniería pesquera en procesos alimentarios, ingeniería pesquera en
acuacultura, licenciatura en administración de empresas pesqueras, ingeniería
en pesca industrial, ingeniería en alimentos marinos; ingeniería en
construcción naval y licenciatura en administración de empresas marinas.
Asimismo, en el Centro de Graduados de Mazatlán, Sinaloa, se ofrece la maestría
de ingeniería pesquera.
Esta dirección cuenta
con 30 embarcaciones para las prácticas e investigaciones que desarrollan los
profesores y los estudiantes.
A la
SEP
pertenece
el Instituto Nacional de Antropología e Historia, del que depende el
Departamento de Arqueología Subacuática, cuyo objetivo fundamental es la
investigación y la protección del patrimonio cultural que yace en aguas
nacionales.
La Dirección General de Oceanografía ejecuta trabajos topohidrográficos,
elabora las cartas marítimas, realiza trabajos de investigación oceanográfica,
integra el inventario de los recursos marinos de México para ayudar a su
preservación, y trata de evitar el deterioro ecológico.
Esta dirección cuenta
con seis estaciones de investigación oceanográfica en los siguientes puertos:
Ensenada, Baja California; Topolobampo, Sinaloa; Salina Cruz, Oaxaca; Tampico,
Tamaulipas; Veracruz, Veracruz y Campeche, Campeche, así como con el Instituto
Oceanográfico de Manzanillo, en Colima.
Para realizar sus
trabajos, opera los buques oceanográficos B/O Mariano
Matamoros, B/OAltair, en el Pacífico, y B/O Dragaminas 20, en el Golfo de
México y Mar Caribe.
La Secretaría de Marina
preside la Comisión
Intersecretarial de Investigación Oceanográfica
(CIIO),
que se encarga de coordinar las acciones
relacionadas con el estudio del mar y el aprovechamiento de sus recursos, y se
halla integrada por las secretarías de Patrimonio y Fomento Industrial, de
Desarrollo Urbano y Ecología, de Programación y Presupuesto, y de Educación
Pública, así como por la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto
Politécnico Nacional y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
La Dirección de Educación Naval está encargada de los programas
para dar formación a los jefes y oficiales para los mandos navales, capacitar
el personal de los barcos y adiestrar a los obreros de los astilleros de la
Armada. Cuenta con un buque-escuela: el velero Cuauhtémoc.
Tiene como
responsabilidad el aprovechamiento y la conservación de los recursos pesqueros
del país, realizando sus funciones a través del Instituto Nacional de Pesca y
las direcciones generales de Acuacultura, de Flora e Instalaciones Portuarias,
de Organización y Capacitación Pesquera y de Regulación Pesquera, así como de
la Comisión Nacional Consultiva de Pesca.
El
Instituto Nacional de Pesca es
responsable de la investigación pesquera cuenta con centros regionales (
CRIP
) en Rancho Nuevo y en
Tampico, Tamaulipas; Yucalpetén, Yucatán; Isla Mujeres y Puerto Morelos,
Quintana Roo, en el Golfo de México y Mar Caribe. En las costas del Pacífico:
en Ensenada, Baja California; Bahía de Tortugas, y La Paz, Baja California;
Guaymas, Sonora; Mazatlán, Sinaloa; Manzanillo, Colima, y Puerto Ángel y Salina
Cruz, Oaxaca.
Cuenta con los barcos de
investigación pesquera: B/I Alejandro
de Humboldt, y B/IOnjuku, y
otros 13 barcos de investigación pesquera
(BlP)
en ambos litorales del país.
La Dirección General de Acuacultura cuenta con 51 piscifactorías en
toda la República Mexicana, y se encarga del cultivo de organismos acuáticos
tanto en las aguas dulces como en las salobres y marinas.
La Dirección General de Flota e
Investigaciones Portuarias se
encarga de la organización de la flota de los puertos y terminales pesqueras,
para adaptar las obras de infraestructura a las necesidades del país.
La Dirección de Organización y
Capacitación tiene tres
centros, uno en Mazatlán, Sinaloa, otro en Yucalpetén, Yucatán, y el de Ciudad
del Carmen, Campeche, donde capacita pescadores para la pesca costera hasta la
de altura.
La Dirección de Regulación Pesquera tiene a su cargo la administración
de los recursos pesqueros, y cuenta con oficinas en todos los puertos.
La Comisión Nacional Consultiva de
Pesca se encarga de coordinar
la participación de los diferentes sectores para la planeación de la industria
pesquera, formando comités en todos los estados.
A través de la
Subsecretaría de Energía y Minas se relaciona con el aprovechamiento de los
recursos marinos por medio del Consejo de Recursos Minerales de Roca Fosfórica
Mexicana," S.A. de C.V. y Exportadora de Sal, S.A. de C.V.
Coordina los servicios
nacionales de estadística geográfica e informática, que contemplan los estudios
del territorio nacional y de la zona económica exclusiva.
Es la responsable de la
política internacional y, por esto, de los aspectos jurídicos sobre el océano,
así como de los programas de colaboración con otros países o con los organismos
especializados.
Se encarga del
desarrollo turístico de la pesca deportiva, parques subacuáticos, y deportes
náuticos, generando también la infraestructura necesaria.
La Comisión Federal de
Electricidad, el Instituto Mexicano del Petróleo, Petróleos Mexicanos, el
Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, Productos Pesqueros Mexicanos,
S.A. de C.V., y la Cámara Nacional de la Industria Pesquera.
GLOSARIO
aguas
interiores. Son las
que se encuentran en el continente detrás de la línea de base que utiliza el
estado ribereño para delimitar su mar territorial.
aguas
internacionales. Espacio
del océano común a todos los países, situado más allá de la zona económica
exclusiva o del mar territorial.
alta
mar. Región
del océano libre de cualquier influencia permanente de soberanía por parte de
algún país.
autonomía. Tiempo que puede trabajar una embarcación
en el mar de acuerdo con la cantidad de combustible y agua que lleva.
bahía. En derecho del mar:
"toda escotadura bien determinada cuya penetración tierra adentro, en
relación con la anchura de su boca, es tal que contiene aguas cercadas por la
costa."
boya.
Estructura flotante o fija al fondo del mar, o en un río o un lago, que se
utiliza como señal.
buque. En derecho del mar: "bien mueble,
compuesto de diversos elementos físicos, tales como casco, maquinaria,
cubiertas, bodegas, ancla, etc., Todo lo que constituye una unidad para la
navegación en el mar abierto."
CIAT Comisión Interamericana
del Atún Tropical. Organismo que regula la pesquería del atún en el Océano
Pacífico tropical.
contaminación. Introducción directa o indirecta al
ambiente marino de sustancia o energía, ocasionando daños a los vegetales y
animales, así como a la salud humana.
derecho
del mar o derecho del espacio oceánico. Es una
de las ramas más modernas, innovadoras y dinámicas del derecho de gentes, que
se refiere a los asuntos del océano.
ecosistema. Sistema único formado
por la comunidad de seres vivos y su hábitat, con el que intercambian materia y
energía.
especie
anádroma. Organismo
que pasa la mayor parte de su ciclo vital en el mar y sólo regresa a los ríos a
reproducirse; por ejemplo, el salmón.
especie
catádroma. Organismo
que pasa la mayor parte de su ciclo vital en los lagos y ríos y luego migra al
mar a reproducirse; por ejemplo, la anguila.
especie
migratoria. Organismo
que se desplaza, a lo largo de una ruta, de un área oceánica a otra, por causas
relacionadas con su alimentación o reproducción.
especie
sedentaria. Organismo fijo al fondo y con movimientos cortos. Desde tiempos
remotos se considera que pertenecen al estado ribereño, el cual tiene derecho a
su explotación exclusiva, así como a reglamentar su aprovechamiento y
conservación.
estado
ribereño. Estado
que tiene costa marina y que ejerce derecho sobre los recursos que en ella se
encuentran.
fondo
marino y oceánico. En
derecho del mar: "es el área submarina y su subsuelo, mas no las aguas
suprayacentes, que se encuentran fuera de los límites de la jurisdicción
nacional."
fotosíntesis.
Función que realizan los vegetales verdes para transtormar sustancias
inorgánicas, es decir, agua y sales minerales, en sustancias orgánicas como
glúcidos, lípidos y prótidos.
golfo. Penetración del mar en la tierra, difícil
de diferenciar de una bahía, excepto por el tamaño.
isla
artificial. Isla
construida por el hombre sobre la superficie del mar en su zona económica
exclusiva con fines científicos, industriales, turísticos, navales, etc., y
sobre la cual el estado ribereño tiene total derecho.
jurisdicción
marítima. Facultad
del estado ribereño para esblecer las leyes sobre su mar territorial y sobre su
zona económica exclusiva.
mutación. Cambios bruscos en el fenotipo de una especie,
que se transmiten por herencia a los descendientes, debido a una variación de
un gen.
piratería. En derecho del mar: "todo acto ilegal
de violencia o detención, cometido con un propósito personal por la tripulación
o los pasajeros de un buque privado y dirigido contra un buque o contra personas."
puerto. Sitio fluvial o marítimo que utilizan las
embarcaciones para embarcar o desembarcar mercancías, productos o pasajeros,
así como para sus reparaciones y avituallamiento.
rada. Zona utilizada para la carga, descarga y
fondeo de buques y que forma parte de las aguas interiores de un estado
ribereño.
submarino. Embarcación sumergible que puede ser
utilizada para investigación científica y para fines bélicos.
tundra. Área del planeta que presenta un terreno
abierto y llano, de clima subglacial y subsuelo helado, con vegetación formada
por musgos y líquenes.
zona
contigua. Espacio
oceánico adyacente al mar territorial, de una anchura igual o menor que él, en
la cual el estado ribereño tiene ciertos derechos para fines específicos, en
particular de tipo aduanero, fiscal, de inmigración y sanitarios.
zona de
pesca. Área
oceánica de anchura variable contigua al mar territorial, sobre la cual el
estado ribereño ejerce derechos exclusivos para el aprovechamiento y la
conservación de los recursos que ahí se encuentren.
BIBLIOGRAFÍA
Alvarado, J.A. Figueroa
y H. Gallardo. Ecología y
conservación de las tortugas marinas de Michoacán, México. Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo, México, 1985.
Anaud, R.P. "El
régimen jurídico de las "pesquerías", en Revista de la Academia
Internacional de Derecho Pesquero. México,
1981.
Anónimo. Criterios sobre política pesquera
internacional. Academia
Internacional de Derecho Pesquero, A. C., México, 1986.
Bjorndal, K. (compilador). Biology and Conservation of
Sea Turtles. Smithsonian
Institution Press, Washington, D.C.,
EUA,
1982.
Cervera-Pery, J. La problemática de la pesca en el
nuevo derecho del mar. Ministerio
de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid, España, 1984.
Cifuentes, J.L.
"Panorama general de contaminación de las aguas en México", en Revista Protección de la Calidad
del Agua. México, 1977.
Departamento de Pesca de
la
FAO.
Objetivos a largo plazo para el desarrollo
de la Pesca.FAO,
Roma, 1976.
Fleischer, L. y J.
Contreras. Censos de ballenas
grises (Eschrichtius
robustus) en Bahía Magdalena, B.C.S. México, Instituto Nacional de la Pesca,
México, 1986.
Gómez-Robledo, A.
(compilador). La soberanía de
los estados sobre sus recursos naturales.
UNAM,
México, 1980.
Hirth, H. y A. Carr. The Green Turtle in the Gulf of Aden and the
Seychelles Islands. North-Holland
Publishing Company, Londres, 1970.
Méndez, R. El mar patrimonial en América
Latina. Instituto de
Investigaciones Jurídicas,
UNAM,
México,
1974.
Moya, R. (compilador). Revista Técnica Pesquera, volúmenes I al XX. Ediciones Mundo
Marino, S.A., México, 1968-1988.
Panayo Toa, T. Conceptos de ordenación para las
pesquerías en pequeña escala: aspectos económicos y sociales.
FAO
, Roma, 198,3.
Pérez, J.M.
(compilador). La población de
las aguas marinas. Ediciones
Omega, S.A., Barcelona, 1980.
Pesson, P., et al. La contaminación de las
aguas continentales. Ediciones
Mundi Prensa, Madrid, 1979.
Polanco-Jaime, E. Pesquerías mexicanas. Estrategias
para su administración. Secretaría
de Pesca, México, 1987.
Rothschild, B.
(compilador). Política
internacional de pesca. Criterios multidisciplinarios.Editores Asociados,
S.A., México, 1975.
Scovazzi, T. "La
Pesca en el Derecho Internacional", en Revista
de la Academia Internacional de Derecho. México,
1982.
—. Terminología sobre derecho
del mar. Centro de Estudios
Económicos y Sociales del Tercer Mundo, México, 1979.
—. (compilador). Ballena Gris. Centro de Estudios Económicos y
Sociales del Tercer Mundo, México, 1981.
Weihaupt, J. Exploración de los océanos.
Compañía Editorial Continental; S.A., México, 1984.
CONTRAPORTADA
Con una exhortación
cordial de los autores: "¡Hay que conocer el mar!", se inició en 1986
la publicación de una serie de doce volúmenes con el título general de El océano y sus recursos, en la que se fue tratando siempre
en forma clara y sintetizando en la exposición un conjunto considerable de
conocimientos, lo que el hombre ha aprendido en su largo trato con el mar desde
el momento en que, ya en forma consciente, aspiró el olor profundo de la brisa
marina, mezcla de sales y soles, de vida y de muerte, de elementos
desconocidos, y observó el movimiento continuo, de organismo vivo, de un cuerpo
de agua que, en comparación, parecía magnificar la pequeñez humana como lo hace
la visión del cielo diurno y nocturno.
Desde aquel remoto
entonces, la relación hombre mar ha sido ambivalente: amor-odio,
colaboración-enemistad. Aun en nuestro tiempo, cuando en aras de una técnica
todavía no dominada, se contamina el océano, se explotan sus recursos más allá
de lo racional y grandes barcos recorren las antaño infinitas rutas de la mar
océana, es todavía increíblemente vasto lo que del mar se desconoce y, con toda
su técnica a cuestas, el hombre moderno es tan indefenso ante, digamos, un
huracán como lo era el hombre primitivo.
El mar se caracteriza
por ser, por constituir, una cadena inmensa de fenómenos físico-químicos muchos
de los cuales apenas empiezan a ser comprendidos, y los doce volúmenes de El océano y sus recursos ofrecen un amplio panorama de las
investigaciones oceánicas desde el enfoque particular de ciencias diversas:
biología, química, geología, matemáticas, economía, etc., que conforman un
campo de estudio enorme observado —y esta es una de sus ventajas principales—
desde un punto de vista que privilegia al lector nacional.
El último volumen de la
serie analiza el futuro de los océanos. La ciencia emprende una carrera contra
el tiempo cuando se presentan ya los efectos de la sobrepoblación y un
crecimiento exponencial de la industria planeada al azar y sin tomar en cuenta
el delicado equilibrio en que se basa la vida sobre la Tierra y cuyo pilar
principal es el mar.
Juan
Luis Cifuentes, catedrático universitario y director de la Facultad de Ciencias
de la
Diseño: Carlos Haces / Fotografía: Carlos Franco.
UNAM
(1973-1977) y sus dos discípulas y
colaboradoras, Pilar Torres-García y Marcela Frías Mondragón, catedráticas del
Laboratorio de Invertebrados de la misma Facultad, se abocaron a la tarea de
redactar los doce volúmenes de El
océano y sus recursos, que
culminan con El futuro de los
océanos. Diseño: Carlos Haces / Fotografía: Carlos Franco.
Entre los factores que han contribuido al
crecimiento de la población humana, se encuentra el hecho de que dentro de los
últimos 100 años, la medicina ha tenido un proceso que ha permitido ampliar en
gran proporción las perspectivas de vida del individuo.